Las dependencias son un complejo moderno del miedo a la soledad. A veces sólo requerimos de una dosis de verdad para caer en la cuenta de lo maluco que se vive y lo bueno que se puede pasar. Cuando la solución de los problemas se vasa en tener un bulto estorboso, quejumbroso, celoso y poco permisivo al lado, estamos jodidos. La soledad tiene su lado positivo y cogerle cariño es un buen método para olvidar cuan solos estamos, de echo meterse en la cabeza “es que yo no necesito novio para estar feliz” es un principio fundamental de la soledad.
La verdad es que cuando no se tiene pareja, no solo esta ese asunto por solucionar sino que caen otros líos más para asegurar el sentimiento que nuestra felicidad depende de una cortoplacista relación de pareja.
Digo cortoplacista por un solo motivo, existen las peleas, uno no esta todo el tiempo bien con el otro. Somos seres humanos y adaptarnos a la convivencia es un acto natural y lleva un proceso que requiere un conocimiento casi absoluto del otro, aceptar sus defectos y cualidades (porque hasta hay cualidades que nos chocan), pasar por lago sus reproches y acoplarnos a la vida del otro (aunque no entiendo el motivo por el cual cambiar mi vida por la simple razón de tener pareja, aunque aclaro que lo he hecho).
Consideramos que hay que hacer de su felicidad la nuestra, un asunto asqueroso de las relaciones modernas, el estado emocional de la pareja se traslada a mi estado emocional. Increíblemente llegamos al punto de la imitación y la absorción de sentimientos, hasta en eso les regalamos el poder de destrozarnos.
Uno es permisivo de sus propias desgracias, las cosas no llegan solas y para amargarse la vida no hay necesidad de estar solos o acompañados. De echo esa necesidad de estar acompañados es creada, existen frases de cajón para comprobarlo: “te va a dejar el tren”, cosas como estas son un grandísimo imaginario colectivo de esa relación noviazgo-felicidad.
Tenemos una moderna concepción de necesitar del otro, una codependencia de sentimientos y un pánico a la soledad, lo argumento de esta forma porque yo también lo sentí y si caigo de nuevo en el laberinto de la soledad lo más probable es que vuelva a sentirlo.
No soy un experto en felicidad ni se como obtenerla eternamente, porque créanme que me olvidaría de estar escribiendo un blog y escribiría un genial best-seller “la manufactura de la felicidad perpetua.
Se puede sentir alegría cuando se come el postre que más nos gusta, cuando nos cancelan la clase del sábado 8 a.m., o simplemente uno es feliz cuando está echado haciendo nada. De cualquier forma es efímera como un helado a pleno sol, rara vez uno puede alargar este tipo de felicidades.
La felicidad lastimosamente viene en pequeñas dosis, que duran poco tiempo y se desvanecen en un parpadeo. Por ello la clave es conseguir ese algo que le genere a uno un sinnúmero de pequeñas y cortas felicidades, que se vayan uniendo una con otra para que nos hagan pensar al final que es una gran felicidad.
Y para obtener esa gran felicidad tal vez tener el amor sea una prioridad, personalmente me queda la duda si es invento del bien o del mal. Por un lado esta esas maripositas en la pasa, esa cara de pendejo, ese palpitar constante, esas ganas de comer al otro a punta de besos, ese deseo y fuerza interior a darlo todo por el otro. En el lado contrario esta los cachos, la tusa, la depresión, los desengaños, las llamadas borracho al amanecer, el exceso de pensamientos y un sinnúmero de situaciones más.
Solo me queda por dejar abierta las incógnitas que hasta para mi mismo es necesario elaborármelas ¿Es necesaria una relación noviazgo-felicidad? ¿Hay que crear codependencia? ¿El ser feliz esta verdaderamente esta en una pareja?
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