Feria de Cali: “Son los charcos, mi amor”

Mar, 26/12/2017 - 13:35
Como en esa canción de Fruko y Sus Tesos, ‘Los Charcos’. Como Rosario, la de la canción, venían sonrientes los bailarines. Galantes, luciendo sus trajes, por las calles del lugar. El lugar era
Como en esa canción de Fruko y Sus Tesos, ‘Los Charcos’. Como Rosario, la de la canción, venían sonrientes los bailarines. Galantes, luciendo sus trajes, por las calles del lugar. El lugar era la Autopista Suroriental, 1.500 metros por los que avanzaba el Salsódromo, entre miles de caleños que rodeaban el circuito con aplausos y gritos de euforia. Los zapatos negros de tela y escarcha repicaban sobre los charcos. Pasos firmes, marcados, aprendidos con miles de horas de ensayo. La calle ya había comenzado a inundarse por la lluvia, pero a los bailarines parecía no importarles. Un, dos, tres, brinco, punta, talón, siete, ocho, el agua caía torrencial sobre el sur de Cali y el alma de los caleños acompañaba la proeza de los 1.000 artistas que se rehusaban a abandonar el Salsódromo. [single-related post_id="802001"] Eran las 9:15 de la noche y hacía pocos segundos una voz brillante, seguramente la de un locutor invitado, anunciaba por uno de los 130 parlantes del evento la suspensión del emblemático Salsódromo de la 60 Feria de Cali, ese desfile que este año llegó a su décimo aniversario y que desde hace varias semanas había sido objeto de polémicas de toda índole. El anuncio cayó entonces como un “aguacero de mayo” -como diría Ismael Rivera-. La fiesta del inicio de la Feria de Cali 2017 había terminado, según parecía. No obstante, la gallardía y el amor propio de los artistas de las escuelas de salsa caleñas estaría por encima de todo y dejaría una conmovedora enseñanza.

***

Desde horas de la tarde las nubes negras se habían paseado por el sur de Cali llegando desde los Farallones, amenazantes y robustas, de un color plomizo. Durante los ensayos de Guayacán sobre su carroza en el puente de la Autopista con Carrera 56, el aguacero amagó y el cielo tardó en romper en llanto. Incluso el sol apareció un rato, rasgando la bruma, dándole color a la tarde con una luz cálida, conocida por todos. Hacia las 6:05 de la tarde las caravanas comerciales del Salsódromo iniciaron su andar sin contratiempos, con aquella luz conocida todavía a cuestas, en medio del bullicioso murmurar de los espectadores. Por alrededor de una hora el clima se mantuvo como entonces, pero con el paso del abanderado Camilo Zamora por la Autopista, abriendo el Salsódromo oficialmente, llegó la lluvia como un bautizo inesperado. [single-related post_id="801914"] El agua se soltó poco a poco y se convirtió entonces en la prueba final que debía pasar el Salsódromo, un evento que, pese a ser el más querido por los caleños en el contexto de la Feria de Cali, había sido objeto de todo tipo de ataques de personas interesadas en obtener réditos políticos, creando zozobra y generando división con el tema del cerramiento necesario para garantizar la seguridad. Los riesgos técnicos para que avanzase el Salsódromo bajo la lluvia eran evidentes: siete kilómetros de cableado para garantizar el sonido de nueve consolas digitales de 32 canales, 2.000 máquinas luminarias en riesgo de averiarse, y, sobre todo, 1.000 bailarines que estaban exponiendo su integridad al continuar haciendo todo tipo de pasos y piruetas durante el recorrido. La “lluvia cruel” -como diría el Gran Combo de Puerto Rico-, ya había comenzado a empantanar el asfalto y los más de 100.000 asistentes aguantaban la emparamada entre sonrisas y gritos de agradecimiento hacia los artistas.

***

Suena al fondo ‘Sonido bestial’ de Richie Ray & Bobby Cruz. Frente a la gradería 43 llegan bailando los muchachos de ‘Expresión Latina’, una de las 30 escuelas profesionales de salsa que bailaban este lunes sobre la Autopista. Ya habían pasado escuelas como ‘Swing Latino’, la comparsa de los bailadores de antaño e incluso el tren de los bailarines más pequeños, la nueva generación que es la semilla plantada del talento del baile caleño. El aguacero ya era insoportable. “¡Vamos, repica, repica sobre el charco! ¡Vamos!”, gritó entonces uno de los asistentes técnicos a las cuatro parejas que componían el grupo. Llegó la descarga de timbal y piano del maestro Ricardo y los bailarines comenzaron a zapatear el agua con furia, rompiendo el espejo líquido del charco, salpicando con violencia hacia todo lado. “Vamos tocando como bestias”, cantaban por los parlantes Bobby y sus coristas, mientras la imagen se convertía en una suerte de acto de resistencia poética, una sublevación contra la naturaleza, una pequeña revolución en medio de la Autopista, frente a los ojos de todos los caleños. La escena tomó tintes épicos. Diez meses de ensayos que se resumían entonces a eso: a poder bailar, sin importar qué ni cómo, por las siete paradas donde ellos, los artistas, presentarían sus coreografías, donde desfilarían sus vestidos y sus maquillajes, ya corridos por el chubasco.

***

Algunos caleños comenzaron a evacuar, como lo pedía la voz que salía por los parlantes. El espectáculo debía llegar a su fin, sin que tuviesen la oportunidad de terminar el recorrido bailando y sin que salieran a escena el Grupo Niche y Guayacán. Sin embargo, la mayoría de los espectadores, en sintonía con los bailarines, se quedaron en sus sitios, viéndolos pasar saludando. ¿Cómo no quedarse ahí, emparamándose bajo semejante diluvio, cuando todos los muchachos de las escuelas seguían pasando frente a todos, dejando la piel pese al cansancio, contra el peso del cemento andado en los pies y la ropa mojada sobre sus cuerpos? ¿Cómo no aguantar el aguacero ahí parados, cuando los pelados seguían dando brincos, lanzadas y cargadas, cayéndose, raspándose en el asfalto húmedo? Era lo menos que se podía hacer: agradecer el sacrificio y aplaudir la hazaña. [single-related post_id="801917"] El Salsódromo de esta 60 Feria de Cali será inolvidable para todos los que lo vivieron. No solo por la mojada, sino porque pese a todas las adversidades que enfrentó, pese a tener que haber sido suspendido por la lluvia, para proteger la integridad de los artistas, es sin duda alguna el mejor que se ha hecho hasta la fecha. Porque aquellos muchachos bailando sobre charcos son una metáfora de lo que es Cali, de lo que significa ser caleño: como quien repica con el agua hasta los tobillos, ser caleño es enfrentar los problemas con entereza y alegría, con perseverancia y sin miedos, para superarlos con resiliencia, con una sonrisa en la cara, como bailando salsa con la vida. Cali es nuestros pelados de las escuelas bailando sobre charcos en el Salsódromo. Cali es una ciudad que avanza bailando sobre charcos. Por Heinar Ortiz Cortés Alcaldía de Cali 
Más KienyKe
El encuentro tuvo lugar en la Casa Blanca y abordaron una amplia gama de asuntos regionales y bilaterales.
La Corte lo llama a juicio por el proceso que le adelanta por injuria en contra de Gustavo Bolívar.
Las comisiones económicas del Congreso estuvieron de acuerdo en archivar este proyecto.
Esta inspección se produce apenas una semana después de que Ricardo Bonilla presentara su dimisión como ministro de Hacienda.
Kien Opina