No se si usted, queridísimo lector piense igual que yo, con respecto a que al alcalde mayor de Bogotá le iba mucho mejor en el Congreso de la República que en el Gobierno Distrital.
Eso que comenzó con una ola de fanatismo absolutamente efusivo hacia el proyecto que se pensaba el alcalde Petro, por ser aquel líder de la voz baja lenta y aburrida, el Gaitán moderno, el que reivindicaría los derechos de los de abajo, el Robin Hood de Bogotá, terminó con un mínimo común denominador calificativo para su gestión entre los bogotanos: Improvisación.
Y no con esto, le doy algún tipo de defensa al quema libros de la Procuraduría, pero si desde mi juicio, condeno a Petro a que sea quemado en la Plaza de Bolívar, delante de una turba de cientos de almas buenas que recen en latín por su redención. Además, las hojas de miles de libros de Cien años de soledad ayudarán a avivar la llama. (Uy, parece que don Alejandro se me metió en el teclado). Bueno en fin, aquí lo que verdaderamente importa es la mediocre gestión que el alcalde, desde mi punto de vista, ha ejercido sobre la ciudad.
Si bien es cierto que no todas las culpas pueden asignarse a él, porque Bogotà viene con macro problemas desde tiempos inmemorables, tampoco es justificable que de todo se le eche la culpa a las administraciones anteriores.
No todo es malo, y quiero recalcar en esto. La reparación, construcción, y finalización de la avenida calle 26, fue solo gracias a Petro, por primera vez en la historia, los habitantes de la calle pudieron dormir sin frío gracias al albergue que Petro construyó para ellos, la agenda cultural y deportiva que la Bogotá Humana desarrolló durante estos cuatro años fue estupenda, sin embargo la gran mayoría de las presentaciones y los shows fueron siempre ubicados en teatros y plazas en el sur de Bogotá, y para mi eso está muy bien. Pienso que éste Gobierno promovió una real inclusión de las personas desfavorecidas socioeconómicamente en el deporte y la cultura, pero resulta que Bogotá tiene un poco más de 8 millones de ciudadanos, y Petro no gobernó para todos.
En los últimos días, mientras leía el diario ADN, me encontré con una noticia realmente indignante, y desastroza. Según un informe de la policía de Trans Milenio, los hurtos del 2011 al 2014 se han incrementado en un 141% en el sistema de transporte, y la violencia sexual contra las mujeres en un 485%. En su defensa, Petro argumentaría que la seguridad dentro del sistema le corresponde a la empresa que presta el servicio, pero aún así es absurdo, triste y repudiable el aumento de dichas cifras, todas ellas evidenciadas durante el Gobierno del alcalde.
Es imposible que el alcalde de una ciudad no tenga facultades para tener una injerencia efectiva en asuntos que son de primer orden, como la seguridad en el sistema de transporte que utilizan a diario millones de bogotanos, pero al fin y al cabo, solo mientras Pardo fue el alcalde suplente, vimos policías suficientes en cada una de las estaciones.
Por último, la decisión de suspender la medida de pico y placa en días recientes le ha causado a la ciudad un apocalípsis vehicular porque aún muchas personas siguen en horario laboral, y no han salido a pasear. No queda nada màs que escribir, o bueno como diría Santiago Cruz: "lo de Bogotá no es tráfico, es trágico".
@Santiagoangel66
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