Tal como paseaban los Incas por los páramos ventosos de la Cordillera de Los Andes, en Antioquia hombres campesinos llevaban a sus espaldas enfermos para Medellín y viajeros que del valle iban a temperar a las montañas. Eran conversadores y hábiles para subir y bajar los empinados caminos que no podían transitar las bestias.
Las tumbas y los atrios de las iglesias de Medellín eran adornados con las flores que cada semana traían desde Santa Elena decenas de hombres conocidos como ‘silleros’ por las sillas que colgaban de sus hombros y cabeza para transportar personas y mercancías.
Para quienes desde balcones y ventanas los veían atravesar la ciudad, era un disfrute, pues apreciaban desde arriba el desfile involuntario de flores de colores acomodadas en las silletas que pasaban de camino a la Plaza de Cisneros. Llegaban cansados, pero satisfechos pues allí vendían hasta la última flor.
En la década de los 50 se realizaba en Medellín la Semana Cívica, del 2 al 7 de octubre, donde se celebraba el Día de la Flor, que más tarde fue institucionalizado mediante decreto por el alcalde de la época, Jorge Restrepo Uribe.
Para el año de 1957, con la primera Fiesta de las Flores, se realizó una exposición de flores en el atrio de la Catedral Metropolitana en el Parque de Bolívar, organizada por monseñor Tulio Botero Salazar y el Club de Jardinería de Medellín. Don Arturo Uribe Arango, quien estaba a cargo de la Oficina de Turismo y Fomento, invitó a 40 silleteros de Santa Elena para que desfilaran por Junín exhibiendo sus silletas y fue así como nació el primer Desfile de Silleteros.
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William de Jesús Londoño Grisales, tiene 67 años y desde que tiene memoria descendía desde Santa Elena con silletas cargadas de flores hasta Medellín en los buses de escalera o ‘chivas’, que para la época ya hacían el recorrido. Solo bajaba la meseta a pie cuando habían derrumbes en la carretera.
Desde hace 29 años, este antioqueño participa en el Desfile de Silleteros, y aunque ya no vive de vender flores en el mercado, como sí lo hizo durante muchos años, todavía madruga para seleccionar cuidadosamente las que pondrá en su silleta y que días después morirán.
Su mamá, María Laura Grisales, quien falleció de 103 años, fue una mujer campesina viuda que se dedicó a cultivar flores y a venderlas en el mercado El Pedrero o de Guayaquil, tal como lo hicieron sus padres y abuelos. Le enseñó el oficio de las flores a sus doce hijos, lo que a su vez, le permitió a don William, educar a los suyos.
Él participará este lunes 7 de agosto en el Desfile de Silleteros con una silleta en la categoría ‘Tradicional’, donde se destacan aquellas que se parecen más a las que, antiguamente, se usaban para transportar las flores.
“Uno ya le tiene el toque cogido a la silleta, primero se hace el esqueleto, el armazón que es lo que va por detrás y adelante un tablerito con orificios que es donde se ponen los ramilletes. Se imagina uno los colores que le va a poner, que contrasten, por ejemplo rojo con amarillo, que se note la diferencia, y ya acomoda las flores”, le contó a kienyke.com.
[caption id="attachment_731733" align="aligncenter" width="750"] Foto: Susana Lancheros- Kienyke[/caption]Este desfile, que en el 2003 fue declarado Patrimonio Cultural de la Nación, cumple este 2017 su aniversario número 60 y don William, con una sonrisa, asegura: “Todavía se le pone a uno la piel ‘arrozuda’, por cansado o trasnochado que esté, eso no se echa de ver en el Desfile por los aplausos de la gente que son netamente la verdad, ellos no aplauden por aplaudir sino que sienten el trabajo y el arte de los silleteros”.
Y el cariño de la gente es evidente, mientras atendía esta entrevista, se oían comentarios como: “Ay qué es ese silletero tan lindo”, otros le pedían fotos y lo saludaban.
[caption id="attachment_731731" align="alignnone" width="1022"] Foto: Susana Lancheros- Kienyke[/caption]Como él son la mayoría de los 510 silleteros que este año participan en el evento, hijos de familias campesinas de tradición silletera y que aman este oficio. En las carrozas del desfile se pueden ver incluso silleteros de 80 y 90 años que fueron pioneros del Desfile.
En el corregimiento de Santa Elena son 25 las fincas silleteras, allí se cultivan amplios jardines con variadas especies florales y son visitadas por turistas nacionales y de otros países que van para apreciar los floridos paisajes.
En la finca de don William, en la vereda El Placer, crecen margaritas amarillas, estrellas de Belén, cartuchos blancos, gladiolos, botones de oro, entre otras especies.
Los segundos sábados de cada mes, en este corregimiento se celebra el Festival de la Silleta, donde la gente puede aprender a hacer las silletas, cargarlas y compartir con los silleteros.
Don William además de participar en la Feria de las Flores y en estos festivales mensuales, recibe turistas en su finca y vende silletas por encargo para centros comerciales y empresas. En fechas especiales como el día de la madre o la Semana Santa es cuando más trabajo tiene, pues le piden santos hechos de flores, cruces, arreglos florales y silletas especiales.
Tiene tres hijos y aunque a todos les gusta el tema de las flores, él no ha decidido a cuál de los tres dejarle su legado. “No les digo nada, yo me quedo callado, no sé a quién traspasarle el contrato, porque si se lo doy a uno y no le digo nada al otro, se enojan”. De sus hijos, dos son profesionales y el menor acaba de terminar el bachillerato.
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Este silletero, que conserva intacto el acento de los abuelos, siente orgullo y amor por sus flores. Hace cuatro años, cuando se disponía a salir para Medellín subido en la jaula de un camión con su silleta, el carro arrancó sorpresivamente y salieron disparados él y otro silletero, de ese accidente aún tiene en su muñeca izquierda la cicatriz que le dejó la cirugía de su mano fracturada. Desde que sucedió esto, don William promovió un mejor transporte para los silleteros y sus silletas, que actualmente son trasladados en furgonetas, por las pronunciadas curvas de esa carretera, hasta la ciudad.
Hoy en día los cultivadores de flores de Santa Elena traen sus flores a Medellín los viernes, sábados y domingos y las venden en la Placita de Flórez, en el centro de la ciudad. Algunos otros se van de puerta en puerta ofreciéndolas.
Hace 60 años fueron 40 silleteros los que desfilaron por la calles de la ciudad, ahora son más de 500 los que acuden cada agosto a la Feria de la Flores con sus mejores silletas para recordarle a Antioquia y al mundo esta legendaria tradición.