Los padres debemos ser capaces de controlar nuestros sentimientos, reprimiendo la rabia, ira o agresividad que en un momento determinado podemos sentir ante un conflicto con los hijos. Los problemas se solucionan de manera razonable, sin ofender ni herir a nadie. Es fundamental controlar las palabras y los actos, y evitar siempre comportamientos agresivos o poco respetuosos contra ellos.
Los hijos aprenden a comportarse observando como lo hacen sus padres, aprenden por imitación. Es muy importante darles el ejemplo de cómo solucionar una situación conflictiva o un problema de forma inteligente y educada.
En muchas ocasiones caemos en la repetición de la repetición, en cantaletas, y exceso de argumentación. Si bien debemos ser claros en nuestras apreciaciones, también en cierto que los niños y jóvenes dífilamente entienden razones. Su estrategia es debilitarnos y desesperarnos de tal manera que terminan por lograr sus objetivos. DEBEMOS SER FIRMES, y ellos deben aceptar la autoridad.
Ellos son seres racionales. Por tal motivo, estamos en la obligación de dialogar coherentemente y no permitir que las discusiones se desvíen o vayan subiendo de tono. Incluso, al sentirnos agobiados y a punto de explotar, tenemos el derecho de pedir un espacio y un tiempo fuera para canalizar toda esa mala energía, e impartir nuestra autoridad por que la tenemos, no porque la imponemos a través del miedo o las amenazas.
Los problemas debemos enfrentarlos a tiempo. No dejemos que los conflictos nos tomen ventaja y se conviertan en situaciones mucho más difíciles.
¿Ha sentido ganas de ahorcar a sus hijos?
Lun, 06/05/2019 - 04:02
Los padres debemos ser capaces de controlar nuestros sentimientos, reprimiendo la rabia, ira o agresividad que en un momento determinado podemos sentir ante un conflict