En estos días el presidente Juan Manuel Santos convocó por Twitter una consulta ciudadana que, si se piensa bien, debería de causar rubor al país. Da un poco de vergüenza ajena que a esta altura de la vida en Colombia se plantee un debate sobre si se deja o no vender alcohol “desde las 6:00 de la tarde del día anterior a las elecciones hasta las 6:00 de la mañana del día posterior”.
Dice Santos en un trino que la ley seca se aprobó en otras épocas y que los colombianos hoy son más responsables. Pongo en duda la segunda parte del razonamiento, en la primera tiene toda la razón.
Esa ley viene de una época en la que los colombianos se mataban por un trapo de color rojo o azul que representaba al partido Liberal y al Conservador. Hoy en día esos dos partidos ya casi ni existen, aunque sobrevivan costumbres de aquel tiempo.
Colombia en muchos aspectos es un país premoderno. Nada de moderno o postmoderno como creen algunos, es un país premoderno por unas costumbres bárbaras, más serias desde luego que lo de la ley seca, y que siguen estando ahí y ahí permanecerán por mucho tiempo.
Me refiero, por ejemplo, al bandolerismo. El último acuerdo de paz firmado entre el Gobierno y las Farc -es duro decirlo- no pacificó al país. Sí, está muy bien que las Farc hayan dejado las armas y lo que ustedes quieran, pero el país sigue inundado por bandas armadas de diversa calaña que amenazan la vida de mucha gente.
Y el fenómeno del bandolerismo es típico de sociedades premodernas como dice el historiador inglés Eric J. Hobsbawn, que estudió a fondo el fenómeno:
“Es producto de sociedades atrasadas o precapitalistas y muy particularmente de los períodos en que dichas sociedades entran en proceso de desintegración y transición”, dice el profesor. Piensen ustedes solo en los países de la región, no digo Europa o Estados Unidos, y pregúntense en qué otro país hay un fenómeno de bandolerismo como en Colombia.
Esta es una rémora muy seria que hace de Colombia un país atrasado, pero la vida cotidiana de los colombianos está llena de pequeñas “leyes secas” que son un conjunto de estupideces que aquí a la gente le parece cosa normal y en las sociedades desarrolladas resultan por lo menos exóticas. Son casi siempre molestas e inútiles.
En un país como este en donde mucha gente bebe alcohol única y exclusivamente para emborracharse, resulta casi explicable que más del 40% de varios sondeos que se han realizado en estos días sobre si se debe derogar o no la ley seca, los encuestados piensen que debe seguir vigente.
Yo personalmente encuentro ridículo no poder comprar durante unas horas previas y posteriores a unas elecciones, una botella de vino para tomar durante la comida o para llevar a una casa que te haya invitado a cenar.
Como me parece inútil no poder responder a un teléfono dentro de un banco o firmar poniendo la huella digital o rellenar, cuando se llega a Colombia del extranjero, un papel de aduana que luego nadie lee ni sirve para nada. O el ofensivo y absurdo toqueteo cuando se entra a algunos sitios dizque a ver si llevas un arma. O la mirada furtiva dentro de los bolsos de las señoras por parte de los guardias de seguridad de los supermercados. Y mil estupideces más que hacen de la colombiana una sociedad provinciana y candorosa.
La ley seca y otras tonterías colombianas
Jue, 15/02/2018 - 09:47
En estos días el presidente Juan Manuel Santos convocó por Twitter una consulta ciudadana que, si se piensa bien, debería de causar rubor al país. Da un poco de vergüenza ajena que a esta altura