La mujer que prestó su vientre a una hermana

Mié, 01/05/2013 - 16:31
El parto de María Victoria se complicó a último momento cuando la bebita dio un giro total dentro de su vientre y debieron hacerle una cesárea. Perdió mucha sangre, lo que le generó una anemia q
El parto de María Victoria se complicó a último momento cuando la bebita dio un giro total dentro de su vientre y debieron hacerle una cesárea. Perdió mucha sangre, lo que le generó una anemia que la tuvo en el hospital otros dos días. Cuando la niña, Juliana, nació, el obstetra la puso en manos de Patricia, la hermana de María Victoria, que era la única que la acompañaba en la sala de parto. De ahí en adelante Patricia y su marido, Andrés, criaron a la niña como propia. María Victoria volvió a Manizales y se tomó dos meses de maternidad que le pareció como unas maravillosas vacaciones sin responsabilidades, pues no tenía un bebé al que cuidar. Casi un año antes, al tiempo en que María Victoria y Marcel, su marido, decidían que no tendrían más hijos, pues ya tenían la pareja con la que siempre habían soñado, Patricia confirmó lo que ya le habían asegurado desde que era una joven cuando la operaron de unos quistes en los ovarios: no podía tener hijos. María Victoria y Marcel habían viajado a Bogotá y una tarde mientras conversaban con Patricia y Andrés, Marcel preguntó qué posibilidades había de que su mujer tuviera un hijo por inseminación artificial para Patricia y su marido. –Pues, si no tengo que tener relaciones sexuales con Andrés, yo no tengo problema –respondió María Victoria, de 31 años, quien nunca tuvo problemas con sus dos embarazos y dijo estar lista para tener otro bebé. Patricia se sorprendió mucho. No lo creía, debió digerirlo. A ella y a su marido les preocupaba que todo el peso lo iban a cargar María Victoria y Marcel. Se preguntaban si se arrepentirían, pero ambos les aseguraron que lo habían pensado mucho y por eso habían hecho la propuesta, pues no tenían ninguna duda. –Si no es mío, con mi marido, no es mi hijo. Yo simplemente me preparo –agregó María Victoria. A Patricia le preocupaba mucho que a mitad de camino su hermana se arrepintiera, y además ella no sería capaz de exigirle que le entregara el bebé si este fuera el caso. Le daba mucha tranquilidad ver la tranquilidad de su hermana y su marido, especialmente ver tan segura a María Victoria sabiendo lo que quería y lo que no quería. Sentían, sin embargo, que estaban abusando de su hermana y su marido mientras ellos “andaban en coche”. Así fue que le dieron todos los gustos y aceptaron todas sus condiciones. Para María Victoria era imposible viajar a Bogotá tres días cada mes para hacerse los controles, entonces exigió que la tratara un médico en Manizales. También le daban antojos de pasta todo el tiempo, y su hermana y su cuñado la llevaban a comer al mejor restaurante de comida italiana. Vientre prestado, Kienyke Patricia tenía 27 años cuando su hermana le propuso tener un bebé para ella por medio de inseminación artificial. María Victoria llevó su embarazo como sus dos anteriores, hablándole y cantándole al bebé. –Patricia, ¿para ti no era doloroso no poder estar con el bebé todo el tiempo? –Mira, nosotros vivimos el embarazo a nuestra manera. Primero lo disfrutamos porque cada vez que veíamos a mi hermana iba creciendo la barriga. Le dábamos gusto para nosotros disfrutarlo también. Cuando iba a comprarle ropa a María Victoria, en la tienda me preguntaban cuántos meses tenía y yo respondía que siete. Le compraba toda la ropa y me la ponía, y las vendedoras me miraba pensando que estaba loca. –¿Sus papás son católicos? –Sí. –¿Y cómo tomaron todo el asunto? –Mis papás lo tomaron muy normal en lo que tiene que ver con religión. Lo que les preocupaba era la ignorancia de la gente con respecto a la inseminación artificial y que comenzaran a verlo como un monstruo. Nos daba miedo contarle a nuestro abuelo, que vivía en Cali, entonces María Victoria escondía la barriga, no queríamos contarle. Después le contamos y él nunca dijo nada. Para quien más difícil resultó el asunto fue para el suegro de María Victoria, un hombre muy tradicionalista y religioso quien tuvo un poco más de aprehensión. Los termos con el semen de Andrés iban y venían en avión y en carro. Una vez casi lo dejan en el parqueadero de un restaurante en la carretera donde se bajaron a tomarle fotos al termo sobre el techo del carro del que casi se olvidan cuando arrancaron, cuentan muy divertidas y Juliana se ríe mientras se le colorea la cara.  