Lucero Cortés recita su discurso político con la misma habilidad con la que decía sus diálogos en televisión 25 años atrás. La mujer que fue conocida en todo el país por el papel de Rosalbita Marulanda, en la telenovela ‘San Tropel’, vuelve hoy a tener la atención del público por razones diferentes. De actriz y símbolo sexual pasó a ser una Representante a la Cámara controversial, envuelta en múltiples debates y ahora en líos judiciales. Enfrenta dos procesos en la Corte Suprema de Justicia, que la acaba de llamar a juicio por uno de ellos.
Cortés se acostumbró a vivir entre escoltas, con carteras Louis Vuitton, afanes de carro con chofer y una agitada agenda. Ahora está recluida en su apartamento, donde tiene la bella vista sobre el Gimnasio Moderno y paga prisión domiciliaria.
Bogotana de nacimiento, caleña por adopción, siempre fue hiperactiva. Se graduó del colegio antes que todos, a los quince años. Estudió derecho en la Universidad San Buenaventura. Mientras hacía las prácticas en la cárcel de Cali, concursó en el reinado del Bambuco y se convirtió en una supermodelo del Valle. Eran los días en que veía su futuro en derecho internacional y soñaba con ser embajadora.
El apartamento donde Cortés cumple prisión domiciliaria.
Pero pudo más la magia de las cámaras de televisión que la diplomacia. Cortés se inscribió en la Escuela de Ronald Ayazo y en la academia Charlot, dirigida por Jaime Botero. Debutó en ‘San Tropel’ a finales de los años ochenta, una telenovela que fue líder del rating en ese momento, y se fue a Venezuela a hacer la película ‘Mujer de fuego’, donde le propusieron hacer desnudos que aceptó después de mucha reflexión. Se trataba de una producción entre Estados Unidos y México, donde trabajó con Sonia Infante, quien había sido esposa del actor mexicano Andrés García.
Lucero nunca se destacó en la actuación y decidió dedicarse a la política después de hacer papeles en series como ‘El derecho de amar’, ‘Flor de invierno’, ¿’Por qué mataron a Betty si era tan buena muchacha?’, ‘La rebelión de las ratas’ y de presentar el magazín ‘Panorama’. Fue un proceso lento pero constante, que decantó en su elección como representante a la Cámara por Bogotá en 2006.
Uribista reconocida, llegó a ser codirectora del Partido de La U, presidió la Comisión Quinta de la Cámara. Sacó leyes como el ascenso de policías y militares secuestrados –es oficial de la reserva– y la del castigo de la violencia contra la mujer, su vida se le enredó judicialmente. El primer caso fue por cuenta de su ex abogada, Carmen Cecilia Moreno, que la denunció por haber pagado, al parecer, 150 millones de pesos a la Corte Constitucional para que se reabriera el proceso de una tutela a favor de Manuel Rincón, esposo de la congresista. Rincón es un empresario con más de un escándalo encima, acusado de estafar a por lo menos una decena de socios en un negocio de maderas en Cali.
Moreno cuenta que cuando habló con Manuel Rincón para indicarle que su tutela no había sido seleccionada, él le respondió: “Esto no se trata así, ya mi señora consiguió cómo hacer eso allá adentro y necesito 150 millones de pesos”. Por tal razón, La Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia la acaba de llamar a juicio por tráfico de influencias.
Tiene además otro lío encima. Lucero Cortés forma parte de la lista de congresistas que se beneficiaron, a través de terceros, con la adquisición de bienes administrados por la Dirección Nacional de Estupefacientes. Su defensa declaró que lo único que hizo Cortés fue solicitar a la Policía un vehículo en mejores condiciones para su esquema de seguridad, que terminó siendo administrado por Estupefacientes. Ella está dispuesta a acudir ante la Fiscalía y la Procuraduría para responder por las acusaciones.
Pese a sus décadas de experiencia en la actuación, Cortés nunca imaginó que el papel de su vida lo tendría que hacer frente a la Justicia.