El 26 de marzo de este año, Daniel Samper Ospina lanzó su candidatura desde su columna en Semana, único medio que ha difundido sus planteamientos. Sin lugar a dudas, creo que su situación es desventajosa frente al resto de candidatos. Falencias de nuestra enferma democracia.
Con el ánimo de curar y equilibrar las cosas, me parece justo hacerle un reportaje a Samper sobre sus ideas, planes de gobierno y sus opiniones sobre el resto de candidatos.
Y esta es la entrevista. Pero la única entrevista en la que Daniel Samper Ospina no ha tenido que abrir la boca ni decir ni mu. No tuvo necesidad de hablar, porque el reportaje se lo hice a su pluma y a sus escritos.
Con pulso de cirujano he diseccionado casi diez de sus columnas publicadas desde marzo de este año y he construido esta entrevista. Las respuestas de Daniel corresponden exactamente a fragmentos de sus columnas. Me he tomado la libertad de editar y ordenar las cosas, pero sin tergiversar al candidato ni al columnista. Lo juro.
Si alguien me preguntara por qué no le hice la entrevista directamente a Samper Ospina, le tengo la respuesta: porque si bien Daniel es una persona inteligente – a quien no conozco-, son más inteligentes sus escritos – los que sí conozco. Y mi compromiso con los lectores es darles lo mejor de lo mejor: un resumen fiel de genialidades expuestas en 8 largos meses, para leer en 8 cortos minutos.
¿Por qué se lanzó como candidato a la Alcaldía?
En marzo de este año Carlos Vicente de Roux advirtió en declaraciones que un sector del Polo quería postular a Samper como candidato a la Alcaldía de Bogotá. Dudé que se tratara de mi tío Ernesto, a quien en la familia todos estamos convenciendo de que monte una cafetería para que no moleste más. Ya empezó con algo llamado Café País, unas reuniones en las que hay servicio de greca para que la gente no se duerma (…)
¿Y no sería a su padre a quien querían postular?
A mi papá no lo veo de candidato: cualquiera puede ver que le falta pelo para el moño. De modo que entendí que ese llamado era para mí y me permití aceptarlo.
¿Habló usted personalmente con los del Polo sobre su candidatura?
“Acepto gustoso esa postulación a la Alcaldía. Cuenten conmigo, amigos del Polo. Desde hoy mismo dejo de bañarme para ceñirme a los estatutos”, les escribí.
¿Sólo les dijo eso?
No, también les escribí: “Amigos del Polo (y de otros barrios también): estoy con ustedes. Llegó la hora del Mustang suelto; del canelazo al gratín. Gobernaré con gente calificada o al menos con militantes del partido. Me dejaré la barba emblemática del líder de izquierdas, como la del Che Guevara o la de Clara López. En mi gobierno se destacará la transparencia, sobre todo la que se ponga Angelita Benedetti, quien manejará el programa de 'Bogotá sin hambre', dada su habilidad para armar desayunos. Juro no traicionar el legado que recibo y lograr que, con el apoyo de todos los ciudadanos, al final de mi administración al menos una de mis hermanas esté millonaria”.
Pero finalmente el Polo sacó su propio candidato. ¿Por qué movimiento se lanzó usted?
Me (lancé) por las negritudes, así como Mockus lo hizo por los indígenas.
¿Cómo ve al candidato del Polo?
Nadie sabe cómo se llama el señor del Polo: debería lanzarse en nombre de Anonymous.
¿Qué pasó con su militancia en la ola verde?
Me preciaba de tener conciencia ecológica, y en buena medida milité en la ola verde porque supuse que allí protegerían el medio ambiente. Después me di cuenta de que lo único ecológico que tenía el partido era que sus dirigentes son unos troncos (…)
Di lo mejor de mí mientras milité en la ilusión verde, y sufrí para que sus líderes, casi siempre desfasados, no cantaran, como zombis, "más agua, más verde" en plena ola invernal ni cayeran en las trampas que les tendían sus enemigos políticos. Cuando se inventaron lo del tal 'Sello Verde', por ejemplo, rogué para que los liberales no sacaran el 'Sello Rojo' y se robaran a Luchito.
¿Qué le llenó la copa?
El mutuo coqueteo de Peñalosa con Uribe (hizo) que me (afeitara) la barba, me (metiera) la camisa en los jeans y no (volviera) a usar la parte de arriba de la sudadera sino con sus pantalones correspondientes y para hacer mercado. No (dí) más. Me (bajé) de la ola verde.
