Pocas cosas peores que una tusa en la vida hay. Y de esto sí que sabía el maestro Julio Jaramillo, experto en sentimientos de despecho y desamor, inspiradores de sus creaciones musicales. Nada como una buena tusa para componer, decimos los músicos, y a fe que es así, pues ese sentimiento de “moridera”, tan único y para el cual no hay medicamentos, es fuente y germen de procesos creativos que han hecho historia.
Lo de Estados Unidos a Petro es un golpe certero y contundente a su ego desbordado, a su megalomanía. Un individuo sin Dios ni ley y que, en su delirio, cree que puede pasar por encima de todo, simplemente por quererlo así y que, como buen adicto, según dicen, va arrasando como huracán rugiente con lo que encuentra a su paso, que siente límites y, por fin, se le paran derechito, tiene que estar muy entusado y, por qué no, asustado. No es cosa menor haber sido llamado por su nombre por el presidente Trump, haber sufrido por el fallo de segunda instancia en Derecho a favor del presidente Uribe, estar incluido en las listas de la OFAC y saberse cada vez más cerca del precio en divisa norteamericana por su cabeza. El granuja no debe estar muy tranquilo. Para terminar su desdicha, ayer algunos medios de comunicación, al registrar la jornada de consulta del pasado domingo, manifestaron que “algunos cuadros de la izquierda quedaron muy rezagados y podría decirse desde ya que se quemarían en marzo.”
Esto es sencillo y se llama consecuencia. Ahora no salgan a creer que son actos de retaliación, justicia vindicativa, movidas del imperialismo y capitalismo yanqui ni nada de esas locuras. Esto, señor lector, es simplemente lo que debía pasar y que, aunque llega tarde, se recibe con gratitud. Mejor aún, no es que llegue tarde, es que jamás debió pasar, pero lamentablemente este es un país de desmemoriados que a veces se confunden entre la complicidad y la amnesia, y ese entrevero, por la causa que sea, es prácticamente fatal. No en vano hoy estamos así, en gran medida, por esa porción del pueblo de Petro que cohonesta con la delincuencia y es laxa con la ilegalidad.
Las causales para hacerse a un cupito en la lista OFAC son las siguientes, tener nexos con el narcotráfico, el lavado de activos, el terrorismo, perpetrar violaciones de derechos humanos y estar inmerso en actos de corrupción. Petro las cumple todas y tipifica a la perfección las conductas. No le faltó detalle. Hagamos memoria, apoya y es cómplice de los narcoterroristas de las FARC-EP, fue miembro activo de un grupo narco guerrillero, violador sistemático de los DD. HH. y del DIH, y creo que la lista de actos de corrupción se haría interminable, pero les recuerdo uno de los más recientes, el de la UNGRD, en cabeza del hoy prófugo de la justicia Carlos Ramón González Merchán, uno de los más grandes hampones de nuestra historia reciente y a quien Petro, por su entrañable amistad con este bandido, ayudó a fugar. Ah, y también delinquía bajo las banderas del M19, hoy le corre una circular roja de Interpol.
En este momento, Petro balbucea su tusa entre copas y sollozos, “No me toquen ese vals porque me matan, pues Trump me lo cantaba, y como él, nadie más…”
Abrazo cálido. Seguimos trabajando y aguantando. Falta poco.
@muiscabogado
