En las magníficas calles de Barcelona, al unísono, miles de personas exigieron –exigen y exigirán– la independencia de Cataluña. Y esa batalla histórica ha alcanzado en estos últimos días su punto más intenso. Las duras imágenes de los enfrentamientos entra la Policía y los manifestantes le han dado la vuelta al globo. Todo mundo tiene los ojos en España.
“¿Quiere que Cataluña sea un Estado independiente en forma de República?”: esa fue la pregunta que se hizo en el referendo. El censo electoral era de 5.343.358 personas. De ellas votaron el 42.35% (2.262.424) El 90, 09% de ese último grupo le dijo que Sí a la independencia.
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José German Burgos, director del Doctorado en Estudios Políticos y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Colombia dijo en Kienyke.com que “jurídicamente, el referéndum no es vinculante en la medida que no se adaptó a las normas constitucionales españolas, y en ese sentido tampoco se adaptó a las normas del estatuto de Cataluña”.
Adicionalmente, por la presión del gobierno español y la policía, las condiciones para que se realizara el referéndum eran inviables. Eso en términos fácticos, políticamente “los resultados muestran el serio problema que hay al interior de Cataluña que los actores se niegan a resolver”, dijo el profesor Burgos.
Así las cosas, Carles Puigdemont, presidente de la Generaliat expresó que, por los resultados de la consulta “Cataluña se había ganado el derecho a constituirse como un estado independiente en forma de república”.
Las salidas posibles
La comunidad internacional tiene un papel muy importante en la solución del problema: las Naciones Unidas, la Unión Europea. Esas instituciones deberían establecer una mediación que se justifica por el quebrantamiento de la Paz internacional.
Por esa vía sería posible, como opción de solución al conflicto, entre otras cosas, la opción de que Cataluña sea un Estado Federal. Otra sería que la consulta fuera aceptada por las dos partes, es decir que su carácter, en términos jurídicos y políticos sí sea vinculante.
“Si se profundiza la ola de represión por parte de España se estarían sentando las bases para una declaración unilateral, bajo el principio de que el Estado no estaría garantizando las condiciones del juego democrático”, argumentó el experto.
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Ahora, si desde el parlamento catalán se decidiera sí o sí declarar la independencia –lo que podría darse muy pronto–, el gobierno español no tendría otra salida que desconocer a las autoridades catalanas.
Las diferencias lingüísticas y culturales; la desventaja entre los aportes económicos de Cataluña a España respecto lo que recibe; las banderas separatistas que han defendido los líderes de la izquierda. Y la historia son sólo algunos de los factores, los más importantes al menos, que explicarían los deseos independentistas de Cataluña.
¿Y por qué, simplemente el estado español no deja que Cataluña decida su destino? “La típica defensa de la integridad territorial y de la soberanía, y que es todo un mito del estado moderno respecto al que las elites siempre son muy celosas”, explicó el profesor Burgos.
Además, si se concretara la independencia de Cataluña, otras nacionalidades españolas que históricamente han buscado el mismo objetivo encontrarían sustento a sus pretensiones. Los vascos, los gallegos, incluso los andaluces son algunos. Y el efecto se repetiría en todo el mundo. “Eso significa que se desintegraría el estado español”.
Lo ideal, concluye el profesor Burgos sería que se permitiera a los catalanes decidir. Y que “se acuerde un mecanismo, reformando la constitución, que permita resolver esta situación a través de la democracia”, concluyó el profesor Burgos.