El prestigioso periodista estadounidense Jon Lee Anderson cree que el Hay Festival está dejando de ser considerado un evento de la cultura de élites, para ser una reliquia popular que da renombre a Colombia y a Cartagena de Indias, ciudad anfitriona.
En conversación con KienyKe.com, el escritor especialista en temas latinoamericanos ofreció su impresión de los cuatro días de encuentro literario, musical y artístico en La Heórica. Habló de lo bueno, lo malo y lo feo del festival y confesó sus impresiones de la charla que moderó con la bloguera cubana Yoani Sánchez.
El Hay Festival es un encuentro cultural que poco a poco se va democratizando. Inicialmente fue visto sólo como un encuentro de élites, aunque algunos siguen calificándolo así. Con lo que percibió, ¿usted cómo lo clasificaría: elitista o popular?
Lo de la cultura no es siempre de élites. Creo que el Hay Festival viene bien como un encuentro donde quizás las élites culturales pueden ventilarse, pueden sacar clavos, pueden compartir. Pero cuando uno ve la afluencia del público y la difusión de estos eventos, no creo que caiga en lo elitista.
He tenido eventos en lugares muy lindos de acá como el teatro Heredia, donde llegan y se codean todos. He visto eventos en los que en el mismo lugar hay gente de mucho peso económico y también gente del pueblo. Es lo lindo de Cartagena; una ciudad donde todo mundo se codea. Y eso es lo lindo del Caribe y de la Costa. Hasta cierto punto, el Hay está inspirado en lo que era la obra de Gabo (Gabriel García Márquez), que es un tipo singular que se mueve entre todos los sectores sociales. Eso ha sido algo propio de Cartagena y que se absorbe en los eventos del Hay Festival.
La calidad de invitados ¿es suficiente para agradar a toda clase de públicos?
Ha habido un amplio y diverso abanico de personajes aquí. No solo hablando de lo político; tenemos desde literatos, gente de izquierda y derechas. Hemos tenido a Yoani Sánchez pero también a Ignacio Ramonet. Tuvimos a Felipe González, a Joe Sacco que es novelista gráfico contestatario norteamericano, tuvimos a Gael García Bernal, quien tiene muchas inquietudes sociales. Todo un sinfín de gente que demuestra el amplio espectro que puede ofrecer el Hay.
Tanta variedad de artistas e intelectuales, no sólo en la literatura, ¿ha motivado a que más público quiera venir?
No es solo literario. Es un evento cultural. Hay conciertos, música, cine. Hay libreros, dramaturgos, escritores; es una celebración de la cultura, quizá con énfasis más fuerte en la palabra escrita, pero no nos viene mal eso en un mundo donde todo lo demás se ha potenciado y la palabra escrita sea la especie en vía de extinción.
¿Ha conocido otros festivales similares en Latinoamérica? ¿Hay comparación con el Hay Festival?
Conozco muchos, pero el Hay Festival es distinto. Es un modelo que muy pocos han logrado copiar. Hay un festival chévere en Brasil que se hace una vez al año. Otros del mismo estilo en la India. Cada cual a su manera lo hace, pero el Hay es el único que tiene dimensión internacional, que viaja entre Gales, Cartagena, Nairobi y España. Ayuda a aglutinar talentos creativos de todo mundo y a beneficiar a los ambientes locales, incentivando y dando nuevas pautas a jóvenes creativos en cada país. Es un punto de encuentro que si no se diera en Cartagena, ¿qué harían el resto del año?, ¿a qué vendría la gente?, ¿solamente a las bodas de los cachacos? Es un imaginario de Cartagena: ser el lugar donde la gente de Bogotá viene a casarse, o a los cruceros, nada más. El Hay Festival, para mí, le saca a Cartagena lo mejor y manifiesta su espíritu de manera distinta.
"Conozco muchos festivales, pero el Hay Festival es distinto. Es un modelo que muy pocos han logrado copiar"
Y hemos visto que los invitados especiales no solamente asisten a sus conferencias, sino que salen a la calle, hablan con la gente, se toman un café y hacen tertulias…
Se ha creado toda una galaxia de compenetraciones en barrios, carretas literarias, charlas o lecturas en escuelas, calles y barrios pobres. Hay una suerte de ‘mini Hay’ en otras ciudades como Riohacha y Aracataca. El Hay es una celebración de todos, en todas partes, que deja más impacto benéfico y hay que celebrarlo.
Una de las más esperadas conversaciones fue la de la bloguera cubana Yoani Sánchez, que usted moderó. ¿Qué impresión le dejó la famosa periodista disidente?
Fue toda una experiencia. Ella es una persona de renombre internacional. Tiene un discurso muy elaborado. Yo, como periodista, me encontré un poco frustrado porque no podía entrarle por ningún lado. No se lo digo de manera negativa, sino que hablar con ella era más como hablar con una política en campaña, que sabe qué va a decir y cuida qué va a responder. Yo no digo que ella tiene intenciones políticas, pero me dejó una impresión más política. Era como hablar con un candidato que otra cosa.
Aunque ella insista que no tiene ninguna intención política…
Casi todo candidato siempre rechaza la política antes de que el pueblo los aclame. No sé, pero vamos a ver qué pasa con ella en el futuro.
Aprovechando su experiencia como periodista en temas latinoamericanos, ¿usted ve a Yoani Sánchez como una futura líder política o gobernante en la isla?
