Caricatura de Aldemar Solano Peña
Por Jonáz:
No hay que generalizar. Pero a quién no le ha ocurrido que un taxista le entregue un billete falso, se aproveche de la ingenuidad del usuario y le dé vueltas por toda la ciudad para cobrarle más cara una carrera o especular porque es diciembre, porque hace frío o calor, entre otras artimañas. Estas y muchas otras anomalías se dan en el servicio de taxis. Aunque para muchos es un problema de actitud individual, hay que analizar el contexto. Muchos patrones no tienen el criterio que quien va manejando el vehículo es un ser humano y sólo piensan en el producido del día, sin medir factores, lo que genera que por algún lado, el conductor tenga que desahogarse con alguien y ese alguien casi siempre es el usuario. Otros taxistas confunden que el servicio que prestan, es una necesidad y en esto fallan, algunos pasajeros han sido agredidos verbal y físicamente por ellos. En este gremio en muchas ocasiones cuando lesionan a alguien usan la excusa que no les querían pagar la carrera, entonces se vieron obligados a utilizar la fuerza. Pero es que pasa con frecuencia, que un usuario ya sabe el costo de la carrera y la tarifa entre uno y otro conductor es diferente y no por 100 o 200 pesos, sino por miles. Eso sin contar los que colocan algún dispositivo para variar irregularmente la tarifa. Aprovechan el papayazo En el caso particular, no soy usuario frecuente de taxi, pero en las dos más recientes oportunidades que recurrí al servicio, por un lado, uno de los conductores se aprovechó de mi estado de vulnerabilidad (algo pasado de tragos) para camuflar billetes falsos en el cambio que me entregó. Entonces uno se pregunta, qué tal que con ese dinero necesitase pagar algo con urgencia. Este es un claro caso, que no hay que dar papaya. Y por otro lado, me pregunto a cuántas personas a diario no le harán lo mismo o peores atropellos. Y hace pocos días por la carrera séptima (sector hotel Tequendama), estaba esperando con un amigo un taxi y no pudimos movilizarnos en uno de estos vehículos, esperamos durante más de 30 minutos y no paraban por más que fuesen libres. Nos cuestionamos: será por nuestra forma de vestir, pero no era, debido a que estábamos más bien formales. Por fin paró uno, y resulta que el conductor nos salió con una “perlita”: lo llevo, pero me paga $ 10.000, será que una carrera a las 11:00 de la noche de la séptima con 28 a la carrera 17 con calle 45 tiene ese costo y lo peor es que el señor, terminó de sorprendernos cuando dijo, es que hay mucho pedido, entonces es por eso. Este tipo de actitudes son las que hacen que uno cuestione el proceder de los taxistas. O en otra oportunidad en Medellín, a los participantes de un evento académico, nos sorprendió cuando las tarifas por el mismo recorrido y tiempo, variaban según el conductor. Lo que sucede es que algunos de ellos no ven más allá, no se dan cuenta que estas actuaciones van en contra de su gremio, pero sobre todo de la ciudad en la que trabajan y que afectan directamente al turismo. Ahora bien, quienes hemos vivido en ciudades intermedias o pequeñas, sentimos que el servicio es más efectivo que en las urbes más grandes, como Bogotá o Medellín. Será que por ser las capitales más “importantes” les da la potestad para las picardías y cometer abusos. Días de parranda y animación Y en este mes, la prima navideña, no es obligatoria en Bogotá, sin embargo, unos soterradamente la cobran. No estoy en desacuerdo con este “cariñito”, puesto que todos tienen familias y quieren cuadrar algún dinero extra para los detalles y demás, pero esa “propina” por módica que sea debe ser ganada con un buen servicio, no cobrada a las malas. Para destacar, no todos los taxistas son mala gente, muchos son amables, cordiales y algunos son buenos guías turísticos. Es una realidad que tienen problemas de inseguridad, que a varios han asesinado y que por parte de los patrones y usuarios, no siempre reciben el mejor trato. Pero hago mención a esto, desde el plano de quienes sí somos respetuosos, valoramos su labor y a pesar de esto, hemos sido atropellados de alguna manera. Con todo lo anterior, para que los amarillos no estén tan descoloridos, se debe mejorar el ambiente laboral, las empresas y propietarios de vehículos deben ser más conscientes y responsables en el momento de contratar a un conductor, que las condiciones laborales sean las más óptimas y justas, que los taxistas sean capacitados en atención al cliente, manejo de la ira, ética, moral y control de las emociones en momentos de presión, ser más profesionales y menos informales, este es parte del reto para este sector del transporte.