¿Quién tiene la culpa de la crisis de los Verdes?
La culpa es de sus dirigentes, que no fueron capaces de rechazar sin titubeos el apoyo uribista. Al mejor estilo mockusiano, y con perdón, nos sacaron el culo. El movimiento ya no parece una ola, sino una cola verde, similar a la que arrastran Juan Lozano y Roy Barreras por detrás del blazer.
Y la ola verde, ¿todavía existe?
La ola verde sin Mockus es como el ajiaco sin papa, La W sin Julio o Carlos Mattos sin billete.
¿Por qué aspira usted a la Alcaldía de Bogotá?
Aspiro a la Alcaldía de Bogotá para continuar el legado de Samuel, tarea para la cual me he preparado: ya le robé las pulseritas a mis sobrinas; mi mamá acaba de alquilar una casona en Teusaquillo y les pedí a mis hermanas que abrieran cuentas en el exterior.
¿Y qué pasara con su trabajo en Soho?
El doctor José Galat me reemplazará en la dirección de SoHo mientras yo me sacrifico por la ciudad. Todo sea por reconstruir sus ruinas, mejorar su movilidad, destapar sus arterias. Y las de Bogotá también.
¿Está usted preparado para entrar en la contienda electoral y en la vida pública?
Pese a que no he viajado en el avión de los Nule, me siento preparado para ingresar a la política colombiana.
¿Qué ventajas tiene sobre los demás candidatos? ¿Qué lo distingue a usted?
Todos son candidatos decorosos, no lo niego; pero ninguno cuenta, como yo, con el infalible apoyo del samuelismo.
¿No cree usted que la alcaldía de Samuel Moreno fue una vergüenza?
Pobre la Doctora. Merece una reivindicación. Su trabajo no fue tan malo. Miren la ciudad que nos dejó: hay violinistas en todas las esquinas; la gente lee en los cafés; las truchas nadan en los ríos. ¿Qué es la destruida 26, cubierta por unos telones verdes, sino el gran corredor verde que ahora prometen otros candidatos?
Sino que los grandes líderes se adelantan a su época y suelen ser incomprendidos. A los gobernantes de Grecia también les reclamaron en su momento haber dejado la ciudad en ruinas, y miren ahora la cantidad de turistas que las visitan.
Pasemos a temas mayores. ¿Cómo ve la candidatura de Jaime Castro?
Jaime Castro ya hizo suficiente por Bogotá cuando propuso que las 12 chozas de paja estuvieran dispuestas en forma de herradura, idea que le compró de inmediato Gonzalo Jiménez de Quesada.
Gina Parody.
¿Le parece, entonces, si hablamos de la gente joven?
De Gina Parody no quiero saber nada hasta que deje de compartir gafas con 'la Gata'. Y Carlos Fernando Galán y David Luna no se lanzaron para ganar, sino, digámoslo de una vez, para mojar prensa y calentar la candidatura que de verdad les interesa, que es a la presidencia de la junta de sus respectivos edificios. Para eso sí tienen talla. En su administración prohibirán guardar el carrito del mercado en el ascensor, en aras de mejorar la movilidad, y combatirán la inseguridad quitando el sofá del lobby para que el celador no se duerma.
Centrémonos en el caso particular de Galán. ¿Cómo ve esa candidatura?
¿Cuál Galán se lanzó esta vez? ¿Por qué siempre hay un Galán que aspira a un cargo público? ¿Lo ordena la Constitución del 91?
¿Qué opinión en particular le merece David Luna?
Tiene talla para ser, más que alcalde, presidente de la junta de copropietarios de su edificio. Pero no lo digo como una crítica. Al revés: es un elogio. A Luna le cabe el edificio en la cabeza. Y su conjunto requiere de un hombre joven que proponga medidas audaces, como pegar circulares en el ascensor con el nombre de los deudores morosos, para sanear las finanzas.
En algún momento usted dijo que podría votar por Luna, pero se arrepintió. ¿Qué paso?
Hice la promesa de que jamás votaría por alguien parecido al hijo de Herman Monster.
¿Qué piensa de Gina Parody?
Gina es una rival poderosa, a la que financian Ópticas Lafam y a quien adora el presidente Santos, que suele recibirla en Palacio, en el Salón de los Gomelinos.
Siempre he admirado a Gina, y entendí que lanzara su campaña en una plaza de mercado de Engativá para poder masticar una papa mientras daba declaraciones.
