El ingeniero Jaime García Márquez, el mayor de la familia, está molesto. La mayoría de los biógrafos de su hermano Gabo y de su familia han pasado de largo por la pequeña población de Sucre (Sucre) sin reparar en San Luis de Sincé, la verdadera cuna de la pluma de Gabo. Allí está aún la casa de balcón volado sobre la plaza donde Gabriel Eligio, conocido como ‘El telegrafista de Aracataca’, montó una farmacia. Allí residieron los García Márquez después de pasar por Barranquilla, en 1936, antes de trasladarse a Sucre (Sucre), donde en realidad ocurre el grueso de su obra.
Lugares llenos de recuerdos siguen vivos en San Luis de Sincé. Allí, unas cuadras abajo de la farmacia está la placita de la Cruz, donde vivió Argemira, la niña Gime, la abuela de apellido Paternina, descrita en ‘Vivir para contarla’, como una mujer alegre que tuvo varios maridos. Ella fue la abuela que está intacta en el patio, sobre las astillas que recortan la brisa.
Este pueblo guarda el rastro de sus apellidos Martínez y Osorio. Y Jaime, el hermano más querido está rabioso porque Gerald Martin, el traductor y biógrafo oficial de Gabo, le da muy duro a la figura paternal de los García-Márquez, al viejo Gabriel Eligio, nacido en Sincé, tierra de porros y de escritores.
Jaime García Márquez, hermano del Nobel, ha defendido a su padre ante la imagen que de él presenta el biógrafo Gerald Martin.
Jaime García Márquez es un sabanero total. Así lo expresó a su primo hermano el ex ministro Carlos Martínez Simaham, con quien llegó a Galeras para presenciar la cultura efímera más importante del mundo, los cuadros vivos de la tierra de colores.
Para Jaime, todo el andamiaje literario de Gabo está en esta tierra mágica, donde el Nobel halló la libertad del patio y una gama de primos de todos los colores, que lo enseñaron a cazar tortolitas, a casar burras y a entender al Macondo que se le abría a sus ojos.
Según Carlos Martínez, la crítica apunta hacia un abuelo materno de apellido Márquez, guajiro, liberal, peleador de la Guerra de Los Mil Días, como la figura fuerte en la familia y en la obra del Nobel. Pero aparece ahora una nueva tesis, según la cual los grandes sacrificados en la biografía de Gabo son el pueblo de sus ancestros, San Luis de Sincé y la figura paternal que queda perdida en la memoria de Aracataca.
Esta es la casa en la que vivió Gabo en su niñez, en San Luis de Sincé.
Reclaman los críticos, que están bien dolidos, que Gerald Martin, a lo largo de la biografía, no hace más que atacar la figura de Gabriel Eligio, el maestro de escuela Sinceano, un hombre gallardo y enamorador, hijo de una mujer alegre que no tuvo más remedio que ponerle su apellido, ante la duda del padre que no lo amparó. Así era antes, cuando la mujer era alegre, cargaba el bastardo con el peso de su propio apellido.
Así las cosas, Gabriel García Márquez no sería Márquez sino Martínez, primo hermano del ex notario Osorio y de Carlos Martínez Simulan. El ataque o el desconocimiento de la figura paternal por los críticos, ya sea por el Grupo de Barranquilla o por los biógrafos, especialmente de Martin, obedecería a una tara del biógrafo, con problemas de frialdad y distanciamiento con su padre desde niño. El biógrafo ha sido implacable.
Por eso Jaime iniciará, según Martínez, una cruzada en la defensa de su padre y en favor de la zaga del Nobel, escribiendo unos textos para que el mundo conozca la verdad del patio y de Gabriel Eligio.