Hablemos sin rodeos. No hay celos sanos, no es normal sentir celos y no es halagador ser celado. Bajo todo punto de vista, los celos son inseguridades que, infundadas o no, deben tratarse como un problema que hay que corregir a toda costa.
Desafortunadamente la cultura popular ha creado tantos mitos alrededor de los celos, que abundan ideas arraigadas y aceptadas, pero equivocadas. Es que nos han hecho creer el cuento de lo natural y positivo que son los celos en una relación. No. Los cuerdos no son ni Daniela Romo, ni Rick Springfield, sino viejas como Marguerite d’Angoulême que desde el siglo XVI viene diciendo que para lo único que sirven los celos es para extinguir el amor.
“Mi novio me quiere tanto que no soporta verme hablando con otros hombres”.
Los neandertales son unos duros vulnerando derechos y libertades, es una de las características que los definen. Y se de muchos casos en los que una mujer que se mete en una relación con un ser retardatario e inseguro termina totalmente marginada de sus amigos, porque el loco en cuestión piensa que su doncella se le va a escapar facilito, o que se lo va a dar a cualquier compañero de trabajo. Porque los neandertales también cree que las mujeres somos guarichas sin Dios ni ley. Pobres.
Pero amiga sumisa, los neandertales no tienen límites, y si una vez usted aceptó dejar de hablar con sus amigos porque él es un loco maniático e inseguro, pronto él le pedirá que deje de hablar con su hermano, sus primos, hasta llegar a sus amigas (porque los locos celosos ven a las amigas como guarichas cómplices y recocheras). Pronto su contacto con el mundo exterior estará totalmente limitado a él.
“Tú eres muy intensa y tratas de controlarme, ¿qué tiene de malo que conteste los mensajes de texto que mi amiga me manda a las dos de la mañana? ¡Estás muy loca!”.
A no ser que usted sufra de inseguridad extrema y maniática –como en el mito anterior– y por ende tenga que consultar a un psicólogo (ese es mi consejo), pocas veces los celos son infundados. Si usted es una vieja relajada, segura de sí misma y entiende que su galán tiene derecho a hablar con mujeres, interactuar con ellas, pero hay una que le da “mala vibra”, hágale caso a su instinto. Pero no diga nada hasta no tener uno o dos hechos que soporten sus dudas. No haga el oso.
Y cuando se lance al agua y le diga a su galán algo por coquetearle a alguien al frente suyo, por considerar que habla más de la cuenta con ella, o que desde hace algún tiempo está llegando muy tarde a la casa o está menos disponible para usted, él tiene que pensar qué está generando esos sentimientos, en lugar de soltar un “ya te envideaste, no te pongas cansona”, “tú no eras así antes, por eso me gustabas más”, “no trates de controlarme, eso no me gusta”, etc. Los brutos neandertales que no entienden razones están out y deben desaparecer del mercado.
Para ilustrar mi caso les volveré a hablar de Pancho Villa. Cuando éramos novios, a su oficina entró a trabajar una chocoloba y después de un par de fiestas de su oficina no me podía sacar de la cabeza que ahí podía haber algo. Le pregunté y él lo negó con una de esas frases en las que las palabras “intensa” y “loca” estuvieron. Años después me reencontré con Pancho, y como él siempre fue un neandertal con matices, pudimos sentarnos a hablar sin tapujos de lo asqueroso que fue ese tiempo juntos, tomamos vino y nos reímos de lo lejos que llegaron nuestras peleas, nuestra relación. Entonces le pregunté si había pasado algo con la chocoloba mientras estuvimos juntos, y él dijo “sí, nos dimos besos una vez y después que tu y yo terminamos salimos un par de veces”. ¿Ah?
“Los celos son saludables porque mantienen vivas las relaciones”.
¡Popó de toro! Los celos apestan. En una relación sana los dos son libres de hablar con quien quieran, de saludar al que sea en la calle, de tener los amigos que quiera. Mientras haya fidelidad, respeto y confianza todo se vale. Si mi chico me ha dado razones para confiar, ¿por qué debería hacer lo contrario?
El problema es cuando no hay confianza, si él aprovecha cualquier oportunidad para coquetear, si sabemos que tiene una historia de infidelidad larga, si levantar es clave para su ego, pues… amiga víctima, hombres así también deberían salir del mercado por ser mercancía defectuosa porque no, no van a cambiar.
En el mundo ideal yo debo estar con alguien que no tenga que fiscalizar, al que no me dan ganas de revisarle el correo, alguien que se pueda ir a una despedida de soltero en Gomorra con todo pago y que a mi solo se me ocurra pedirle un regalo y que se tome una foto chistosa.
Y no estoy en el país de las maravillas. Yo se que se puede, porque así como he tenido a Pancho Villa, he tenido a esa persona cuyo ego es tan sólido que no necesita levantar todos los viernes para saber que es el más churro e inteligente; que siente orgullo al aceptar que está en una relación seria y comprometida; que no necesita que cambie mi estatus en Facebook a “en una relación” para marcar territorio; que si alguien me coquetea en la calle sabe que es un evento sin trascendencia, porque yo no voy a hacer nada en contra de él ni de nuestra relación; al que le puedo contar mis historias anteriores porque sabe que tengo pasado y no le molesta. En el que yo confío y por el que nunca he sentido celos. Porque los celos no son equivalentes al amor.
Tomado de la Web Page de Susana y Elvira
@susanayelvira
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Vie, 30/08/2013 - 01:19
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