Bogotá debe preocuparse más por formar lectores y personas que aprecien el arte que encasillarse en construir maquinas que reproduzcan y repitan información como si fueran robots sin sentimiento y sin pasión.
El sistema de educación en Colombia en un proceso lento y seguro castra la creatividad, reduce a cero las posibilidades de dialogar con las manifestaciones artísticas y por supuesto lleva a la quietud del pensamiento a tal punto que no le permite nada más allá de repetir sin entender nada.
Son muy pocos los docentes que se atreven a construir colectivamente con los y las estudiantes proyectos que realmente le transformen la concepción de mundo, que obliguen a estos niños, niñas y adolescentes a romper las barreras impuestas por una sociedad mojigata y falsa.
La responsabilidad de todo esto no solo recae en el sistema de educación colombiano, gran parte de la culpa la tienen los núcleos familiares que por su actitud desprendida y desinteresada han permitido que esos niños, niñas y adolescentes lleguen a las instituciones de educación sin conocer nada de la vida cultural y artística de nuestra civilización.
Ahora bien, en Bogotá además de la responsable directa de la educación en la ciudad también está la Secretaria de Cultura, que lastimosamente se pierde en las premisas de una serie de eventos y discursos de carácter intelectual que nada tienen que ver con la real cultura y manifestación artística.
Parece que a este sector de la administración de Bogotá, un ejercicio de democratizar la cultura no le interesa, llegan a confundir a un emblemático representante del rock distrital como al Doctor Rock con un habitante de calle que canta rap en el bronx, y pues en esta tónica no es mucho lo que pueda esperarse de esta secretaria.
Para volver al tema, una ciudad que fue capital mundial del libro y que al preguntar al director de Idartes (instituto que promociona las artes en Bogotá) sobre la política de edición del libro responde haciendo mención a ejercicios de lectura compartida, pues la verdad está sociedad no va para ningún lado y ese pobre instituto con ese director a la cabeza va para el desbarrancadero.
El alcalde de Bogotá presentó en su Plan de Gobierno en campaña unas propuestas interesantes, pero algunos usurpadores del erario destinado a la cultura que se han atornillado al puesto, administración tras administración, han convertido propuestas de vanguardia en papel de baño y permiten que se anquilose la manifestación artística y convierten en fortín burocrático y clientelista un espacio para el desarrollo cognitivo de la sociedad entera.
En Bogotá no hay una política de edición y por supuesto no hay una política de circulación del libro. Los nuevos escritores no tienen opciones en un escenario que se maneja con el amiguismo y los favores. Que triste que el sueño por el que muchos trabajaron se desmorone por la incapacidad mental de algunos burócratas de la cultura.
Es impensable que la oferta cultural de la ciudad capital de Colombia, se reduzca a unos festivales, contando con tanta producción artística y cultural en las calles de la ciudad; pero la respuesta es obvia: mientras los grandes festivales requieren millones y millones de pesos donde se contratan las empresas de esos que hoy son opositores de la administración pero viven de los recursos públicos, el sector cultural que trabaja día a día por construir colectivamente tejidos sociales para transformar la sociedad y que son más cercanos al proyecto político del alcalde no necesitan tanto dinero pero si necesitan infraestructura y atención inmediata, es decir no se pueden hacer grandes contratos ni se consiguen votos con esos procesos. Por eso a algunos burócratas de la cultura no les interesa apoyarlos.
Si el alcalde quiere transformar el modelo de ciudad debe pensar más en la cultura y la manifestación artística; debe apostarle a la construcción de escenarios para que el sector cultural le abra nuevas puertas de diálogo a la sociedad con la educación y el desarrollo cognitivo de los niños, niñas y adolescentes.
Bogotá Humana debe centrarse más en la realización integral del individuo y garantizarle a este un espacio para su desarrollo. Siempre los libros y las manifestaciones artísticas permiten construir mejores ciudadanos.
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