No sé si como gobernante, pero sí alguien que va a pintar de manera muy importante en lo que puede ser la transición en Cuba. Si ella se cuida, sí va a tener un papel importante. Ella tiene toda la compostura y esa mística, esa alquimia propia, indefinible, que tienen algunos como para ser líderes.
¿Cuál será esa ‘mística’ que dice usted que tiene ella, y que quizá no tienen otros disidentes y activistas cubanos?
Es como si yo te preguntara: ¿por qué Bill Clinton hace que todo el mundo sonría cuando él entra en un ambiente? Eso es carisma, algunos lo tienen y otros no. Ella tiene cierto carisma; se adueña del escenario cuando entra en un ambiente; lo siente y lo posee. Es reconocida por el público. Eso es algo que no te lo enseña una escuela. No sé qué es lo que tiene, pero así lo tiene. Mucha gente también lo sintió.
"Ella tiene toda la compostura y esa mística, esa alquimia propia, indefinible, que tienen algunos como para ser líderes."
Dice ella que gracias a esa represión y persecución de sectores del castrismo es que es tan reconocida en el mundo. ¿Si no fuera objetivo del régimen, no sería lo que es hoy?
Claro. Y hay casos donde la eliminación de la represión hace menguar a la persona. No es el final de su historia, pero me viene a la mente a Aung San Suu Kyi de Birmania, que estaba casi venerada como la Mandela de su país, en los años que estaba en arresto domiciliario. Pero ahora que ha podido viajar, es como si se extinguiera en el escenario. Es una observación un poco severa, pero es cierto. Pero Yoani no está en ese plano. Emerge como una mujer relativamente joven, que parece empezar a transitar en un periodo de apertura no política, sino económica y cultural; eso tiene que llevarla a una transición política. Ella está apuntando a ese momento.
Justamente ella dijo en su conferencia que se visualiza como periodista digital de la transición. ¿Está ella pensando en andar un paso más adelante?
Sí claro, ahí es justamente la clave de todo. Ella está apuntando a figurar y a sobrevivir para poder operar en la transición. Y como ha dicho que no quiere que sea sanguinaria, que habla de un solo pueblo cubano, eso es un mensaje aglutinador que no crea recelos. Ella es muy hábil y no está sola. Aunque todavía se pinta como la disidente, en términos prácticos ella es una crítica interna constructiva. Ella no está pregonando una ilusión social. Ella no está pidiendo una invasión norteamericana. Ella está a favor de la unión entre los cubanos del exilio. Es un mensaje de reconciliación y no de venganza.
Con el caso de Yoani y otros discursos de las conferencias del Hay Festival, ¿no queda una sensación de que los latinos seguimos en la búsqueda de referentes ‘mártires’?
Sí. Nos gustan las telenovelas: los buenos, los malos, la desdichada, los vengativos; son los esquemas que son la materia prima de las narrativas y la política. Pero tendemos a pintar a la gente con brocha gorda para verlos así. Y por eso hay desajustes luego, porque no son tal cual.
¿Ha podido disfrutar otras conferencias?
Tuve dos intervenciones mías y el resto de tiempo me han estado entrevistando (risas). También Fui a lo de Joe Sacco y fue lo único a lo que asistí como espectador.
¿De las que se perdió, acuál le hubiera gustado asistir?
A Felipe González, conversatorios de Héctor Abad y el de Gael García Bernal.
"Uno no puede estar en Cartagena sin darse cuenta que hay una desigualdad social aquí. Que hay una vida extramuros y otra intramuros"
Ya que menciona a Gael, comentarios tras la conferencia decían que no hubo tiempo para aprovechar al máximo una charla como la de él, que se redujo a temas artísticos y no a él como persona. ¿Está de acuerdo con el manejo de los tiempos?
El espacio de la tertulia de una hora anglosajona es bastante efectivo, pero ellos se empecinan en eso, porque ven que obliga a la gente a rendir en esa hora. Fuera de eso, la gente busca agarrarlos en los pasillos y hay oportunidad para que los periodistas le saquen más con las entrevistas.
La cuestión no es solo de tiempo en las tertulias, sino el tiempo en general. No hay nada perfecto, pero es estimulante la experiencia como tal. Estos tres días de tertulia y charla de ideas son estimulantes.
Pero entonces ustedes, los invitados especiales, no tienen tiempo para disfrutar bien el Hay Festival. ¿Hará falta más tiempo?
Sí. Hay festivales que duran una semana. Pero como está configurado el Hay, no sé si da para eso. He estado en festivales que tienen tres días y son dos días de gran agitación y el tercero ya hay agotamiento.
¿Para usted, qué fue lo bueno, lo malo y lo feo del festival? Si me responde que en lo malo está que los periodistas no le dejamos disfrutar las conferencias, se la valgo…
(Risas) Lo bueno es que son tres días de tertulia, estímulo, talentos diversos en un ambiente tan agradable como el de Cartagena.
Lo feo, es que uno no puede estar en Cartagena sin darse cuenta que hay una desigualdad social aquí. Que hay una vida extramuros y otra intramuros. Es algo que sería bueno sanear. Y creo que Colombia está haciendo progresos en otros aspectos, pero la pobreza aún es fea. Y lo malo… hasta ahora no me ha tocado nada malo.
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Jue, 06/02/2014 - 06:28
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