Empiezo esta columna ejerciendo el sagrado derecho a auto rectificarse, a auto criticarse y a ser capaz de reconocer los errores. No en pocas ocasiones en este mismo espacio me he ido lanza en ristre, por diferentes cosas y situaciones, contra el presidente Juan Manuel Santos. Pero ahora debo admitir que el primer mandatario da la impresión que comienza a abandonar torpes e inconvenientes veleidades liberales y socialistas y parece empezar a andar un camino de enormes aciertos.
Su identidad y apoyo decidido al proyecto de reforma de la Justicia pareciera ser un síntoma de que Santos se está olvidando de cosas subversivas –como la Ley de Víctimas– y retorna al delicioso redil uribista para darle, ahora sí, continuidad a las políticas de refundación de la patria, seguridad democrática, doctrina filosófica obdulo-panpaisa, y a la salvaguarda de nuestros beneméritos tres huevitos.
Presidente Santos: nosotros los sustentadores del orden, de la civilización y los poderes divinos y humanos, sentimos que estas largas plegarias que hemos hecho durante más de un año han rendido frutos, y que el espíritu suyo, el espíritu de los Santos históricos –siempre al lado de la gente decente– lo ha tocado para iluminarlo en esta hora aciaga de la patria, cuando las huestes demoniacas de la izquierda se atacan a los coros celestiales en desigual batalla.
¡Gloria a Dios, a Cristo Rey y a la Virgen Purísima! Juan Manuel, hijo y hermano, bienvenido de vuelta a la sagrada alianza, al arca triclave, al árbol del bien y del mal, al perfecto unipartidismo, a la repartición de los panes entre nosotros lo probos y castos conservadores y a la multiplicación de los peces para los sectores pudientes y la industria pesquera.
¡Qué felicidad el regreso del hijo pródigo al manso redil, qué alegría por este milagro que nos regala la Providencia y la patria!
Y es que aunque lo de la reforma a la Justicia tan solo sea el principio de lo que puede ser una larga política de Santos al lado de las fuerzas de la raza blanca, la tradición política y el derecho a la autodefensa, hemos visto que el proyecto presentado al Congreso es impoluto e interpreta a cabalidad las necesidades de nosotros, la gente de bien, de tierras frías y calientes.
Por ejemplo, importantísimo ¡carajo! que se le acabe a los hampones de la Corte Suprema de Justicia. –hijos de Belial y Belcebú– la posibilidad de investigar y juzgar a los honorables representantes y senadores. De esta manera se garantizará que procesos tan espurios como los de la mal llamada para-política, no se vuelvan a repetir.
Las fuerzas del terrorismo incrustadas en la Corte Suprema, se atrevieron a poner en prisión a todos los digamos... amigos de las AUC, cuando es casi jurisprudencia nacional que la gente rica y decente tiene el derecho de asociarse con sus celadores y defensores, para evitar que la gleba se la monte. Nunca hubo para política, sino alianzas entre fuerzas espontáneas y legítimas de la realidad nacional.
Ahora los de la Corte se quedarán viendo un chispero. ¿Juzgar a los honorables? ¡Mamola! ¡Magistrados mamertos y gaitanistas! Ni narco política, ni para política. Tan solo la nueva Colombia que emerge digna entre el lodazal liberal. ¡Que me suelten ya de la Picota a toda esa gente prístina e incontaminada, que injustamente la Corte la tiene presa por hacer lo que todo el mundo hace en este país, carajo, o sea, trabajar en la dialéctica singular del serrucho y la prebenda, en la sempiterna fuerza económica del rebusque, bueno o malo de bajo o de alto vuelo!
Así somos –hipócritas– desde que el gran Pablo Escobar también refundó la ética nacional y puso a jugar coca a todo el país. Somos hijos de la dinámica del avión, del oportunismo, del gracioso dolo. Somos todo…un Estado de Opinión...
¿Qué la reforma a la Justicia afecta el equilibrio de poderes establecido por la Carta del 91? Pues nada mejor que eso; acabar con la gárgola de Gaviria. Navarro y Serpa, con el basilisco del M-19. Y mejor ahora que el Petro ese quiere sacar de las profundidades del infierno a Pizarro y Bateman y el inmundo Turco Fayad. Allá donde las fuerzas que defienden este país, las Mazas que lo protegen, los enviaron por bandoleros y por osar desafiar nuestro inveterado poder que hoy, regresa en manos de Juan Manuel Santos, un lord de la política, un purista de la guerra y un dandy de la sociedad.
La Corte Suprema dijo que la reforma amenazaba con convertirse "en un instrumento de revancha o retaliación ante el cumplimiento de la función judicial". ¡Gamines, mentecatos, apocados, leguleyos! Pues claro que sí ¡y qué! Con Juan Manuel nos vamos a vengar de las (perdonarán el giro idiomático) de las cagadas que hicieron contra nosotros. Hoy, nosotros los uribistas, en católica legión encabezada por Rafael Nieto Loaiza, Uriel y Andrés Felipe, saldremos de las mazmorras a peregrinar hacia los conventos del Opus Dei para darle gracias Dios y a los Santos, incluida nuestra simpática marioneta ¡Pachito!
¿Qué de malo tiene un nuevo tribunal bien manejable clientelísticamente, que juzgue a congresistas y demás altas dignidades? ¿Qué de malo tiene que podamos tener una influencia directa sobre la justicia? Preservaríamos de ese modo a los altos servidores públicos, del escarnio del juicio del comunismo de la Corte Suprema, cuyo único propósito es justamente debilitar las instituciones que dice sostener. Muy bien que como dice el proyecto de ley, se nombren seis magistrados que salgan de nuestra entraña y ojalá de nuestro bolsillo, para que manejen el tema, exoneren a los nuestros y encochinen a los enemigos del régimen. Presidente Santos: las fuerzas de la ultra extrema derecha (¡y qué!) estamos con sumercé divino en este trascendental asunto que nos permitirá, ahora sí, acabar con el infundio ese liberaloide y propio de la revolución inmunda de los franceses, la tal separación de los poderes del Estado. ¡Una sola idea, un solo poder! Una monolítica columna uribo-santista desde la cual y cual mística atalaya, veamos llegar el glorioso porvenir y podamos tirotear a voluntad a los opositores.
¿Qué tiene de malo por ejemplo, como está previsto, que los particulares puedan ejercer la función judicial? Si ya se ha hecho con espléndidos resultados, como cuando las pías Autodefensas de Castaño y Mancuso ejercieron justicia y en atrevida acción larga de limpieza, prácticamente acabaron con todo sospechoso de tener relaciones con la subversión.
Decenas de miles de limpias ejecuciones, justamente gracias a que ellos ejercieron la función judicial de propia y limpia mano o ayudados por la tecnología del corte de árboles. ¿Se ha producido en la historia reciente de Colombia acto judicial más importante y benéfico que haber digamos... sacado de circulación a todo aquel que medio olía a guerrilla? La justicia privada que vamos a tener, garantizará que estas acciones históricas no solo se repitan sino que sean vistas con patriótico amor.
Por todas estas razones, magno adalid y Presidente Juan Manuel Santos, empezamos a convencernos de que no solo usted ha vuelto al redil que lo acunara, al corral de Fedegan, sino que amenaza (en el mejor sentido del término) con convertirte en una figura histórica de esta nuestra bella extrema derecha, inclusive más importante que el propio Supremo Álvaro Uribe, a quien usted sucede hoy si, con lujo de detalles.