Pánico por casos de esclavas sexuales en el Bronx de Bogotá

Jue, 28/01/2016 - 15:22
Una fiesta, o farra como la llaman en el sector, que tiene abiertas sus puertas todos los días de la semana, a cualquier hora del día, donde se baila choque y se ofrece una gran variedad de licores
Una fiesta, o farra como la llaman en el sector, que tiene abiertas sus puertas todos los días de la semana, a cualquier hora del día, donde se baila choque y se ofrece una gran variedad de licores y drogas como marihuana, bazuco, perico y pepas. Allí se ven menores de edad y adultos. Lea también, La mujer que enfrenta las redes de prostitución infantil en ‘El Bronx’. Parece la perdición, pero ese lugar existe en pleno centro de Bogotá, en inmediaciones de un batallón del Ejército y en un sitio casi impenetrable para las autoridades, la L. También lea, La colombiana que escapó de una red de prostitución en Ecuador. Así se le conoce al sector del Bronx de Bogotá, la principal olla de expendio de drogas de la capital. Hasta allí llegó Marta* buscando a su hija de crianza, 14 años de edad, después de que recibiera varios mensajes en el Facebook que alertaban que Mariana* se encontraba desde hacía varios días deambulando esa zona de rumba en rumba, consumiendo drogas y ‘pepas’, siendo abusada en reiteradas oportunidades. Marta le relató a KienyKe.com su odisea para entrar al sitio, pues tenía que pasar varios cordones de seguridad antes de llegar a la discoteca que usan los jíbaros como carnada para atraer a los jovencitos adictos. mama de niña violada -ok Tuvo que pasar por varios campaneros o vigilantes antes de llegar a un sitio conocido como casa verde nacional, donde residen las personas que llegan al Bronx atraídas por las drogas y se quedan, pero no le fue posible entrevistarse con el ‘administrador’, pues se percataron que un agente de la Sijin, vestido de civil, la había acompañado una cuadra antes de ingresar a la L. Sin saber nada de su hija, Marta salió desconsolada del Bronx de Bogotá. Sin embargo, dos semanas después la encontró en una casa en Bosa, totalmente irreconocible, “sucia, oliendo feo, casi en la indigencia”. El viacrucis de ambas mujeres, madre adoptiva e hija, inició en diciembre del 2014, cuando Mariana empezó a sufrir los rigores de la adolescencia y las consecuencias del abandono de su madre progenitora. “Ella se fue de mi casa hace año y medio porque era muy rebelde, y decidió irse a vivir con el papá, pero él no le prestaba atención y se le empezó a ver el cambio. Ella después me dijo que la familia del papá la trataba muy mal, los primos no le daban de comer, y la dejaban por fuera de la casa cuando él no estaba”, le relató a este medio digital Marta. “Por su comportamiento, la cambiamos de colegio el año pasado, y ella misma me contó que las compañeras del curso la convidaron a ir al Bronx para que conociera las farras chéveres que hacían allá, y la incitaron a fumar marihuana en el Bronx tranquilamente, porque nadie las molestaba, ni les pedían cédula para ir a las farras (…) Mariana nos dijo que la primera vez que consumió drogas fue en diciembre del 2014”. No obstante, Marta tuvo que comprobar con sus propios ojos hasta dónde había llegado su hija. “Me di cuenta una vez que ella llegó con un piercing en la frente y estaba como rara, como si estuviera drogada. En ese momento decidimos acudir al Bienestar Familiar en Bosa, y allí nos iniciaron un proceso ambulatorio desde febrero del 2014. Allá empezaron a darnos orientación, terapias”. Mariana le reveló a su madre que en tres oportunidades fue hasta el Bronx de Bogotá en busca de diversión, rumba y drogas. “Ella entraba a la L, a las farras, consumía drogas, volvía y salía. Por mucho se quedaba una noche allá mientras duraba la rumba. Sin embargo, ella aseguró que en las farras no entran los indigentes, sino muchachos normales, con gafas oscuras, donde también hay mayores de edad”. Drogas en  el Bronx Pero, la última de sus visitas a la L le salió demasiado costosa. “Esto ocurrió en julio siete del año pasado, cuando ella estaba en esas farras, al lado de un sitio que es conocido como los billares, donde queda un bar. Ella me contó que allá estaba bailando con un colaborador de uno de los ‘saya’ que se llama Alejandro, de 25 años aproximadamente, quien le empezó a decir que le gustaba bastante, intentó besarla y la convenció para que se fueran de ahí. Compraron comida y ella le dijo que tenía sueño, y él le dijo que le pagaba una pieza y la dejaba durmiendo (…) Entonces entraron a un sitio muy feo, donde a él lo conocían, pero cuando Mariana se acostó a dormir el tipo no se quiso ir, y le dijo que tenía que estar con él, y ella empezó a llorar, y él le pegó, y la amenazaba con llevar a otros tipos. Le quitó la ropa y le dijo que si no se lo chupaba le seguía pegando, y finalmente tuvieron relaciones”. Marta manifestó, con lágrimas en sus ojos, que al otro día en la mañana Mariana le dijo al abusador que tenía que irse porque era el cumpleaños del papá, pero él le advirtió que tenían que verse ese mismo día a las dos de la tarde en la mariposa de la Jiménez, o la iba a buscar a la casa porque sabía donde vivía, “porque desde ese momento él ya era el marido o dueño de ella. Después de eso ella se escondió de él y no volvió a la L”. El relato de lo que pasó ese día se lo contó Mariana a su madre casi 20 días después de ocurridos los hechos, pues por el sentimiento de culpa decidió huir. “Al final la encontramos el 18 de julio del año pasado en unas condiciones terribles, olía feo, y nos dijo que en varias ocasiones había dormido en la calle”. Marta denunció que hasta el momento las autoridades “no han iniciado una investigación en contra del tipo que abusó de mi hija. Por el momento han interrogado a mi hija para saber que lo que dice sea verdad. Sin embargo, intenté poner la denuncia ante la Fiscalía, pero allá me dijeron que como la custodia de mi hija ya no la tenemos nosotros, el Bienestar Familiar era el encargado de hacer todo ese proceso. Bronx (…) Como si fuera poco, en un principio en la Fiscalía no hicieron el reporte de un abuso o violación, sino como un caso de comportamiento y consumo de estupefacientes ya que se había escapado de la casa, porque no se había identificado al abusador, y además no creían que había sido violada por haber estado bajo el efecto de las drogas”. Asimismo Marta señaló que les asignaron un policía de la Sijin, “pero nos dijo que tenía decenas de casos similares, por lo que no podía dedicarse sólo al caso de mi hija, e investigar también quién estaba detrás de los mensajes que recibí en el Face”. Actualmente Marta y el papá de Mariana no tienen su custodia, la cual quedó a cargo del Icbf, y la menor de edad fue remitida a un centro de emergencia en julio, donde estuvo hasta finales de agosto, cuando finalmente fue remitida a un hogar de paso en Madrid, Cundinamarca, donde deberá permanecer por un lapso de seis meses, que se cumple este mes de febrero. Allá en Madrid, Mariana se encuentra recibiendo terapias de desintoxicación y rehabilitación, así como acompañamiento psicológico. Marta también recibió la ayuda de la fundación Anne Frank, organización que ha estado al frente de la búsqueda de varias niñas que han quedado atrapadas en las garras del Bronx de Bogotá. *Nombres cambiados a petición de las fuentes. 
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