Sin embargo, ha mojado tanta prensa últimamente que ya resulta hostigante. Apareció hasta en La barbería, aquel programa absurdo en que William Calderón sale disfrazado de peluquero y nunca deja hablar a sus invitados: debería llamarse La dentistería.
Digámoslo de una vez: la única mujer a la que le luce asistir a La barbería es a Clara López, la nueva alcaldesa, a quien siempre he respetado porque, junto con Horacio Serpa, es la persona con bigote que más lejos ha llegado en la política nacional.
Pensé retirar mi candidatura a la Alcaldía de Bogotá para darle paso a gente de las nuevas generaciones, como Jaime Castro, pero justo por esos días Gina Parody creció en las encuestas, y eso no lo puedo permitir: no puedo permitir que ante el descalabro que será Peñalosa sin Mockus, la ciudad quede en manos de ella.
¿Y es que el programa de Gina no está a la altura de Bogotá?
No niego que Gina tenga propuestas audaces. La mejor promesa de Gina es luchar por una ciudad con chicles bomba para todos. Construir un Metrocable hasta Rosales para que las empleadas del servicio lleguen al trabajo más temprano o contratar a Ferrán Adrià como asesor del programa 'Bogotá sin hambre' son asuntos respetables, quién lo niega. Comparto con ella la ilusión de una Bogotá con spas para todos, y aplaudo su programa de sushi para la tercera edad y la construcción de un exclusivo tren de cercanías que conecte los dos Andrés Carne de Res, como es su sueño.
Pero Gina es una política tradicional. En cualquier momento cambia votos por iPads. Y se la pasa atacando al pobre Peñalosa, que ya tiene suficiente con su conciencia.
¿Cómo le parece el ofrecimiento que hizo Gina de firmar ella misma los contratos del distrito durante su alcaldía?
(Ciertamente) para que no la acusen de hacerse la de las gafas, paradójicamente, ofreció firmar ella misma cada contrato del Distrito. Bien: ofrezco lo mismo. En mi alcaldía, Gina Parody firmará todos los contratos. Si castigan a alguien, que sea a ella. Yo estaré concentrado en continuar el legado de Samuel, en destruir sobre lo destruido: en romper más calles, abandonar más obras. E inaugurar de nuevo el puente de la 100.
Pasemos al capítulo de los candidatos no tan jóvenes. ¿Cuál es su opinión sobre Petro?
Yo aprecio mucho a Petro, a pesar de que se dejó apoyar por la Anapo y luego la criticó; y de que criticó al procurador y luego lo apoyó, y celebro que la estrategia de no volverse a poner la camisa color curuba que usaba en la campaña pasada le haya funcionado.
¿Cree usted, entonces, que Petro es contradictorio?
El pobre es bipolar: como líder de izquierda, ayudó a subir a monseñor Ordóñez, que es de ultraderecha. Si no tuviera un militante como Vladdo, que promueve a la vez a Petro y a la Mercedes Benz, pensaría uno que se trata de alguien contradictorio.
¿Tiene Petro chance de ganar la Alcaldía?
Según las últimas encuestas, el próximo alcalde de la ciudad será Petro, que es el Samuel de hace cuatro años. La historia se repite. De nuevo ganará el candidato menos técnico. Petro apoyó a Samuel y Samuel a Petro, y, como decía Peñalosa, ninguno de los dos sabe administrar un parqueadero, lo cual es una afirmación infame: estoy seguro de que Petro sí puede administrar un parqueadero, y creo que todos debemos apoyarlo para que, en lugar de aspirar a la Alcaldía, lo haga. Es un bonito reto para él. Podría darle un descuento a Vladdo, su copartidario, cuando llegue en el Mercedes.
Ahora bien: si yo fuera Vladdo, por elemental coherencia ideológica no me prestaría para ser imagen de la Mercedes, sino de los jeeps Lada, del mismo modo que José Obdulio debería ser imagen de las camionetas burbujas con vidrios polarizados. Pero la publicidad, al igual que la política, es dinámica.
Lo cierto es que Petro puede ganar, pese a que es el que menos conoce la ciudad: en Caracol declaró que no permitirá hacer conciertos en El Campín porque la grama no soporta grandes pesos, como si Léider Preciado no jugara allá cada domingo.
Pobre país: sin Arias en el campo ni Samuel en la ciudad, nos espera un futuro negro. Nuestra única esperanza es que Petro monte un parqueadero.
Gustavo Petro.
¿Hay alguna manera de atajar a Petro?
