LA TRAGEDIA NACIONAL EN LA OBRA DE TOMÁS GONZÁLEZ

Mar, 28/01/2014 - 03:01
Cuando hablamos de tragedia, en Colombia, nos imaginamos la inequidad, la violencia, el terrorismo, el desplazamiento y tantas otras formas de terror que nos acosan desde hace decenios.

Pocos imagi
Cuando hablamos de tragedia, en Colombia, nos imaginamos la inequidad, la violencia, el terrorismo, el desplazamiento y tantas otras formas de terror que nos acosan desde hace decenios. Pocos imaginan que esa tragedia nacional también puede ser la violencia verbal y gestual familiar. Esas palabras frases, dichos y actuaciones que desde muy niños muchos observan en sus mayores, tíos y hermanos; esa manera tan cotidiana y violenta de sentenciar, calificar, amenazar o conminar a alguien, regularmente menor, para que realice o no tal cosa. Y es allí, en la cotidiana y muy familiar violencia verbal y gestual, donde reside buena parte de nuestra tragedia nacional. Este “costumbrismo del horror” es el argumento de Temporal, la última novela del sorprendente escritor antioqueño Tomás González. Con el mar de Tolú como escenario de fondo, González nos lleva a observar, como si fuéramos público de platea en una representación teatral, el breve y feroz diccionario de las malas palabras, los dichos y formas de trato “familiar” de muchos connacionales. Y estamos a la espera de la tragedia, de la que sentimos ocurrirá en cualquier momento, la enunciada en tantas miradas de odio, en calificativos de menosprecio y en silencios de ira. Pero no. Esa gran tragedia –que los lectores esperamos y hasta deseamos- no sucede. Al menos no de la manera como la presentimos. Porque esa gran tragedia de Temporal es la vida misma de sus personajes, es el lenguaje y las maneras de relacionarnos entre nosotros. Y lo sabemos tarde, algunos en las últimas páginas, otros después de la mitad del libro. En la vida real es igual: muchos ni se enteran de lo trágica que es su comunicación con sus más cercanos, otros se dan cuenta pero poco hacen por mejorarla y todos, en menor o mayor grado, padecemos la tragedia nacional de saber herirnos, insultarnos, despreciarnos y odiarnos diariamente con nuestros seres dizque “queridos”, es decir, con la familia, los amigos, compañeros y personas cercanas. Es magistral la narración que Tomás González realiza y cómo nos lleva a reconsiderar la forma como tradicionalmente educamos, compartimos y vivimos en familia en nuestro país. Y lo desacertados que somos con los calificativos, los famosos y terribles refranes populares, en fin, el museo abierto del dolor y el horror popular. Temporal es una novela que merece ser texto de estudio, no solamente de alumnos de educación media sino, sobre todo, de sus padres y madres.  Para que esta historia, que tanto nos duele y disgusta, no se siga repitiendo. Para que la paz real, la de todos los días, se siembre desde el hogar y el trato cotidiano. “Fugaces en su eternidad, como todo lo demás, son las tormentas” concluye Temporal. Que así sea.  
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