Hace 36 años, apareció un cuerpo sin vida en el río Santa Catalina al sur de California: llevaba puesto un camisón, una chaqueta y calcetines. Las autoridades no tardaron en enterarse de que era Natalie Wood, tan famosa como Elizabeth Taylor por esos días, nominada varias veces al Oscar y ganadora de un premio Globo de Oro. Su cadáver flotaba no lejos del yate Splendour en el que viajaba con su esposo Robert Wagner.
Siempre se dijo que la diva podría haber resbalado del bote la noche en que ambos celebraban el día de acción de gracias con Christopher Walken, compañero de reparto de ella, y a quien Wagner le tenía muchos celos.
Las circunstancias de su caída al mar nunca fueron aclaradas y el misterio de su muerte ha rondado a Hollywood y a sus dos compañeros de travesía desde ese fatídico 29 de noviembre de 1981.
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La primera investigación concluyó que la actriz había estado bebiendo y que tras una discusión con Wagner resbaló al intentar subirse al bote salvavidas. El informe forense también reveló que el cuerpo de Wood presentaba moretones en el torso y los brazos, además de una abrasión en la mejilla izquierda.
El galán nunca fue inculpado oficialmente pero en 2011 la hermana de la actriz, Lana Wood, pidió que se reabriera el caso argumentando que la estrella le tenía miedo al agua y que jamás habría decidido por si misma subirse a un bote inflable. Después de interrogar nuevamente al capitán del barco y descubrir que, efectivamente, hubo una riña entre los esposos y que tal vez Wagner habría empujado a Wood al mar, las autoridades cambiaron su certificado de defunción indicando que “las causas de su muerte no están claramente establecidas”. El acta dice que la actriz de Rebelde sin causa murió de “ahogamiento y otros factores no determinados”.
El pasado jueves, casi 36 años después de la fatídica historia, el shérif de Los Angeles revivió el caso nombrando a Robert Wagner de 87, “persona de interés” dentro de la investigación. El término suele ser usado en Estados Unidos en las primeras fases de una investigación y no tiene ninguna trascedencia jurídica, sin embargo, el galán podría ser citado a declarar.