Ahora la única manera de atajarlo es que surjan alianzas como la de Mockus y Gina, que ella misma selló con unas palabras inmortales: “Me uno a Antanas, marica”.
Tengamos en cuenta algo: ni Mockus ha aprendido a hablar de corrido, ni Gina ha escupido la papa que tiene en la boca. Y, sin embargo, los dos lograron comprenderse.
¿Qué consecuencias políticas traerá la alianza Antanas-Gina?
Gracias a ese ejemplo se cocinan más alianzas: el señor del PIN con el señor del Polo, una vez cada uno aprenda cómo se llama el otro; David Luna con un adulto, o al menos con alguien de mayor altura, como el Paparazzito, pese a que puede quemarse de nuevo.
Pero ninguna unión me gusta tanto como la de Peñalosa con Uribe: qué envidia de alianza. Qué daría yo por (…) contratar a Uribe para que me apoyara. Estuve a punto de lograrlo, pero se me adelantó Peñalosa, que a su vez se le adelantó a un restaurante de corrientazos que también quería al expresidente para que le hiciera promoción con un megáfono.
¿Cómo percibe usted a Peñalosa?
Es el único candidato que de verdad me asusta, (desde) que el Partido Verde aceptó coqueteos con los uribistas. En la sede verde ya hay simpatizantes de La U que se aprenden algunas arengas: "Recursos públicos, recursos sagrados", grita Hipólito Moreno; "la vida es sagrada", modula el general Rito Alejo del Río.
Lo único destacable de la campaña de Peñalosa es que le robaron la cicla y ahora anda en una potra que le prestó Uribe.
Hablando en serio, ¿le gusta Peñalosa?
En especial cuando trepa a Uribe en su hombro para que lo promocione con el megáfono, porque yo quiero mucho a Uribe, aunque cada vez se parezca más a Suso el Paspi. No me parece indigna su labor de perifoneo: finalmente, Peñalosa es un ejecutivo y los ejecutivos, en especial los almuerzos, se promueven así, con un animador pintoresco que los ofrece por altoparlante.
Enrique Peñalosa.
Usted comentó que algunos candidatos se lanzaron a sabiendas de que estaban impedidos. ¿A quienes se refería?
(A candidatos) como Dionisio Araújo, que estaba inhabilitado por su nombre: la ciudad no puede tener un alcalde que se llame Dionisio. O Mockus, que también estaba impedido: no es sino oírlo hablar para notarlo.
¿Cuál es su programa de gobierno?
Prometo hacer de Bogotá una ciudad moderna, que esté preparada para enfrentar terremotos, inundaciones y demás desastres causados por el cambio climático. Por ese motivo, dejaré todo como lo recibo: así, sin terminar. Hecho escombros. No vale la pena construir nada: ¿para qué, si al final todo se va a caer otra vez? Además, las ruinas se valorizan. Miren las de San Agustín, miren las de Roma (…) A finales de año, Bogotá puede ser un destino arqueológico importante si lo dejamos tal y como está. Y entonces ese 85 por ciento de miserables que hoy lo critican recordarán a Samuel y votarán por mí.
¿Pero tiene alguna otra propuesta para Bogotá?
Mis propuestas son concretas: prohibiré las actividades de ancianos en sudadera, así le duela a Tarcisio Mora. Comeré más helados y menos habas. (…) Y regalaré una olla exprés a quien vote por mí.
Bajaré la emisión de gases en la carrera séptima, y, por qué no, en Angelino.
¿Venderá usted a la ETB?
No venderé ETB. Al revés, la fortaleceré y me traeré a María del Pilar Hurtado para que la presida.
¿Es cierto que Esperanza Gómez, la célebre actriz porno, ingresó a su campaña?
(Sí). Esperanza es un símbolo de progreso: comenzó siendo una actriz de reparto. Y sigue siéndolo, como salta a la vista. Es mi jefe de debate: nadie como ella sabe aceitar la maquinaria, agitar el trapo, mover las masas. A pesar de su oficio, ha cambiado de posición menos veces que Roy Barreras; a diferencia de mi tío Ernesto, entiende lo que sucede a sus espaldas. Cuenta con la simpatía de Lucho, Peñalosa y otros viejos verdes (…)
¿Quiénes conformarán su equipo de trabajo?
Haré un gobierno de unidad. El secretario de Ambiente será Luchito, que ha demostrado que es de ambiente. En el Acueducto nombraré a Cabas, cuyo pelo prueba que nunca ha gastado agua. Respetaré la alianza de Samuel con La U... y encargaré del manejo del tráfico a Lucerito Cortés, que se ha destacado por el tráfico de influencias.
