La respuesta es…

Dom, 17/03/2013 - 09:55
@BaldomeroPessoa

sebastros@gmail.com

 

La situación en Colombia es culpa de todos y a la vez de n
@BaldomeroPessoa sebastros@gmail.com   La situación en Colombia es culpa de todos y a la vez de nadie. Sabemos y conocemos que la desidia gubernamental y la indiferencia social permitieron que en Colombia cualquier persona vendiera su alma por tener un billete en su bolsillo. Y ahí todo comenzó, o todo empeoró… ¿Dónde estuvieron los que denunciaron las irregularidades de lo que pasaba en el país, dónde están los que no callaron cuando veían que el narcotráfico llenaba las arcas de dirigentes, políticos, empresarios y deportistas? …todos están enterrados, cayeron bajo el abandono de un Estado que no protegió sus vidas, o un Estado que dejó vender sus vidas. En Colombia faltan voces críticas y  analíticas de la realidad que vivimos. La pobreza se combate con oportunidades, no con limosnas; quien ayuda a la pobreza por la caridad del santo, con la limosna del diezmo, con la bendición del cura que absuelve sus pecados, no ayuda a los más necesitados, lo que está haciendo es perpetuar su miseria. No es raro que quisiéramos perpetuar esas prácticas, eso nos gusta mucho: políticos, dirigentes, sacerdotes quieren quedarse eternamente en el poder. El poder en Colombia se usa para ganar, para contratar, para vender, para negociar. “Qué razón tengo para ayudarle al otro si puedo ayudarme a mí, y a mis amigos y a mi familia”: dice un colombiano promedio. Colombia dejó llenar su campo de minas quiebrapatas, en vez de cultivos productivos; dejó llegar a la ciudad miles de desplazados y en vez de de devolverles sus tierras; se dedicó a construir casitas en las laderas que llenan esas ciudades de trabajadores informales, ladrones e indigentes. Los ríos del país se convirtieron en los últimos 50 años en el cementerio más grande del mundo, Colombia dejó enterrar miles de muertos en fosas comunes y ahora los buscan con afán. Hay que abandonar ese apasionado mito interno de que todos los colombianos somos buenos y trabajadores, y romper el mito externo de que todos los colombianos somos narcotraficantes y asesinos.  En Colombia como todos los países del planeta es un país con gente muy buena y gente muy mala.  Hay una población ciega, necia y patriotera que piensa que el país es una bandera, un himno y un equipo de fútbol. Y hay una población ciega, mezquina y obsesionada en que Colombia es un campo de batalla donde todos se matamos porque sí. El que realmente sienta que su país es importante y que está en la obligación de hacer algo por mejorar, ¡qué lo haga!, sino, que siga su vida tranquilo. Nos equivocamos al pretender que “todos” estamos en obligación de trabajar por el país, de luchar por nuestra bandera, de cantar nuestro himno de pie con la mano en el corazón y de salir a marchar en contra de las Farc. En Colombia no hay libertad de expresión, de pensamiento, libertad sexual, de culto o credo. Estamos casi condenados a una disimulada represión de un establecimiento arcaico. Por otra parte están los colombianos que sí “aman” a su país, y que están dispuestos  a empuñar un arma para luchar contra el ejército de Chávez; los colombianos que quieren un país mejor y que acuden a su contador para que les haga una declaración de renta donde no tengan que pagar nada; los colombianos que cada día se levantan con ganas de trabajar por la patria y que no cumplen las normas de tránsito, explotan a sus trabajadores, insultan a sus vecinos,  roban ante la primera oportunidad, mienten y engañan. La cadena es viciosa. No comprendemos que para vivir en sociedad necesitamos un mínimo de respeto por los derechos del otro, pero como se pueden incumplir, no hay porque hacerlo. La crisis de Colombia es la doble moral, del los que asisten a misa a confesar asesinatos; de los que roban pensando que nadie se va a dar cuenta. En conclusión, Colombia es un país de contrastes, es un país lleno de riquezas y maravillas naturales, pero también un país con grandes desigualdades sociales, con problemas culturales de búsqueda de dinero fácil y con una clase dirigente que no ha actuado con principios democráticos, sino en pro de sus intereses. Si queremos vivir en un país mejor, la persona que quiera contribuir debe empezar desde su casa, desde el trato con sus amigos y familiares, desde los principios éticos en el trabajo y en el estudio, en la participación de construcción de ciudadanía y de proyectos políticos transparentes y sólidos. Sólo ese día, Colombia podrá vivir mucho mejor, y el beneficio cubrirá mayor cantidad de la población.   sebastros@gmail.com www.nadaesmentira.wordpress.com 
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