En agosto pasado, los empleados de Editorial Planeta recibieron un correo electrónico con un texto escueto que prohibía que dieran a los medios cualquier información de su presidente, Francisco Solé. Ni familiar, ni empresarial. Esa fue su respuesta a un artículo periodístico al que Solé no dio entrevista, y que tenía imprecisiones como que era arquitecto, ilustrador y que había trabajado con el director de cine Roman Polanski. Solé, el representante en Colombia del emporio español fundado por José Manuel Lara Hernández en 1949, no pidió rectificación. Hizo llegar la orden.
El mensaje no sorprendió. En Planeta conocen la renuencia de Solé a la exposición pública. Ni siquiera ahora, que está lejos de ser el empleado de la editorial que llegó como auditor en 1995 a supervisar el traslado de la sede antigua de Planeta Colombia, en la carrera Séptima con calle 31, a la nueva bodega, vecina de las antiguas instalaciones de El Espectador, en la calle 68 con carrera octava. Su trabajo y golpes de suerte lo tienen desde 2007 al frente de El Tiempo, el periódico más influyente del país, cuando llegó a la presidencia de la compañía tras el retiro del colombiano Enrique González, a quien fue imposible conseguirle un reemplazo que respondiera a las expectativas de los Lara –padre e hijo– en España. Sin buscarlo, tal vez, Solé se convirtió en el hombre clave para la estrategia de expansión del negocio de Planeta en Colombia.
La modernización de la economía española, impulsada por el ex presidente Felipe González, llegó a Colombia con la dinámica expansionista de sus empresas a mediados de los años noventa. Los españoles, en su búsqueda de nuevos mercados con baja competencia y escaso costo de crecimiento, pusieron la mira en América Latina. Así llegaron al continente a buscar inversiones empresas como el Banco Bilbao Vizcaya, Banco Santander, Grupo Prisa y empresas de servicios como Endesa y Grupo Fenosa. Para el año 2000, las inversiones españolas en el continente sumaban 30.000 millones de euros.
En la misma línea de la nueva conquista española de América Latina, Lara padre y su hijo José Manuel Lara Bosh tomaron la decisión estratégica de crecer para consolidarse como el grupo de comunicación de referencia de los mercados español, portugués y latinoamericano. Francisco Solé estaba en el lugar adecuado, recién desempacado con su esposa Araceli Paredes y su hijo, dispuesto a volver realidad las órdenes.
El entonces presidente de la Casa Editorial El Tiempo, Luis Fernando Santos, y José Manuel Lara, presidente del Grupo Planeta
El reto le despertó su espíritu de comerciante catalán y se trazó un primer objetivo: adquirir Editorial Norma, la única editorial multinacional latinoamericana. Avanzó hasta firmar en 2002 un preacuerdo de compra-venta que el grupo Carvajal rompió al final, aferrado a su tradición de impresores de más de un siglo. Solé no se dio por vencido. Con la reserva y el cálculo que caracterizan sus cortas intervenciones y apariciones en público, continuó la tarea. La compra en 2003 del canal Antena 3, la obtención de la única licencia de televisión digital de España, y el lanzamiento del periódico gratuito ADN, le cambió la perspectiva a la editorial. Se convirtieron en un emporio de medios, con intención de replicar el esquema en otros países. Surgió entonces el interés por entrar al mundo de los medios de comunicación impresos y audiovisuales, que concluyó con la compra de 55% de la Casa Editorial El Tiempo en julio de 2007. En ese paquete, además del periódico más tradicional del país, estaban también CityTV, Círculo de Lectores e Intermedio Editores. En esta posición, dos años después empezaron la puja por el tercer canal de televisión, que hoy todavía no se resuelve.
Poco después de su llegada, hubo una estampida de despidos en el área comercial y la redacción. Los viernes, después de medio día, los correos electrónicos de toda la Casa Editorial El Tiempo se llenaban de e-mails de despedida. Hay quienes dicen haber visto a Francisco Solé caminar por la redacción contando sus pasos. Luego, determinó la mitad del espacio y dijo: “de aquí para allá no debe haber nada”. Rumores de corredor. Pero lo cierto es que la llegada de “los españoles”, como se les decía en El Tiempo a los nuevos jefes, estuvo acompañada también por el pánico de la crisis económica de 2008. Y también es cierto que, de manera misteriosa, los técnicos y la gente de servicio del periódico siempre sabían en la mañana del viernes el número exacto de los que no iban a regresar del fin de semana.
A pesar de haber cerrado un negocio por 185 millones de dólares, Francisco Solé se limitó a concederle una discreta entrevista a Roberto Posada García-Peña, quien, además de periodista reconocido, era socio. José Manuel Lara, el nuevo propietario, viajó a Colombia, dio varias entrevistas y selló el acuerdo con la familia Santos. La compra del periódico significó la entrega del control de un negocio fundado 97 años atrás por el presidente Eduardo Santos, un medio que les había abierto la puerta a todas las esferas del poder, con dos presidentes y un vicepresidente en la propia familia.
Lara Bosch, y muchos de sus colaboradores, se sentían cómodos en especial con el gobierno de Álvaro Uribe, por pura afinidad ideológica. Él es un franquista declarado, como su papá, quien fue carpintero, pintor, bailarín y miembro de la Legión, el grupo de élite del Ejército del dictador Francisco Franco, para el que sirvió durante la guerra civil española. Incluso, el dictador le otorgó el título de Marqués del Pedroso de Lara. Hasta su muerte en 2003, fue militante del Partido Popular (PP), identificado con la derecha española, a la que le editó infinidad de folletos y libros de distintos autores vinculados al poder.
Su hijo, José Manuel, ha continuado con la costumbre, y también Francisco Solé, quien reconoce de forma abierta su cercanía al PP en reuniones sociales y en sus cenas ocasionales en el restaurante Buda Gardens. En Colombia, Solé se sintió a gusto en las filas de la derecha. Publicó tres libros del ex asesor presidencial José Obdulio Gaviria, escritos con claros propósitos ideológicos y políticos: Sofismas del terrorismo (2005), Reelección: que el pueblo decida (2006) y A Uribe lo que es de Uribe (2008). Además, le abrió la puerta para su columna de los martes en El Tiempo, y empleó a su hijo menor como editor de Planeta Colombia.
La evidente cercanía, unida a su rol entre las directivas de la Casa Editorial El Tiempo, lo tienen en el corazón del poder, con la ambición de quedarse con el tercer canal de televisión y completarle el sueño a su jefe, José Manuel Lara, de convertirse en el mayor grupo de comunicaciones de Latinoamérica. Lejos, muy lejos de aquel discreto español que llegó a Bogotá hace quince años, al que sus compañeros de entonces recuerdan por su irredimible afición al Barça, un país que le entusiasma tanto como Colombia, el país que lo adoptó.

