La mujer que hundió al ex alcalde de Medellín

Mié, 29/02/2012 - 16:00
María Eugenia Carreño Gómez, la procuradora delegada para la vigilancia de asuntos y la función pública de la Procuraduría General de la Nación, se toma 16 tazas

María Eugenia Carreño Gómez, la procuradora delegada para la vigilancia de asuntos y la función pública de la Procuraduría General de la Nación, se toma 16 tazas de tinto al día, la misma cantidad de suéteres que tiene en el penúltimo cajón de su biblioteca, en la oficina del piso 17 del Ministerio Público.

Desde allí ha emprendido las investigaciones que llevaron a las destituciones del ex gobernador del Valle Juan Carlos Abadía, el ex alcalde de Bucaramanga Fernando Vargas Mendoza y el ex gobernador del Magdalena Ómar Diazgranados, entre otros. Ahora preparó el fallo sancionatorio contra Alonso Salazar por participación en política cuanto éste era alcalde de Medellín. Lo inhabilitó por 12 años para ejercer cargos públicos.

Carreño llega con diez minutos de antelación a la cita. Esta mujer de 43 años, que alcanza el metro con 62 de altura gracias a los tacones, habla con firmeza. Entra a la oficina, saluda a sus subalternos y segundos después extrae de un cartón rojo un disco compacto que reproduce en su equipo de sonido. Es el concierto para piano No. 18 en Si mayor de Wolfgang Amadeus Mozart.

Dice que le encanta la música clásica y que, si por ella fuera, melodías de Mozart, Beethoven, de Chopin o de Stravinski ambientarían todos los momentos de su día a día.

Hasta cuando cursaba décimo semestre de derecho en la Universidad Santo Tomás de Bucaramanga, Carreño soñaba con ser periodista de televisión. Pero nunca pudo hacerlo por falta de dinero.

Carreño nació en Socorro (Santander) pero creció en San Gil. Su papá tenía afiliado un bus a Copetran y su mamá era propietaria de una pequeña miscelánea en la terminal de Bucaramanga. Ellos criaron a María Eugenia, la quinta de seis hermanos, cuatro mujeres y dos hombres.

El procurador Ordóñez es un invitado constante a las celebraciones familiares de María Eugenia Carreño.

En diciembre de 1986 se graduó del Colegio de la Santísima Trinidad de Bucaramanga, conocido como Las Pachas. Quería salir de Santander y estudiar periodismo en Bogotá.

En mayo de 1987, cinco meses después de haberse graduado del colegio y luego de trabajar en la miscelánea de su mamá, sus esfuerzos por irse a Bogotá no habían dado frutos.

Pasado medio año, María Eugenia seguía pensando qué hacer con su vida. Un día, mientras estaba sentada en el sofá de su casa, vio pasar a un bus y leyó el recorrido de la ruta que este llevaba: Santo Tomás-Los Pinos. Entonces se le ocurrió que podía estudiar derecho en la universidad Santo Tomás de Aquino. En el colegio había recibido algunas bases en derecho laboral. Decidió presentarse a esa carrera como una opción para acercarse al periodismo.

Su padre, quien siempre la animó a seguir con los estudios en derecho que había iniciado, se quedó con la nostalgia de poder hacerse a un tracto-camión. Su patrimonio era una casa y un camión afiliado a Copetran, que logró remplazar años más tarde por un bus de los que en Santander llaman ´cachuchas´.

En junio de 1987 María Eugenia Carreño inició sus estudios de derecho. En la clase de Filosofía del Derecho, en primer semestre, conoció al hoy Procurador General de la Nación, Alejandro Ordóñez, conocido en Bucaramanga como ´el Dr. Lalo´. Carreño acota, entre risas, que el Dr. Ordóñez, quien es su gran mentor, nunca se aprendió su nombre y que ella era apenas una alumna del montón.

Con el paso del tiempo Alejandro Ordóñez volvió a su vida. Cuando cursaba el octavo semestre se lo volvió a encontrar en la cátedra de Ética Profesional.

En su primera comunión y cuando cumplió 15 años, como cualquier niña humilde de Bucaramanga.

Ya en décimo semestre, cuando los estudiantes de derecho deben elegir si hacen una tesis o prestan servicio a la administración de justicia, se encontró de nuevo con el entonces Ordóñez, quien por entonces era magistrado.

Carreño tenía claro que quería realizar la judicatura en derecho laboral. Pensaba hacerla con la juez laboral Laura Elsa Gamarra, pero según cuenta el destino es Dios y le tenía preparado otro rumbo.

Una tarde al salir de la universidad se encontró con un profesor, el Dr. José Padilla Billar, quien siendo Magistrado del Tribunal Administrativo de Santander le ofreció hacer la judicatura allí. Carreño decidió aceptar la propuesta.

Mientras hacía sus prácticas, en 1993, el Dr. Padilla falleció y en su reemplazo fue designado Alejandro Ordóñez Maldonado.

Pasados quince días, Ordóñez le preguntó si trabajaba en el tribunal. Seguía desconociendo a la mujer a quien le había dictado clases y que ahora le llevaba los expedientes, recibía testimonios, contestaba el teléfono, iba a la secretaría del Tribunal y llevaba los documentos para que él los firmara.

La destitución del ex gobernador de Valle Juan Carlos Abadía es la más dura sanción disciplinaria contra un gobernante en ejercicio.

Poco a poco Ordóñez fue conociendo a Carreño, quien se ganó su confianza por su eficiencia en el trabajo. Entre 1993 y septiembre de 1997 fue Auxiliar de Ordóñez y otros magistrados. Pero con Ordóñez tuvo un vínculo especial.

En 2000 Ordóñez Maldonado fue nombrado Consejero de Estado. En marzo de ese mismo año Carreño se radicó en Bogotá para seguir trabajando de la mano del hoy Procurador.

Desde entonces han trabajado juntos. En diciembre de 2008, cuando Ordóñez fue elegido Procurador, no dudó en nombrar como Procuradora Delegada para la Vigilancia y la Función Pública a quien hoy se conoce como ´La Dama de Hierro de la Procuraduría’: María Eugenia Carreño.

El vínculo entre Carreño y Ordóñez es tan fuerte, que ambos asisten con devoción a las misas de Iglesia Lefrebvrista en los barrios La Soledad, en Bogotá, y San Francisco, en Bucaramanga.

Carreño no le presta atención a quienes se refieren a la entidad en la que trabaja como la ´Asustaduría´ o la ´Torturaduría´. Reza todas las noches el Rosario y está decidida a ser la escudera del Procurador.

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