La Salud Mental en Colombia ¿derecho o servicio?

Mié, 20/08/2014 - 12:47
La ley 1616 de 2013 reza en su artículo 3 lo siguiente “La salud mental se define como un estado dinámico que se expresa en la vida cotidiana a través del comportamiento y la interacción de m
La ley 1616 de 2013 reza en su artículo 3 lo siguiente “La salud mental se define como un estado dinámico que se expresa en la vida cotidiana a través del comportamiento y la interacción de manera tal que permite a los sujetos individuales y colectivos desplegar sus recursos emocionales, cognitivos y mentales para transitar por la vida cotidiana, para trabajar, para establecer relaciones significativas y para contribuir a la comunidad. La Salud Mental es de interés y prioridad nacional para la República de Colombia, es un derecho fundamental, es tema prioritario de salud pública, es un bien de interés público y es componente esencial del bienestar general y el mejoramiento de la calidad de vida de colombianos y colombianas”. Sin embargo, en la práctica, la realidad colombiana nos muestra que estamos lejos de que la salud mental en Colombia, sea tomada como una verdadera prioridad, teniendo como agravante un país con una inestabilidad emocional muy marcada, matizado por los distintos eventos que han marcado nuestra historia. Con ese panorama, encontramos que culturalmente poco nos preocupamos por nuestro estado emocional, asumiendo por un lado que “no estamos locos” o por el otro que eso no es tan importante y tal es así, que en nuestro sistema de salud, las citas a psicología o a psiquiatría, deben ser filtradas por el médico general, como si la salud física fuese más importante que la salud mental, limitando la posibilidad de que sea el medico quien determine si se requiere o no dicha atención y no quien siente la necesidad de ser escuchado y atendido, sumado al hecho de que una consulta psicológica no especializada, a través del sistema de salud, tiene un tiempo limitado, que no alcanza a cubrir un proceso de intervención efectivo y por supuesto menos un seguimiento al caso. Revisando la página del Observatorio Nacional de Salud Mental, nos encontramos con un panorama mucho más desolador, ya que, adicional a  los pocos datos que se encuentran, estos están obsoletos, desactualizados e incompletos, pero lo que sí se puede leer con esta información es el descuido en el que nuestra salud mental se encuentra. Si a este panorama le sumamos el hecho de que nuestra sociedad colombiana, ha transitado por diferentes fenómenos sociales, que nos han llevado a generar una serie de consecuencias emociónales psicológicas en el colectivo. Fenómenos como el conflicto armado, el narcotráfico, la delincuencia y otros factores de riesgo psicosocial, como la situación económica de la gran mayoría de comunidades, las cuales han generado diferentes reacciones o patologías sociales, que afectan  tanto la psiquis individual, como la colectiva. La delincuencia, la violencia urbana, los altos niveles de consumo de SPA, la prostitución y explotación sexual de menores, son algunas pequeñas muestras de que algo está fallando en nosotros como sociedad, el problema es que le estamos apuntando al síntoma y no al problema como tal y peor aún, estamos descuidando las consecuencias presentes y futuras que todo esto conlleva. En Colombia, históricamente han venido ocurriendo algunos fenómenos particulares que pueden dar fe de esta afirmación, un ejemplo de ello es la institucionalización de la violencia como mecanismo para la resolución de problemas, esto es cuando ya hemos estado tan expuestos a este fenómeno que se nos vuelve paisaje, se nos vuelve natural que esto ocurra, así como otros fenómenos que también hemos naturalizado; la pobreza, la corrupción y la burocracia nefasta que arrasa con lo público, las inconformidades colectivas que se reafirma en la protesta mediática y coyuntural, que termina posponiéndose en una soslayada complicidad colectiva, puntualizada en un “esto es Colombia” o en un más desolador “así somos y nada nos va a cambiar”. Todo esto lo que debería mostrarnos es, como nuestra mente, nuestro otrora pensamiento libertario, se perdió en nuestra propia insalubridad mental, estamos tan perdidos que lo “anormal” ahora es lo común, validado por nosotros mismos y todo esto no puede ser mas, que un síntoma de que algo falla, algo esta malfuncionando en nuestra mente y nuestra manera de pensar, y podríamos empezar por suministrar menos ibuprofeno o acetaminofén y abrir la posibilidad para que como ciudadanos, tengamos la oportunidad de curar nuestros demonios sociales antes que ellos nos enfermen en lo físico para darles algunos de los placebos aprobados en nuestro POS. Se hace necesario que como país, cumplamos el precepto aquel que afirma que la salud mental es prioritaria, entender que la importancia de nuestra estabilidad emocional y de nuestro bienestar mental, puede ser una herramienta eficaz de mejoramiento de nosotros como colectivo.    
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