El silencio y la actitud pasiva de Santos, no creo que obedezcan a principios de diplomacia y una actitud discreta en medio del desastre en el cual no quiere salir señalado, ni siquiera por tener rabo de paja y no arrimarse a la candela. Este silencio, que es muy sospechoso, es muy posible que obedezca a otra parte del plan macabro, en el cual el impoluto Nobel de Paz, sin duda cobra un gran protagonismo.
No obstante, la postura silente y de aparente recato y pudor político por parte de quien le entregó el país a las FARC con apariencia de legalidad, se rompió y hace pocas horas dejó ver unos visos de su tendencia. En una entrevista concedida a Daniel Valero, Editor Político de El Espectador, Santos defendió decididamente su espurio “Acuerdo de Paz”. Se pronunció sobre el plebiscito que hace casi una década votamos los colombianos para manifestar nuestra más legitima animadversión por esa entrega del país a los narcos genocidas, en el que ganó el “NO” y que fue aberrante y grotescamente desconocido. Con ese “NO”, se tenía una meridiana esperanza en la venda de la justicia ciega, pero como era obvio, llegaría la JEP con todos su poder y su cayado de impunidad en beneficio de los máximos jefes de la organización terrorista, como lo vimos hace poco en esa ridícula e insultante sentencia para las víctimas, si es que a aquello se le puede calificar así. De hecho, la sentencia es más en contra de las víctimas que de los victimarios, porque seguiré sosteniendo que se erige como una revictimización; esta vez por parte del Estado. Pero estaba cantado y no es tiempo de llorar. Siguiendo con la entrevista, dijo Santos que el acuerdo suscrito en el Colón fue mejor que el de Cartagena y que encarnaba los puntos de renegociación de quienes votaron por el “NO”. Esta evidentemente es otra falacia, porque los del “NO”, no queríamos lo que soportamos hoy. El cinismo de Santos llega a tal punto, que con respecto a la realidad de apuño que padecemos, manifestó que “es precisamente todo lo contrario. La crisis que estamos viviendo en buena parte se debe a que no se implementó el acuerdo de paz. Por ejemplo, en las zonas de conflicto donde están hoy las bandas criminales estaban antes las FARC. El acuerdo establecía todo un procedimiento con unos pelotones que se habían entrenado con el ejercito en una campaña cívico-militar y los programas de desarrollo con enfoque territorial para que llegara el Estado y todo eso estaba planeado, pero como el gobierno que me sucedió decidió hacer tabla raza y avanzó muy poco, pues la no implementación es lo que ha generado muchos de los problemas, porque ese vacío lo llenaron las bandas criminales que comenzaron a competir en entre ellas por el control del territorio y las comunidades están sufriendo las consecuencias por no implementar el acuerdo de paz”. Es decir, muy a la usanza de su colega Petro, Juan Manuel Pilato se lava las manos y traslada la responsabilidad de su desgraciado acuerdo y las inevitables nefastas consecuencias al gobierno de Duque. Es más, en suma, dijo sobre esto que Uribe, Duque y Petro son los responsables y entra al baile EL Gran Colombiano, porque “a Duque lo puso Uribe”.
Vale la pena ver la entrevista completa, que es una master class para los interesados en técnicas avanzadas de la mentira, la megalomanía y la auto conmiseración.
Muy a su estilo soterrado y taimado, pero absolutamente venenoso y letal, el expresidente, sentó su postura a través de sus respuestas y entre líneas brindó su apoyo a lo que hoy vivimos. Raro sería que hubiera dicho cosa diferente. Matiza su poco elocuente exposición diciendo que, “ni Petro ni Uribe, necesitamos moderación”. Ajusten sus cinturones y prepárense para la “moderación del Nobel”, que seguro viene con todo y por todo.
Abrazo cálido. Seguimos trabajando y aguantando. Falta poco.