
Guatemala ha solicitado a Interpol una circular roja contra la fiscal general de Colombia, Luz Adriana Camargo, y el embajador ante el Vaticano, Iván Velásquez, alegando supuestos delitos vinculados al caso Odebrecht. Pero lo que está detrás no es solo un asunto bilateral: es un caso que toca las fibras de la justicia internacional.
La solicitud viene del Ministerio Público de Guatemala, liderado por Consuelo Porras, fiscal general incluida por Estados Unidos en la Lista Engel de actores corruptos y antidemocráticos, señalada por obstrucción de justicia y protección de redes criminales. El jefe de la Fiscalía Especial contra la Impunidad (FECI), Rafael Curruchiche, quien firma las órdenes, también figura en esa lista.
Un contexto marcado por tensiones judiciales
Iván Velásquez, desde su tiempo al frente de la CICIG (Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala), lideró investigaciones que desmantelaron redes de corrupción, incluyendo casos emblemáticos como el de “La Línea”, que llevó a prisión al expresidente Otto Pérez Molina. Luz Adriana Camargo, por su parte, ha ocupado cargos clave en investigaciones sensibles y hoy lidera la Fiscalía General de Colombia.
Las órdenes emitidas por Guatemala aparecen en medio de tensiones regionales sobre la cooperación judicial, y diversos observadores han señalado que reflejan un patrón que ha afectado a jueces, fiscales y periodistas guatemaltecos.
El desafío para la cooperación internacional
Más allá de las coyunturas políticas o de las figuras específicas, el tema de fondo es el precedente que podría sentarse: si mecanismos internacionales como Interpol son usados para perseguir funcionarios por razones políticas o cruzadas de poder, la confianza en la justicia transnacional queda comprometida.
Una respuesta de Estado
Colombia enfrenta aquí un reto institucional. No se trata de un asunto de personas, sino de asegurar que las reglas internacionales sean respetadas y no instrumentalizadas. Lo que hoy ocurre no solo afecta al gobierno actual, sino que puede impactar a futuros gobiernos, fiscales, jueces o diplomáticos en la región.
Este es un momento para actuar con claridad y defender las garantías que sostienen la cooperación internacional, porque de ello depende la estabilidad de las relaciones entre Estados y la fortaleza de los sistemas judiciales frente a presiones externas.
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