Oxford Languages describe el bochorno como un “viento muy caliente que sopla en verano” o un “calor intenso, húmedo y sofocante”. Estas descripciones se viven a pie de letra en toda la extensión de la ciudad dulce de Colombia, Villeta Cundinamarca. En este lugar, la producción de panela, el agroturismo y el comercio, se han convertido en pilares de desarrollo, que conjugados con su clima hilan un magnetismo inevitable para sus visitantes.
En el marco de la versión 45 del Festival Turístico Nacional de la Panela de esta ciudad, KienyKe.com la visitó para ahondar en la raíz de estos prósperos elementos que se vislumbran a través de expresiones culturales y actividades festivas.
Nuestro viaje, inició en la noche. 88,7 kilómetros marcó el GPS del vehículo que nos llevaría al epicentro de la panela, cerca de dos horas nos llevó llegar a Villeta. El clima cambió de ipso facto, de un frío tenaz a uno muy caliente. El cambio de vestimenta se hizo una necesidad y el afán de los locales por encender los ventiladores nos acomodó el bochorno como el fiel compañero que estaría de ahí en adelante en este recorrido.
El ánimo de fiesta, la algarabía de la gente y los parlantes reventados de música en casas contiguas, amenizaban el festival nocturno. Al otro día y con los primeros rayos del sol, visitamos Natura Hills, un hotel que es la muestra de una mezcla entre las soluciones de descanso y relajación para turistas y la experiencia del campo sostenible.
Alejandro Gaviria: confesiones tras su paso por el Gobierno
Ahí, conocí a Heydi Guillen, gerente de una finca llamada ‘San Pedro’, quien junto a su familia vislumbraron en el auge de las visitas de foráneos y las bondades de su tierra, una oportunidad para crear una experiencia que mezclara la sed de novedad de los turistas y las vivencias propias de sus jornadas de producción agrícola.
“La finca como idea de negocio nace tras una dificultad familiar hace trece años. La cual, obligó su uso para producción. Varias generaciones han trabajado en ella para hacer panela, sin embargo, desde hace un par de años vimos en el agroturismo una oportunidad. Nuestra idea es no dejar de ser campesinos ni lo que somos, pero generar un ingreso extra, por tanto, impulsamos unos recorridos en diferentes fincas para que los visitantes vivan la experiencia de ser campesino por un día, con sus labores y demás actividades que están en su cotidianidad”, dice Heydi.
Inmersos en la energía del emprendimiento, las bondades del campo, la naturaleza y las buenas ideas como propulsoras de sueños, recorrimos el hotel que nos recibió, el Natural Hills, una apuesta creada también por una familia villetana que mezcló lo campestre, la diversión, el clima, amplios espacios y servicios de spa para la comodidad de sus huéspedes.
Angie Riaño, gerente general de hoteles H&R nos contó que su cadena ya cuenta con tres hoteles en Villeta, con una apuesta que busca innovar en la región. Gran Hotel H&R es el primero, pensado para una estancia ejecutiva, mientras que el Hills está pensado en esa cercanía de las familias con la naturaleza. El tercero se estrenará en abril y tendrá un concepto más lujoso y con atención únicamente para adultos. Según su propietaria, el precio de las habitaciones en los tres hoteles oscila entre los $200.000 hasta los $600.000 por noche.
El poder del emprendimiento gestado en estas conversaciones, me lleva a dar un salto en la cronología de este relato, claro, con el permiso del lector. Nos adentramos ahora al interior del parque principal de la ciudad, ‘La Molienda’. Pues mientras hablábamos con estas dos líderes del sector turístico en Villeta, en dicho lugar lleno de árboles frondosos y los aromas que emana la panela, una feria de emprendimientos se desarrollaba con entusiasmo.
Productores de panela, apicultores, horticultores, campesinos y emprendedores de todas las edades se dan cita en el centro de la ciudad. Su empuje y determinación, es notorio, es lo que muchos han llamado en el ADN colombiano como la ‘berraquera’ o el ‘rebusque’. Llenos de creatividad e ideas que impulsan sus negocios, nos deja claro que el emprendimiento, el agroturismo y el campo, son predominantes e importantes para la idiosincrasia villetana.
En los caminos hacia al parque, se ve con claridad la proliferación de negocios gastronómicos, de cuero, panela, artesanías, dulces y varios más que terminan por cerrar este paneo emprendedor alegrado por las ferias que se desarrollan en la ciudad.
Para el Alcalde, este es un brazo imprescindible para el desarrollo de la región. En tal sentido, ha destinado esfuerzos desde su cargo para impulsar esta fuerza comercial y emprendedora.
