El año pasado, cuando María Consuelo Araújo asumió el reto de consolidar la negociación de la Frontino Gold Mines, nadie, quizá ni ella misma, imaginó que en menos de un año se convertiría en la zarina del oro en Colombia.
La liquidación de la Frontino Goldmines, la mayor mina de oro y plata bajo tierra en Colombia, ubicada en los municipios de Remedios y Segovia, la inició el gobierno de Uribe en septiembre de 2004. Pero fue sólo el 13 de junio del año pasado cuando su liquidador, Luis Fernando Alvarado, pudo darle vía libre a la venta con el levantamiento de las medidas cautelares que hizo la Superintendencia de Sociedades. Frente a este nuevo escenario, en una reunión en la Casa de Nariño, el presidente Álvaro Uribe le propuso a los venezolanos Serafino Iacono, Miguel de la Campa y Ronald Patin, propietarios de la petrolera Pacific Rubiales, adquirir la valiosa mina. Apareció luego el nombre de su ex canciller, María Consuelo Araújo, para liderar el proceso, que no dejaba de ser complejo. “La Conchi”, quien estaba dedicada a asesorar en temas de responsabilidad social empresarial a distintas multinacionales, estaba lejos del tema de la minería. Llegó al cargo por sugerencia de Augusto López, quien compartía junta directiva con los venezolanos.
Los pesos pesados: Serfino Iacono, Juan Manuel Pelaéz, Miguel de la Campa.
Los venezolanos decidieron adquirir la Frontino Gold Mines a través de la compañía Gran Colombia Gold, con sede en Canadá, y cuyos principales accionistas son Serafino Iacono, Miguel de la Campa, José Francisco Arata y Juan Manuel Peláez, quienes también controlan Pacific Rubiales y Medoro Resources, dos de las compañías que forman parte del boom minero colombiano. María Consuelo Araújo fue nombrada Presidente (CEO) de Gran Colombia Gold, propietaria también de las minas El Zancudo, Carla Gran Colombia y Providencia, en Antioquia, y Mazamorras, en Nariño.
En los 155 años de existencia de la mina, abierta por ingleses de la familia White, que se quedó en Colombia, 35 fueron de dificultades en la operación, dejando un billonario pasivo pensional y un sindicato muy activo. De allí que uno de los trabajos fundamentales de María Consuelo Araújo fue responder por el pasivo pensional. El 11 de marzo de este año se cerró la negociación, con la transferencia al Instituto de Seguros Sociales de la totalidad del valor de la deuda adquirida con los trabajadores.
El estreno de Gran Colombia Gold en la Bolsa de Toronto a comienzos del año.
Medoro Resources, la otra empresa de propiedad del mismo grupo de accionistas ‒venezolanos en su mayoría‒ que forma parte de la fusión, ya era dueña de otra de las minas tradicionales: la de Marmato. A comienzos de 2008 le compró al Grupo Pacheco-Colpatria la sociedad Mineros Nacionales S.A., propietaria de las licencias en Marmato, por 35 millones de dólares. Con esto, controlan 95 de las 117 minas legales que existen en esa zona de Caldas.
Con la decisión de hoy en Canadá, la unión de las dos compañías convierte a Gran Colombia Gold “en el primer productor de oro de Colombia con los recursos, costos de estructura y fortaleza financiera para competir globalmente”, según afirmó Serafino Iacono. Y a María Consuelo Araújo, su Presidenta, en la zarina del oro en Colombia.
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