
Mario Mendoza, uno de los escritores más leídos y admirados de Colombia, ha cultivado una relación estrecha con sus lectores a través de sus libros, no de las redes sociales. Mientras otras figuras públicas se apoyan en Instagram, Twitter o TikTok para expandir su influencia, Mendoza ha tomado una decisión contracorriente: mantenerse totalmente fuera de estas plataformas digitales.
En conversación exclusiva con Kienyke.com, el autor de obras como Satanás, La locura de nuestro tiempo y Bitácora del naufragio fue tajante al explicar por qué ha decidido no tener redes sociales, una postura que en estos tiempos resulta casi revolucionaria.
"Primero, por el odio que hay en las mismas, en segundo lugar se pierde mucho tiempo y en tercer lugar sí siento que hay un control, hay una necesidad de irte volviendo adicto, y ellos tienen una serie de estrategias por las que tú te vas quedando enganchado", afirmó Mendoza con franqueza.
El escritor no solo rechaza el contenido tóxico que, según él, abunda en estas plataformas, sino que también cuestiona el modelo de adicción digital que rige su funcionamiento. "Ese control sobre mi mente y mi cerebro me fastidia. Yo tengo algo anárquico, libertario, me gusta hacer lo que me da la gana, leer lo que yo quiero, pensar lo que yo quiero", añadió.
Una decisión coherente con su obra
Lejos de ser una simple preferencia personal, la decisión de Mendoza guarda una coherencia profunda con su visión del mundo, esa que también recorre las páginas de sus novelas. El autor ha sido un crítico constante del sistema, de las estructuras de poder, del adoctrinamiento silencioso que se infiltra en la cotidianidad, y en esa línea, las redes sociales representan para él un nuevo dispositivo de vigilancia, alienación y control.
Desde su perspectiva, el algoritmo actúa como una jaula invisible: “Pensar que alguien con mucha habilidad está teniendo control sobre mi deseo y mi cabeza es algo que me fastidia mucho”.
En un mundo donde la visibilidad parece depender de la presencia en redes, la postura de Mario Mendoza desafía las reglas del juego mediático. Sus lectores lo buscan por lo que tiene que decir en sus libros, no por su última historia de Instagram. Su éxito demuestra que la autenticidad, la profundidad y el pensamiento crítico todavía tienen un lugar privilegiado en la sociedad.
Mendoza representa una rara excepción: un autor contemporáneo que no necesita likes ni seguidores para ser influyente. Su voz resuena desde las librerías, no desde las pantallas, y su discurso invita a reflexionar sobre el verdadero costo de nuestra conexión constante.
Para algunos, su postura puede sonar a desdén romántico. Para otros, es un acto de rebeldía lúcida. En cualquier caso, la decisión de Mario Mendoza de no tener redes sociales se ha convertido en una declaración de principios, una resistencia personal y filosófica frente a un sistema que exige presencia digital permanente.
Y quizás, en un mundo saturado de ruido, esa ausencia tan deliberada sea, justamente, la forma más poderosa de hacerse escuchar.