Tres campanazos sonaron con gran fuerza a las 5:29 de la mañana. El cielo todavía estaba oscuro, a pesar de ser un lugar que se caracteriza por tener un clima cálido, algo de frío se percibía en el ambiente. Desde la entrada del hotel se podía observar el panorama de la Basílica del Señor de los Milagros de Buga, y aunque el día apenas comenzaba, decenas de personas aguardaban expectantes el inicio de las ceremonias religiosas.
La iglesia abrió sus puertas sobre las 5:30 a.m. y los primeros feligreses llegaron en busca de un lugar privilegiado para la misa de las 6:00. Las angostas calles que rodean la basílica se atiborraron de todo tipo de vehículos, desde motos de alto y bajo cilindraje, hasta camionetas de alta gama, pasando por carros de antigua generación e, incluso, bicicletas.
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Con el correr de los minutos, el número de personas que llegaba a la iglesia iba aumentando. Diferentes estratos, clases sociales, etnias coincidían en Buga con el mismo objetivo: un 'milagrito' que les ayude a mejorar sus problemas de salud.
Mientras comienza la ceremonia, decenas de personas se agolparon en la entrada y comenzaron a compartir sus vivencias, experiencias y milagros de los que han sido testigos gracias a la ayuda del Señor de Buga, un Cristo que según la historia fue hallado por una indígena que se encontraba lavando ropa en el Río Guadalajara.
Esa misma mujer, un día, al ver que un vecino iba a la cárcel por una deuda que no pudo pagar, decidió cubrir la 'mora' del hombre para que lo dejaran en libertad. Después cuando regresó al río en el que hacía su labor, vio un objeto brillante que bajaba por el río. Era un crucifijo que llevó a su casa y puso en medio de las aguas en un altar. Al día siguiente, cuando despertó, describió que la efigie había aumentado hasta llegar al tamaño actual.
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Foto: Andrés Romero / KienyKe.com[/caption]
"El 'Cristo' de Buga es milagroso de verdad. Mi mamá llevaba muchos años enferma y los médicos no daban con el problema, así que decidimos venir todos los fines de semana desde Cali por un mes y fuimos testigos de cómo su estado de salud mejoraba. Cuando vimos que la mejoría fue total quisimos guardar devoción y mantenemos la tradición de venir todos los domingos", cuenta José Álvarez, feligrés de la iglesia a
KienyKe.com.
Buscando esa 'ayudita' milagrosa es que cientos de personas llegan semanalmente a la basílica. Cuando todos se preparaban para el inicio de la ceremonia religiosa, comenzó un verdadero desfile de personajes, en su mayoría adultos mayores y personas en condición de discapacidad. El templo se encontraba en su máxima capacidad, a tal punto, que a muchos les tocó resignarse a observar desde afuera, pero con la ventaja que gracias a la combinación entre la tradición de la iglesia y la tecnología de las sociedades actuales, en el lugar habían varias pantallas para que los que se encontraban en los últimos lugares, no perdieran detalle de los movimientos del padre.
El inicio de la ceremonia
Mientras el padre comenzó con el desarrollo de la misa, los feligreses se encontraban expectantes. Algunos evidenciaban que era la primera vez que iban al lugar. Observaban con detenimiento cada detalle. Las diferentes imágenes de la basílica parecían un imán que atraía a sus ojos.
Los rezos del sacerdote eran seguidos por la comunidad al pie de la letra, y cuando este se encontraba leyendo el sermón, su cabeza acentuaba en señal de aprobación. Cuando llegó el momento de realizar las suplicas al Señor de los Milagros, casi que con la misma coordinación de un ejercito militar, los asistentes cerraron sus ojos, juntaron sus manos en posición de oración y bajaron su cabeza para iniciar con las peticiones de manera muy respetuosa y con fe.
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Foto: Andrés Romero / KienyKe.com[/caption]
A pesar de que la mayoría de asistentes van para pedir por su salud y la de sus seres queridos, no son las únicas súplicas que se dan. Muchos van pidiendo esa oportunidad anhelada a nivel académico, laboral o incluso en el amor. Otros tantos asisten para que el padre bendiga objetos preciados o que pertenecen a familiares que por una u otra circunstancia no pudieron asistir.
La otra cara de la ceremonia
Mientras la ceremonia se encontraba en desarrollo, a las afueras del templo se percibía un clima completamente diferente. Personas tomándose fotos con el reecinto de fondo. Gran cantidad de vendedores ambulantes buscaban cautivar a los turistas con diferentes objetos del 'Milagroso de Buga' y objetos que veneran a esta figura.
"Hoy el día ha estado suave. Esperamos que más tarde llegue más gente porque con esto es que sostengo a mi familia", confiesa uno de los vendedores informales.
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En la parte trasera de la iglesia, mientras que cientos de personas se encontraban rezando, se desarrollaba una carrera de deportistas en condición de discapacidad que fueron un claro ejemplo de resiliencia para los asistentes, esa que quizás el padre de la Basílica del Señor de los Milagros ha predicado en gran cantidad de oportunidades, pero que a muchos se les dificulta aplicar debido a que no es fácil sobreponerse a la adversidad.
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Foto: Andrés Romero / KienyKe.com[/caption]
Se desarrollaba esta competencia deportiva, locales aprovechaban el escenario para compartir sus opiniones sobre sobre la basílica. Por un lado estaban los que aseguraban que es un gran atractivo porque además de generar turismo permite obtener ganancias económicas y reconocimiento. Por otra parte están los críticos que afirman que no notan la labor social de la iglesia.
En el debate que se involucraron personas de todas las edades, en especial adultos mayores, se hizo en el marco del respeto. Sin embargo, este fue interrumpido por la llegada de un hombre que con gran fanatismo narró la historia de cómo el padre Ernesto Uribe Ruiz oficiaba una misa en la Basílica, fue atacado por Rodolfo Quintero Barreto con un cuchillo.
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Al sentir la gravedad de las heridas, pensó que su muerte era inminente. Por esto, se reclinó sobre el altar del Señor de los Milagros esperando que se desvaneciera. Cuando los fieles acudieron en su ayuda, lo encontraron absolutamente ileso y sorprendido. El cuchillo, sorprendentemente, se partió en tres partes y el sacerdote salió sano y salvo de este atentado.
"En el Museo del Señor de los milagros es historia pura. Cada uno de los detalles que hay evoca una situación específica, las placas, el cuchillo,los objetos donados y demás", expresa uno de los habitantes de Buga.
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Foto: Andrés Romero / KienyKe.com[/caption]
Podéis ir en paz
Los asistentes a la misa del Milagroso de Buga conversan entre sí, y aseguran que se sienten liberados. Una mezcla entre confianza, fe y entusiasmo se apodera de sus cuerpos. No saben con exactitud a qué se debe. La sensación principal es de plenitud.
El padre da los avisos parroquiales, recuerda a los feligreses la importancia de servir a la comunidad. Asimismo, les pide su apoyo para el sostenimiento de la parroquia ya que recientemente elaboraron unos productos que fueron distribuidos en diferentes partes del país y que salieron de sus propios recursos.
Por:
Andrés Romero Cuesta