“Estaba en busca de la selfie perfecta, y cuando me di cuenta de que no podía sacarla, quise morir”, así resume su situación Danny Bowman, de 19 años, estadounidense, que además confiesa que a causa de su adicción perdió sus amigos, abandonó la escuela y poco le faltó para terminar muerto.
Aunque el caso de Bowman es extremo, especialistas aseguraron al Daily Miror que este tipo de desórdenes creados por una obsesión por mostrar ante otros un determinado parámetro de belleza son cada vez más comunes.
Danny comenzó a tomarse selfies a los 15 años. A medida que subía sus fotos a Facebook, se obsesionaba cada vez más por los comentarios que recibía por sus post.
"La gente las comentaba, pero los niños pueden ser muy crueles. Una vez, uno me dijo que mi nariz era demasiado grande para mi cara y otro se la tomó con mi piel. Entonces empecé a sacarme más y más selfies para conseguir la aprobación de mi familia", dijo.
Sostiene que se “sentía en el cielo” cuando sus amigos escribían algo positivo. Sin embargo, cuando los comentarios eran negativos o criticaban algún aspecto de físico, se sentía destruido.
Luego de ser rechazado por una escuela de modelaje por no tener ni el cuerpo ni la apariencia adecuada, Danny perdió el control. Esa misma noche se tomó alrededor de 80 ‘selfies’ porque en ninguna lucía como él pretendía.
El asunto dejó de ser un juego y se transformó en una obsesión. Su problema tocó fondo cuando llegó a pasar diez horas diarias tomándose fotografías. "La única cosa que me importaba -continuó- era llevar mi iPhone conmigo para poder satisfacer mi urgencia por tomarme una foto en cualquier momento del día".
Su rutina era así: primero se tomaba diez fotos en la cama cuando se levantaba, después otras diez más en el baño y otro tanto en la cocina. Eso sin contar las varias horas que pasaba mirando sus ‘selfies’ en busca de errores e imperfecciones.
Esa adicción empezó afectar sus estudios. Se escapaba de las clases para ir al baño a tomarse fotos hasta que fue descubierto por los profesores. Por este motivo Danny fue citado varias veces a la oficina del director de la escuela.
Danny Bowman, de 19 años, recuperado, comenta su caso en un programa de televisión en EE.UU.
Hasta que, a los 16 años, Danny decidió dejar la escuela para dedicarse 100% a su adicción. Poco a poco fue dejando de comer y empezó a perder peso. Pese haber bajado casi diez kilos en pocos meses, seguía viéndose gordo en las fotos.
Cansado de que no le gustara ninguna de las fotos, intentó suicidarse con una sobredosis de somníferos. Se salvó gracias a su madre, quien lo encontró minutos más tarde y lo llevó a un centro asistencial.
Después de su recuperación lo internaron en una clínica psiquiátrica. Allí le enseñaron a dejar su adicción. Primero le sacaban el teléfono durante diez minutos. Luego durante media hora. Y así hasta que Danny aprendió a vivir sin autofotos, tras dos años de vivir con el problema.
Hace siete meses que no se toman una selfie. "Parece muy trivial, pero es precisamente eso lo que lo hace tan peligroso. Casi me quita la vida. Pero sobreviví y estoy decidido a no volver a caer a ese lugar", concluye Danny.
Su adicción a los ‘selfies’ casi lo lleva al suicidio
Jue, 27/03/2014 - 12:26
“Estaba en busca de la selfie perfecta, y cuando me di cuenta de que no podía sacarla, quise morir”, así resume su situación Danny Bowman, de 19 años, estadounidense, que además confiesa qu