¿Cual será su primera obra de Gobierno?
Empezaré por el transporte público. Por culpa de Juan Carlos Henao, presidente de la Corte Constitucional, ahora es permitido subir animales a los buses, siempre y cuando sean pequeños: un pony, por ejemplo, o un ternero. Sépanlo de una vez: en mi alcaldía los animales no podrán montar en bus. Solo manejarlos, como hasta ahora.
¿Impulsará el Sistema Integrado de transporte?
No lo neguemos: el Sistema Integrado de Transporte tiene tantas trabas como Carlos Ossa en su juventud. Por eso, haré que por la séptima pase un TransMilenio ligero, y por la 13 uno despacio. Construiré pasos deprimidos, casi tan deprimidos como los uribistas que votaron por Santos. Y me sonsacaré de Palacio al pequeño Edward Niño para que la ciudad pueda ver que tiene un metro.
Se dice que su campaña no ha alzado vuelo…
Reconozco que no va bien mi campaña a la Alcaldía de Bogotá: la única persona que firmó por mi candidatura fue Valerie Domínguez, lo cual no tiene mérito. Y a última hora se frustró la alianza que cocinaba con Jaime Castro, porque para adherir a mi campaña me pedía la Secretaría de Tránsito, la dirección del IDRD y un bastón, que, por desgracia, ya le había vendido a Belisario.
Su proyecto de alianza con Jaime Castro se malogró. ¿Qué pasó?
Marca más el medio campo del Santa Fe que Castro en una encuesta. Lástima. Ese 1 por ciento de Castro era importante para mí. Representaba el doble de lo que tengo. Estaba dispuesto a que, como Gina y Mockus, intercambiáramos gafas, jugáramos el juego de la confianza y duráramos media hora abrazados frente a una ventana llena de camarógrafos. Pero recibí un marconi de él que decía que prefería unirse a un político de su generación, como don Nicolás de Federmann, y me dejó solo.
¿Es cierto que su campaña contrató los servicios del publicista venezolano JJ Rendón?
Si. Ante los malos resultados de mi campaña, decidí contratar al asesor que tuerce el destino de las elecciones: el gurú venezolano J.J. Rendón.
¿Siguió usted los consejos del publicista?
Sí, seguí los consejos. Lancé falsos rumores: dije que Luna era experimentado; que Gina era sencilla; que Peñalosa no es cínico y que Petro no es populista, sino un candidato técnico, lo cual es cierto: Petro parece técnico, sí, pero del Atlético Bucaramanga: ¿por qué el político colombiano siempre tiene pinta de entrenador de fútbol? ¿No visualiza uno a Roy Barreras, a Sergio Fajardo, vociferando desde la línea de cal? Y al revés: si uno viste con corbata a Richard Páez, a Eduardo Pimentel, a Arturo Boyacá, ¿no parecen congresistas investigados?
¿Y cuales fueron los resultados de la asesoría?
Todo salió mal. Los rumores falsos ayudaron a los demás candidatos y, vencido, tuve que renunciar a las prácticas bajas. Que Peñalosa, a quien ya nada le produce asco, obedezca las oscuras tácticas de J.J. Por mi parte, haré un debate con altura (…)
¿A pesar de todo, sigue usted con su candidatura?
Es doloroso hacer parte de este montón de candidatos tristes. Qué cantidad de perdedores. Luna no gana ni en los sondeos de la junta de su edificio: un coronel retirado del 603 le saca varios puntos. Y todos los demás se debaten en desafíos menores: el mayor reto de Petro es ganarle a Peñalosa; el mayor reto de Dionisio Araújo es que alguien sepa que se retiró; el mayor reto del señor del Polo es que alguien se aprenda su nombre. ¿Cuánto le costaría al Distrito asumir los gastos de gomina de David Luna?
En concreto: ¿continúa con su candidatura?
Continúo (…) con mi aspiración, porque no tengo por quién votar. Que por Petro vote el procurador. Que por Peñalosa vote Uribe. Que por Gina vote Mockus. Que por Luna vote el coronel del 603. Y que Belisario vote por Castro, o que al menos le regale el bastón.
Para concluir este reportaje, ¿desea decirles algo a los bogotanos?
Amigos: vamos por la Alcaldía. Me comprometo a enriquecer el debate, o por lo menos a mi familia. Voten por mí. Qué diablos.