No hace mucho hice unas de las cosas que me gusta hacer en Bogotá, paradójicamente es la que menos hago. Caminé por el centro, pedalié un poco por la 7, me comí una oblea con extra de arequipe, tomé una que otra foto, fui a un par de museos y terminé en la librería del Fondo de la Cultura Económica de Colombia.
Estuve más o menos 3 horas en la librería, y de luego de revisar hasta los textos relacionados con superación personal y todas esas maricadas en las que no creo, me decidí por tres libros, uno de Vargas Llosa: La civilización del espectaculo, uno de Boris Vian: Escupiré sobre vuestras tumbas y otro de Bobbio: El futuro de la democracia.
Sí, mi mamá me dijo cuan ñoñaso soy pero ese no es el punto. Pagué al rededor de $105.000 gracias a un descuento del 20% por ser estudiante. Salí muy feliz de la tienda luciendo mi gran bolsa con mis tres grandes libros y sólo fue cuando llegue a casa que me di cuenta cuan privilegiado soy. No privilegiado en el sentido en que las mamás cantaletean " pepito, ud lo tiene todo, no sea mal agradecido, su papá y yo trabajamos fuertemente..." No, así no. Me sentí privilegiado porque hago parte de un reducido grupo que puede leer lo que se le da la gana, perfectamente hubiese podido comprar: "como superar a tu ex en 8 pasos" y nadie me hubiera dicho algo respecto, aún consientes de que tal libro no me ayudaría a superar a mi ex.
Pero creo que aún no han entendido del todo mi punto. Luego de llegar a casa descubrí que los libros son un lujo: sólo pocos tenemos la posibilidad de acceder a ellos. Esos pocos somos los que pertenecemos a la clase media - alta. ¿O es que acaso ustedes creen que una persona que se gana un salario mínimo puede contemplar la idea - por más de que le resulte atractiva- de gastarse gran parte de su nomina en libros en vez de comer? La verdad es que yo también prefiero comer.
Y siento que desde ese punto, de tener la posibilidad de comprar un par de libros y de tener la libertad de escoger qué leer, empieza un gran circulo vicioso de desigualdad. Sin la intención de ponerme cantaletudo, sé que la lectura puede ser una gran herramienta de preparación para sin número de habilidades como la argumentación, el pensamiento crítico y la escritura.
Ahora seguimos siendo los de clase media-alta, -que contamos con la posibilidad y la libertad- los que tenemos cierta ventaja sobre los de la clase baja. Si, además de tener dinero, tenemos conocimiento. Tenemos la posibilidad de salir y pelear con lo que sabemos: con nuestro pensamiento crítico y con nuestras habilidades de escritura y compresión de textos.
Luego de todo ese pajaso mental me imaginé un lugar donde la mayoría estuviéramos en igualdad de condiciones. Eso significaría -utópicamente - igualdad de condiciones a la hora de acceder a oportunidades. El problema fue que al tratar de seguir imaginando, la ciudad que imaginaba ya no era la mía, es más ya no sabía si podía ser si quiera una ciudad: en mi utópica ciudad todo era perfección, personas discutiendo con todo lo aprendido luego de leer, poca pobreza y mucho orden.
Después me puse a pensar si toda la perfección que imaginé puede surgir desde la lectura y desafortunadamente aún no lo sé, pero me gusta creer que si.
En las calles de Bogotá hay más que trancones y ruido
Dom, 15/09/2013 - 00:35
No hace mucho hice unas de las cosas que me gusta hacer en Bogotá, paradójicamente es la que menos hago. Caminé por el centro, pedalié un poco por la 7, me comí una oblea con extra de arequipe, t