“Eso no fue aquí, no ocurrió”. Se escucha decir algunos funcionarios de la Alcaldía Local de La Candelaria mientras un grupo de habitantes cerca al muy conocido “Chorro de Quevedo” expresan vivir en medio del vandalismo, al que señalan haber terminado con la vida de un deportista de 27 años recientemente por robarle el celular. Pero no fue sólo la demencia de los asesinos lo que condujo a la tragedia.
Para quienes afirman vivir en una localidad diferente a la segura que se expone desde la Alcaldía Local, hechos como éste son crónica de una muerte anunciada. Su relato que amerita toda la atención, expone una realidad que con asombro he conocido, ninguno de los hechos que exponen, aparece en los reportes de las autoridades al frente de ésta céntrica zona de la ciudad. De aquel deportista que aseguran habitantes, tuvo la mala suerte de ser la víctima mortal, la gota que rebosó la copa. Ya temían hace meses que algo así podría pasar. En la absoluta negligencia de una administración mediocre arranca la historia que en el amanecer de hace días dejó a este ‘skater’ agonizando en un pastizal.
La Alcaldía de Gustavo Petro con sus Alcaldes Locales, puso a soñar a los deportistas bogotanos con una ciudad humana donde lo antónimo a la violencia fuese la práctica del deporte. Después de 10 mil millones de pesos ‘enterrados’ en adecuaciones de obras deportivas, entre ellos para el centro de la ciudad y La Candelaria, sólo quedó una pista de skate terminada. Más de un terreno, para ser puntuales, los alrededores a la Universidad Externado, permanece sin cerramiento, las plazoletas planeadas están a medio hacer, así como los baños, los senderos y la iluminación.
Al papel transcribí lo que Camilo Triana y Sebastián Arias, dos jóvenes que a diario acuden con sus patinetas a este sector, se atrevieron a contar en su versión. Ellos, deportistas entregados a su pasión, también han sufrido la displicencia de la administración de ésta localidad de Bogotá, habitada en su mayoría por extranjeros y nosotros, estudiantes. No dudan en afirmar que su amor por el extremo hace practicar su deporte esquivando la inseguridad que los asedia mientras sus quejas no son escuchadas.
Hoy los habitantes vecinos al “Chorro de Quevedo”, hacen los mismos reparos: la Alcaldía Local de la Candelaria, dependiente y vecina de la Alcaldía Mayor, los han engañado, el sueño de lugares deportivos en el centro de la ciudad se ha convertido en una pesadilla, en albergue de ladrones y drogadictos. Más de siete meses pasaron, desde la primera carta enviada a la Administración local con copia a la Secretaria de Gobierno Distrital, la desidia del Gobierno se mantuvo impasible y lo que todos temían ocurrió: asesinaron al más inocente de una historia absurda.
Algunos periodistas y uno que otro comentarista irresponsable, han querido culpar al “Chorro de Quevedo” y ciertas zonas de la localidad la Candelaria, de cada hecho vandálico. Irónicamente varias están cerca de la Estación de Policía de la Avenida Jiménez. Quienes insisten en negar los hechos expuestos por los mismos ciudadanos, de lejos están equivocados y rayan en la torpeza. Nada tiene que ver la gente del “Chorro de Quevedo”, son solo víctimas, no victimarios de esta trama. Cerca del mayor desvelo del Alcalde – el centro de Bogotá, el mismo vecino a su Despacho en el Palacio Liévano-, los habitantes de aquellos barrios céntricos y deportistas de la ciudad esperan impacientes lo que les prometieron. Merecen ellos, más que un Metro, un centro seguro.
@josiasfiesco
En sus narices, Alcalde
Jue, 11/07/2013 - 05:30
“Eso no fue aquí, no ocurrió”. Se escucha decir algunos funcionarios de la Alcaldía Local de La Candelaria mientras un grupo de habitantes cerca al muy conocido “Chorro de Quevedo” expres