Decidieron que el parto sería en el Hospital Militar en Bogotá, donde Patricia trabajaba como terapeuta, y el director del hospital decidió correr con todos los gastos cuando se enteró de los detalles del caso. Para ellos sería un honor. Entonces los hijos de María Victoria tenían un poco más de 2 y 4 años. Cuando comenzaron el proceso de la inseminación ella fue muy clara y concreta con ambos y les explicó que iban a tener un bebé para Andrés y Patricia, quienes no podían tener hijos. Más adelante cuando los niños se ponían bravos con ella le decían con rabia: “Pues es que como tú regalaste a Juliana…”, cuentan ambas hermanas riéndose. María Victoria supo que estaba embarazada el Día de la Madre y llamó a Patricia a desearle feliz día. Entonces no existían leyes para lo que hicieron y cuando nació Juliana registrarla fue complicado, entonces lo hicieron como hija de María Victoria y Marcel y a los nueve meses la dieron en adopción a Patricia y Andrés. No existía otra manera. Bienestar Social visitó a Patricia y a Andrés en su casa y cuando les preguntaron si conocían a la pareja que les iba a dar una hija en adopción asintieron y dijeron que era su hermana, que ya tenía muchos hijos y les había dado ese. Nunca dijeron que habían hecho inseminación artificial pues no existían leyes que los ampararan. Vientre prestado, Kienyke Teniendo una madre y una madre biológica, Juliana ha recibido más amor que cualquier otra persona con solo un padre y una madre. Patricia no ve a Juliana como una hija adoptada. Es suya y nada más. Y el único momento que fue duro para María Victoria fue la firma de los papeles de adopción. –Me sentí como la mamá mala que estaba entregando a su hija que no quería tener. Si no hubiera tenido que firmar nunca se me hubiera pasado ese pensamiento por la cabeza. –María Victoria, cuando te despertaste y ya no tenías a Juliana en la barriga, ¿no hubo una sensación de pérdida, arrepentimiento, dolor? –Nada, absolutamente nada. En ningún momento. Yo creo que Dios sabe cómo hace sus cosas. Hasta el sol de hoy no he tenido dudas. El hecho de que una madre alimente a su hijo durante la época de lactancia genera un vínculo emocional entre ambos. Por eso María Victoria jamás alimentó a Juliana y le dieron un remedio que detenía la leche materna, lo que le generaba mucho mareo y sentía que se iba a desmayar. Tenía mucha anemia por la sangre que había perdido y estaba desanimada por estar enferma. A duras penas podía abrir los ojos y jamás cuidó a Juliana ni una sola noche. En el Hospital Militar se propagó la historia y comenzó un desfile en la habitación de la madre biológica de gente que quería conocerla, a Juliana y a su madre. Entonces María Victoria pidió que se llevaran a Juliana con Patricia a otro cuarto y solo así pudo descansar y comenzar a recuperarse. Se negó, por motivos religiosos, a ser la madrina de Juliana pues los padres no pueden ser los padrinos. Pero Marcel sí fue su padrino. Vientre prestado, Kienyke Juliana asegura que también le prestaría el vientre a su hermana si esta no pudiera tener hijos. Juliana no se acuerda cuándo le contaron toda la historia. Para ella siempre fue muy normal, e incluso se le hace muy raro estar hablando del tema pues no lo considera siquiera un tema de conversación. María Victoria, que es psicóloga, le aconsejó a su hermana y su cuñado manejar el tema con total naturalidad como lo hizo ella con sus hijos. Cuando Juliana tenía 3 años le preguntó a su mamá si había estado en su barriga. Patricia se paralizó y luego le dijo: –No. –¿Estuve en la de la abuela Lulú? –Tampoco –dijo mientras pensaba una respuesta, y luego agregó –Estuviste en la barriga de la tía Vicky porque eras una bebé muy grande y yo tenía la barriga muy chiquita y no cabías, entonces la tía Vicky me dijo, ven y yo te la cargo. Cuando la niña tenía 4 o 5 años volvió a preguntar por qué había estado en la barriga de su tía y Patricia le explicó que su semilla no funcionaba porque había tenido una cirugía, entonces que la había tenido la tía. Juliana le preguntó: “¿Y lloraste mucho?” A medida que pasaron los años Patricia le fue agregando complejidad a su explicación. Y cuando la llamaron del colegio de Juliana a decirle que la niña se estaba inventando que tenía hermanos (refiriéndose a sus dos primos), debió explicarles la situación para que pudieran manejarla con naturalidad. –Juliana, ¿cuántas mamás tienes? –Una. Pero, pues depende de cómo lo mires. Tengo una mamá biológica y una mamá. Y tengo dos hermanos, que son los hijos de Vicky. Desde bebé pasaba las vacaciones con ellos y desde toda la vida han sido mis hermanos. –¿Tendrías un bebé para tu hermana? –Yo creo que sí. En un momento, cuando tenía 17 años, otra de mis tías no podía tener bebés. Lo intentó mucho y entonces yo le ofrecí mis óvulos. Pero no se pudo porque yo era menor de edad. Si alguien lo hizo por mí, yo lo haría por alguien.  
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