El otro día me puse a pensar en un sin número de cosas que me han sucedido con respecto al tema de las relaciones interpersonales. Muchas de esas relaciones me han sorprendido para bien, me han permitido aprender mucho y esas personas han confiado en mí y así he podido darles ánimo, empuje o ganas para seguir luchando sueños, alegrías o tristezas. A esos corazones bonitos que tengo en mi vida ¡Gracias!.
Sin embargo, por otro lado he tenido otras experiencias no tan gratas, que si bien me han enseñado un sin número de cosas, me han decepcionado o sorprendido “para mal” sobre cómo puede llegar a actuar una persona, qué puede llegar a hacer o no, qué puede decir.
Por ejemplo, he tenido la ‘amiga’ que es divina conmigo, está pendiente, me llama, me dice y todas esas cosas que uno en teoría debe hacer cuando es ‘buen amigo/a’. Yo, que soy muy tranquila, agradecida y ‘creyente’ parto de la buena fe de las personas y de su buen actuar conmigo. Así que me dedico a ‘cultivar’ y disfrutar de esa amistad. Sin embargo, tiempo después y por azares de la vida – por el compañero imprudente, por el Facebook o por varias situaciones – me termino enterando de un sinfín de cosas que esta querida ‘amiguita’ dijo, hizo y deshizo a mi espalda o de frente pero que pasé por alto creyendo que eran parte de ‘una imprudencia’ de la ‘amiga’.
También he tenido que lidiar con el tipo que me ha visto la cara, sin embargo a estos si no les dedico mucho tiempo y valga la aclaración, no por resentida sino porque creo que nadie está contento con lo que tiene y el mundo es tan diverso que hay que explorarlo.
Por otro lado, he visto al compañero de trabajo que cuando esta con uno es el tipo o la vieja ‘bien’ colaboradora/dor, aporta, ayuda, conoce lo que es trabajo en equipo. Pero cuando el jefe le llama aparte aprovecha para ver la ‘paja en el ojo ajeno’.
Como si fuera poco, tengo al vecino que cuando lo ve a uno saluda y lanza bendiciones por doquier, pero que cuando hay reunión del conjunto se altera al punto de amenazar, gritar y ‘babear’ porque habrá nuevas disposiciones, porque se debe recoger más dinero para hacer arreglos.
Así las cosas, encuentro completamente cierto el dicho aquel ‘caras vemos, corazones no sabemos’. Por eso hoy invito a todos a unirse a la campaña de 'tenga berraquera' 'que no se le arrugue' 'tenga pantalones' para decir las cosas de frente. Para asumir, para no evadir, para enfrentar. Para decirle a ese o esa que no le gusta, que se baje del avión, que no le gusta como baila, o que le encanta como cocina, que es muy intenso o que le molesta su ‘importaculismo’. A su amiga que ese vestido no le queda o deje la envidia y dígale lo churra que esta. Y cuando se lo digan, por favor, tómelo bien, no se tome nada personal. Así de seguro habrá menos desilusiones, menos corazones rotos y más historias bonitas y relajadas. Sino, el tiempo lo cura todo, ¡Seguro!.
Caras vemos…
Lun, 22/06/2015 - 12:35
El otro día me puse a pensar en un sin número de cosas que me han sucedido con respecto al tema de las relaciones interpersonales. Muchas de esas relaciones me han sorprendido para bien, me han perm