
Cuando Alfonso Cuarón descubrió que su nana de infancia, Liboria Rodríguez, hacía ejercicio en las noches junto a su compañera de trabajo, iluminadas por una vela, entendió que había un mundo lleno de pulsiones, humanidad y significado en esa mujer que amaba tanto como a su propia madre y que a veces incluso la reemplazaba.
Esa es una de las escenas, y la inspiración, de la película Roma, dirigida por Cuarón, que lo ha expuesto de nuevo a los reflectores del mundo. Pero no es más que la decisión del director, luego de una amplia carrera cinematográfica, para volver la cámara hacia su infancia, sus recuerdos, su niñez y esas raíces intrínsecas que mantiene con su país: México.
Cuarón completa la triada de directores mexicanos que conquistaron Hollywood e hicieron temblar la meca del cine con historias y narrativas excepcionales. De nuevo va rumbo a los premios Óscar, nominado a mejor película extranjera, y que marcó un hito al ser estrenada por la plataforma de streamming Netflix.
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La primera vez que llegó a la gala de los premios Óscar fue en 2001 con la película Y tu mamá también (2001). Una historia sencilla, cubierta de sexo, marihuana y juventud. Tres jóvenes adinerados y problemáticos que se escapan en la búsqueda de una playa imaginaria, recorren un México destrozado y pobre hasta llegar a la costa donde experimentan la libertad.
Esa película contó con la incomparable fotografía de Emmanuel Lubezki, a quien conoció mientras cursaba estudios en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Con él filmó su ópera prima Solo con tu pareja, una película basada en una mujer que le finge a su pareja tener VIH, él se desespera y huye hacia el suicidio pero cuando lo va a hacer conoce al amor de su vida.
Lubezki es uno de los fotógrafos más respetados actualmente, responsable de las épocas doradas del cine mexicano de los últimos años. Ha ganado tres premios Óscar consecutivos como mejor director de fotografía con Gravity (2013), Birdman (2014) y El Renacido (2015).
La primera película impresa con el apellido Cuarón fue un éxito en taquillas. Pero por problemas con una productora el estreno tardó cerca de un año y el naciente director había invertido todos sus ahorros; cuando la película se proyectó públicamente él estaba en quiebra y su esposa a punto de abandonarlo.
Se decidió a ir a Hollywood para probar suerte. Allí fue contactado para dirigir un capítulo de la famosa serie Fallen Angels por el que recibió un premio de televisión a Mejor Dirección. Luego dirigió Grandes esperanzas junto con Robert de Niro, pero la película fue un fracaso.
No era la primera vez que rechazaban su cine, se retiró de la UNAM porque sus profesores no comprendían la forma en que Cuarón concebía el séptimo arte. Además, su esposa esperaba a su primogénito Jonás y tenía que buscar recursos para mantenerlo. Su hijo también es director de cine, participó en Gravity y es codirector de la película Desierto, que explora el drama migratorio de los mexicanos a Estados Unidos.
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Fue después de esos fracasos que decidió enclaustrarse a ver cine, sus directores favoritos como Fellini, Tarkovsky y Kurosawa, que lo inspiraron para filmar en México Y tu mamá también, película que le mereció el premio a Mejor Guión en Venecia, una nominación al Óscar y el galardón a Mejor Película en el Círculo de Críticos de Cine de Nueva York.
Ahí empezó el camino de propio estilo, reafirmando ante el mundo la narrativa que le ha permitido convertirse en el tercer representante del cine mexicano ante el mundo. Ganó en 2013 el Óscar a mejor director con la película Gravity (2013), el pionero de los tres años consecutivos en que directores mexicanos se adueñarían del galardón.
Aunque todo el país centroamericano celebró junto al director, él dijo que esa película no era mexicana, era de Hollywood y los saludos no eran extensibles a su país. La idea de ese mensaje era decirle a los directores mexicanos que no tenían que salir de su tierra para triunfar en ese arte y que una película no solo la describía la nacionalidad de su director.
Otro de sus aciertos es menos conocido, quizá porque el nombre del director queda relegado tras la fama de la saga: Harry Potter. Fue Guillermo Del Toro quien lo convenció de dirigir la tercera película de la serie: Harry Potter y el prisionero de Azkabán. El director de La forma del agua lo llamó para preguntarle por proyectos nuevos y Cuarón, desanimado y con tono despectivo, le dijo que le habían propuesto la dirección de una película del mago más famoso del mundo, según contó en una entrevista a Vanity Fair.
Del Toro se enojó por su tono y lo obligó a comprar los libros, cuando el director los leyó entendió que había material para una película. Imprimió su estilo a la saga inspirada en los libros de J.K. Rolling que se evidencia en el cambio que experimenta el personaje principal, que afronta la madurez. Un marcado uso de la luz y las sombras, hace a esta entrega más expresivas que las dos películas anteriores.
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Ahora Alfonso Cuarón retornó a su México natal para explorar sus raíces más profundas, representadas en la nana que lo crió desde los pocos meses de vida. Leo, o Cleo, como se llama en la película, una mujer de origen indígena que asumió el rol de sus padres ausentes por el divorcio. Según contó el director en entrevista con CNN, cuando era pequeño él y sus hermanos le decían mamá y cuando crecieron prometían casarse con ella.
En su historia se percibe todo un mar de emociones que para el Cuarón niño estaban ocultas por el sesgo de clase y el racismo que describen las relaciones de poder al interior de un hogar en el México de los años 1960. Incluso allí aparece uno de los momentos que, aunque no lo vivió, marcó el clima de los años que estudió en la universidad, la masacre del Corpus o Halconazo, en la que los paramilitares del presidente Echeverría Álvarez asesinaron a más de 120 estudiantes.
Con esa producción de escenas lentas y fotografía a blanco y negro, el director mexicano volvió a ser nominado a los premios Óscar 2019, allí se enfrentará con la producción de Cristina Gallego y Ciro Guerra, Pájaros de verano. Dos películas que retratan el resurgimiento del cine latino y un imponente estilo de las historias surgidas de la realidad del sur del continente americano.