“Impulsamos una reactivación económica con el fin de apoyar al comercio, de acuerdo a su actividad comercial entregamos elementos que permitieran beneficiar sus actividades. Está aprobado un acuerdo municipal que incentiva beneficios para aquellos inversionistas que buscan instalar sus ideas en nuestra ciudad, como los relacionados con el impuesto predial. A su vez, trabajamos un Plan de Ordenamiento Territorial acorde al desarrollo agroturístico, para impulsar cada vez más estos dos pilares de la economía local”, dijo el mandatario.
Pese al buen ambiente, el alcalde, Freddy Rodrigo Hernández, reconoció la alta informalidad al interior de su ciudad, lo que busca trabajar a la par del crecimiento en estas apuestas económicas.
Por su parte, Julián Morales, subgerente de Innovación y Transformación Productiva de la Agencia de Comercialización de Cundinamarca nos contó la importancia vigente y sólida de los productores de panela, a quienes desde su oficina busca asociar para fortalecer sus conocimientos y las buenas prácticas de manufactura. Destaca y deja en clara la importancia de ellos para la sostenibilidad económica de la región que a su vez encuentra más vías o fuentes de ingreso.
Desde la innovación, el subgerente concuerda en que la tecnología, los nuevos desarrollos y la educación para el relevo generacional, es vital para la evolución de la economía, aprovechando los talentos y el ADN ya expuesto en este texto.
Luego de este salto en la cronología narrada. Retomamos nuestra estadía en Natural Hills y las conversaciones con las emprendedoras. Tras nuestras charlas, el tiempo terminó y afuera de la locación nos esperaba un Jeep Willys rojo, tipo campero modelo 75, en el que me acomodé con destino al centro de la ciudad para vivir de primera mano el Festival de la Panela y sus expresiones culturales.
Algunos tramos abiertos, la lluvia incesante de días anteriores y uno que otro derrumbe argumentaban la necesidad del vehículo guerrero. Al arribar al lugar de la caravana. Las reinas de la panela de diversos departamentos y ciudades del país, se movían en carrozas saludando a los espectadores.
Sin embargo, lo que más me llamó la atención de este recorrido fueron los niños que atemperaba la festividad con talento e inocencia propia de su edad, entregando todo a esta muestra cultural que es su bautizo para el relevo generacional que llevaran en sus espaldas años más tarde. Siendo el festival un rasgo característico de su idiosincrasia.
Diversos bailes, comparsas, trajes, vestidos, pasos, algarabías, frases y estribillos formaban parte de la alegría alrededor de la panela.
Cayó la noche y vivimos sobre una tarima, la expresión máxima de colombianidad al ritmo de variados tonos musicales como latitudes y climas del país. Fue ver pasar a toda Colombia en el escenario en los pies de los bailadores, que lideraban las candidatas a la corona de Panela.
Sin duda, Villeta es también cultura, musical, de baile y artesanías, pues en su parque central están consignadas dos monedas de 20 pesos y una de 1 peso, hechas por manos artísticas que representan el valor del arte para sus pobladores. Además, hay una obra alusiva a los trapiches que se extienden por su tierra verde y fértil.
Cerrado el día, me dispuse a dormir al movimiento de un ventilador. El calor no había hecho tregua alguna, sin embargo, ante las alegrías del recorrido, se tornaba amable sobre el final del día. A la mañana siguiente, visité diferentes lugares donde la gastronomía local era protagonista. Derivados de panela predominaban, así como los dulces creados con ella. Los pandebonos para desayunar semejantes a los de Cali, los 'cholados' a la orden del día para hacerle frente al bochorno y la caña dispuesta a ser degustada, así como el plato fuerte local, el cocido boyacense que tiene un toque especial dada la sazón local. La gastronomía variada como sus opciones turísticas.
Sobre la noche, la candidata por la ciudad de Bogotá recibió la corona de la panela de su antecesora, reina escogida oriunda también de Bogotá, repitiendo este estandarte cultural motivo de orgullo para los productores y campesinos.
Mientras la carretera iba quedando atrás en mi regreso a Bogotá, quedé con el cosquilleo del regreso a Villeta, su magnetismo es palpable en cada actividad. Es un municipio rico en historia, cultura, belleza natural y de actividades extremas que dibujan con exactitud las cualidades de Cundinamarca. Más allá de la panela, sin desconocer su eje central para los villetanos, esta ciudad premia con innovación y gratas experiencias a sus visitantes, estén o no dentro de una fecha festiva.