Para ellos todo es un afán, la ansiedad les envenena el cuerpo, todo debe ser de inmediatez y no se dan la licencia de disfrutar de la espera. A esta conclusión he llegado luego de un largo proceso de observación, en el que analizo cada episodio y veo repetirse la misma impaciencia.
A veces considero que soy yo quién está errado, que la vida moderna debe ser así, rápida por aquello de que el tiempo es oro. Tanto así, que he dudado de la capacidad de resistencia sexual de estos ciudadanos, porque si para todo andan con apuros supongo que la eyaculación precoz es una constante.
Hace unas semanas las carreteras de La Guajira se llenaron de muertos, la causa: accidentes de tránsito por doquier. Muchos se lo achacaron al mal estado de las vías, yo sin embargo, lo vi como irresponsabilidad a la hora de conducir; de donde vengo se comenten muchos agravios, pero por estos lares se cometen más imprudencias.
Cuando tengo la oportunidad de tomar un taxi se me aceleran las pulsaciones y entro en un espasmo, no entendiendo cuál es el afán de ir rápido si yo no estoy apurado. La ciudad está plagada de calles pequeñas y donde apenas y pueden circular dos carros. En el colectivo siempre escucho una queja por los semáforos, que a mi percepción son escasos.
De niño solía leer los letreros en la vía –quería leer rápido y fluido- aquí ni siquiera me dan esa oportunidad. He optado por conocer Riohacha caminando porque en un vehículo es imposible, pero de todas formas los peatones le pedimos permiso a los carros para andar.
En realidad no sea si el resto de colombianos sea igual, que el sistema en el que están amoldados les haya enseñado el afán como una manera de ver las cosas sin razonar que todo tiene su tiempo.
Lo veo en la salud, pocos tienen la amabilidad de esperar y mucho menos de entender a quién los atienden, que muchas veces ni siquiera dejan ir al baño. Se de las historias de la salud en el país, pero no es de eso de lo que estamos hablando.
Haciendo una investigación de mercado para un Instituto Prestador de Salud (IPS) logre sacar como indicador la satisfacción por el menor tiempo, de hecho no soy el primero que lo dice, pero es algo que me ha causado intriga al igual que el carácter cognitivo del vallenato en la sociedad colombiana.
Espero que nadie se ofenda con mis palabras, pues simplemente es una reflexión que hecho de esa nueva cultura a la que me enfrento en este migración de incertidumbres. Como lo he dicho, estoy descubriendo un nuevo universo y por eso tengo la oportunidad de hacer comparaciones; muchos le llaman a eso “ver mundo”.
Sería interesante hacer un estudio antropológico sobre esta conducta, tal vez y sea yo quien esté acostumbrado a las colas para comprar comida o a las horas en sala de espera mendigando la atención de un médico.
En este lugar, La Guajira, para muchos es un conflicto ir al supermercado o sacar dinero del cajero, es una negación a la espera. Quieren que todo sea tan rápido que hasta la muerte les llega de buenas a primera.
La impaciencia del guajiro
Sáb, 25/08/2018 - 10:23
Para ellos todo es un afán, la ansiedad les envenena el cuerpo, todo debe ser de inmediatez y no se dan la licencia de disfrutar de la espera. A esta conclusión he llegado luego de un largo proceso