
Colombia, en el corazón del poder mundial
Colombia ha sido elegida nuevamente como miembro no permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para el período 2026-2027. Aunque no tiene poder de veto como los miembros permanentes (Estados Unidos, Rusia, China, Francia y Reino Unido), sí podrá votar, proponer resoluciones y liderar debates globales sobre paz, seguridad, conflictos armados, sanciones e intervenciones humanitarias.
Este no es un cargo simbólico. Es el órgano más influyente del sistema de Naciones Unidas. Estar ahí implica una responsabilidad histórica: la de representar no solo los intereses nacionales, sino también una postura ética y estratégica frente a las crisis más urgentes del mundo.
¿Qué se espera de Colombia?
1. Posturas claras y responsables
Colombia tendrá que pronunciarse sobre conflictos complejos como Ucrania, Gaza, Sudán o Haití. No hay espacio para la ambigüedad ni la diplomacia evasiva.
2. Coherencia entre lo que se dice y lo que se hace
Las decisiones que tome en la ONU serán observadas de cerca. ¿Cómo conciliará el gobierno su retórica antiimperialista con la necesidad de construir consensos con potencias?
3. Liderazgo regional
Como único país sudamericano en el Consejo en este periodo, Colombia puede ser voz de América Latina en temas de paz, derechos humanos, migración y medio ambiente.
4. Profesionalización diplomática
El país deberá reforzar su cuerpo diplomático, sus asesores de política exterior y sus voceros. Este es un escenario donde se necesita inteligencia estratégica, no solo discurso político.
El contexto no es menor
Esta elección se da en medio de tensiones diplomáticas con países como Israel y Nicaragua, cuestionamientos por el uso ideológico de la política exterior, y decisiones unilaterales que han sido criticadas por organismos internacionales. Por eso, el ingreso al Consejo exige recuperar la institucionalidad, el profesionalismo y el peso técnico de la diplomacia colombiana.
¿Qué puede lograr Colombia?
• Impulsar agendas de paz, como el modelo de justicia transicional.
• Proponer iniciativas regionales sobre desarme, protección de civiles y migración climática.
• Presidir sesiones temáticas, aprovechando el sistema rotativo del Consejo.
• Ganar visibilidad y liderazgo si actúa con firmeza, coherencia y visión global.
¿Un asiento de poder… o de silencio?
Estar en el Consejo no garantiza poder. Requiere preparación, voluntad política y una estrategia clara. Porque en ese espacio no gana quien grita más fuerte, sino quien propone soluciones viables, construye puentes entre potencias y defiende principios sin doble moral.
La pregunta que queda es:
¿Aprovechará Colombia este momento para ejercer liderazgo real o se limitará a ocupar una silla?
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