*Johan Steven le contó hace tres meses a Kien&Ke cómo era vivir esperando a su padre, el sargento Libio José Martínez, a quien las Farc, este sábado 26 de noviembre, asesinaron junto a tres uniformados más.
Johan Steven Martínez guarda en un armario el imaginario de su papá, el sargento Libio José Martínez del Ejército, el secuestrado más antiguo en poder de las Farc. Entre su ropa conserva un camuflado y una carpeta con las cartas que le han llegado de la selva. Su favorita es la que tiene una caricatura de un conejo futbolista con la camiseta número diez de la Selección Colombia que dice “Te amo Johan”. A través del papel conoció al hombre que le dio la vida, aquel que lo abandonó cuando apenas tenía seis meses de gestación.
─¿Dónde está mi papá? ─le preguntó Johan a Claudia, su mamá, cuando tenía cinco años.
Era su primer día en el colegio y había visto llegar a varios niños de su salón en compañía de sus padres. En ese momento, su mamá le explicó la situación como si se tratara de un cuento infantil. Pero Johan comprendió la importancia de comenzar a reclamar la libertad de su papá. A sus 13 años, se ha reunido con miembros del alto gobierno como el expresidente Álvaro Uribe y el vicepresidente Angelino Garzón para hablar del secuestro, ha emprendido tres marchas para pedir la liberación de su papá y le escribió una carta a ‘Alfonso Cano’ diciéndole que le permitiera conocer a su padre. Johan se ha convertido un símbolo del secuestro en Colombia.
http://www.youtube.com/watch?v=srr5OHtVYew&feature=relatedEn su sala, adornada con fotografías de su papá, Johan recibe una visita el Ejército Nacional una vez al mes. Las imágenes son custodiadas por una virgen y un velón que permanece encendido. En esa casa, ubicada en el barrio Nueva Colombia en Pasto, Nariño, vive con sus abuelos maternos, su perro Rex y su mamá, quien trabaja como auxiliar de enfermería y tiene una nueva vida de la que se conocen pocos detalles. Su familia, además de recibir el apoyo moral y espiritual del Ejército, tiene asignada una mensualidad que corresponde a la mitad del sueldo del secuestrado.
Johan guarda las cartas que su papá le envió desde la selva en su armario.
En la cima del cerro de Patascoy, a más 4.000 metros de altura, el sargento Libio José Martínez protegía la estación de comunicaciones del Ejército junto a 33 militares más. Era el 21 de diciembre de 1997. Mientras la temperatura de la madrugada alcanzaba cuatro grados bajo cero, guerrilleros de las Farc se alistaban para emboscar al grupo de militares luego de haber escalado el cerro por más de seis horas.
El sargento Libio José Martínez era el único militar en poder de las Farc de la toma del cerro de Patascoy.Pero Johan cuenta su propia historia del secuestro. Todo lo que sabe de su padre lo ha aprendido a través su mamá. La noche de la toma, ella tuvo una conversación telefónica con su papá durante algunas horas, hablaron de las próximas vacaciones ─que llegarían en ocho días─ y de algunas cosas que hacían falta por comprar para Johan, entre esas una cuna. De repente la llamada se cortó, no se escuchó nada del otro lado del teléfono. Libio José se enfrentaba a más de 200 guerrilleros que atacaron el grupo de militares por 15 minutos.
Johan se reunió con miembros del alto gobierno para hablar de la libertad de su papá.
Ese día murieron 10 soldados y 18 fueron secuestrados. La noticia se dio a conocer días después del ataque por una conversación publicada en los periódicos entre el ‘Mono Jojoy’ y ‘VH’, un subversivo de las Farc. Casi 14 años después de la toma de Patascoy, Martínez es el único militar en poder del grupo guerrillero. Las pruebas de supervivencia han sido pocas, la última llegó a las manos de Johan hace un año y medio.
http://www.youtube.com/watch?v=Mf4ZfpFzLoY Trece años de secuestro en manos de las Farc cumple el sargento Libio José Martínez. Noticiero 90 minutos.Tal como el sargento Libio José lo ha pedido en algunos videos, Johan ocupa la mayor parte de su tiempo estudiando. Además de ir todas las tardes al colegio, donde cursa octavo de bachillerato, emplea las mañanas para estudiar inglés y matemáticas. Tal vez por eso es calculador, nunca se excede en sus palabras y siempre habla con elocuencia. En sus apariciones en los medios de comunicación siempre se le ve tranquilo, optimista y exigiéndole a las Farc que le devuelvan a su papá. También recuerda de memoria algunas frases y poemas escritos en las cartas que le han llegado de la selva.
El Sargento Martínez siempre se comunicó con Johan a través del vientre de su mamá. Le decía que tenía que ser un niño fuerte. También le recordaba que lo quería mucho y que ojalá le gustara el fútbol y el Deportivo Pasto tanto como a él.
En varias ocasiones emprendió marchas para exigirle a las Farc que le devolvieran a su papá.
Johan ora a diario por el regreso de su padre. En sus plegarias le pide a Dios que le dé fortaleza en sus días de cautiverio. La misma fortaleza que él ha tenido para enfrentar su ausencia en las navidades, cumpleaños y en el colegio. Hoy, de las tres camisetas que tienen estampadas con la foto de su papá, sólo le quedan dos. Johan espera que pronto llegue el día en que no tenga que usarlas más y pueda, por fin, conocer la respuesta a la pregunta: ¿Dónde está mi papá?