Los huesos de la Vía Láctea

Dom, 13/01/2013 - 10:36
Una de las ventajas ciertas del método científico en contraposición a otros métodos utilizados para interpretar el funcionamiento de la Naturaleza, es su capacidad de autocorrección y actualizaci
Una de las ventajas ciertas del método científico en contraposición a otros métodos utilizados para interpretar el funcionamiento de la Naturaleza, es su capacidad de autocorrección y actualización con base en nueva evidencia. A diferencia de las disciplinas pseudocientíficas, la religión o la mitología, dentro del método científico es posible llegar a nuevas conclusiones, que en ocasiones contradicen o modifican lo que hasta ahora sabíamos, apoyados puramente en argumentos lógicos. Es así como nuestra comprensión sobre el origen del Universo, la propagación de epidemias, o el funcionamiento de los computadores, ha llegado al punto en que se encuentra hoy a partir de nuestra completa ignorancia, y será así también como la actualicemos en el futuro, apoyados en modelos previos que eran incompletos o errados, y en nuevos datos y teorías. De esta manera, cada vez nos acercamos más a una respuesta completa sobre el Cosmos, si es que es válido conjeturar la existencia de tal respuesta. Vuelo ahora de regreso a Boston tras asistir a la reunión anual de la Sociedad Astronómica Americana (AAS), que tuvo lugar en Long Beach, California, durante toda la semana. Me costaría hacer un resumen de los nuevos descubrimientos reportados en este encuentro, pues fueron muchos y diversos (algunos incluso bastante distantes de mi área de experiencia), pero tal vez valga la pena mencionar que se han presentado nuevos datos del Telescopio Espacial Kepler que confirman que los planetas extrasolares pequeños y rocosos como la Tierra, que se encuentran a la distancia correcta de su estrella para soportar agua líquida son extremadamente comunes (1 de cada 6 en una galaxia con cientos de miles de millones de planetas), o que se ha reportado el descubrimiento de la galaxia espiral más grande conocida hasta el momento, con una masa equivalente a cinco Vía Lácteas. De estos descubrimientos, uno en particular me llamó la atención por ser el ejemplo perfecto de autocorrección y actualización a las que me refería antes, además de poseer una relevancia científica y una belleza conceptual sugestivas. [caption id="" align="aligncenter" width="498" caption="Una representación de la Vía Láctea como la veríamos de frente, lejos de su plano, como se deduce de estudios astronómicos llevados a cabo durante varias décadas. Crédito: NASA/Adler/U. Chicago/Wesleyan/JPL-Caltech"][/caption] Se trata de un estudio que sugiere que nuestra galaxia, la Vía Láctea, tiene un esqueleto interno conformado por largos y delgados filamentos de gas molecular denso que forman una especie de espina dorsal de los brazos espirales que le dan forma y belleza a la galaxia, y en cuyo interior estaría el combustible gaseoso para la formación de nuevas estrellas. La investigación, liderada por Alyssa Goodman del Harvard-Smithsonian Center for Astrophysics, no está basada en nuevos datos, sino en una nueva interpretación de datos tomados por varios telescopios en tierra y en el espacio, y en una actualización de las coordenadas que utilizamos para medir la posición tridimensional de los cuerpos celestes en la galaxia. Un pequeño cambio en dichas coordenadas de repente ha revelado una característica fundamental de nuestra galaxia que antes nos era desconocida, y de paso nos ha dotado con una nueva perspectiva para observar la Vía Láctea desde una posición privilegiada. En efecto, supongamos que queremos aprender sobre la estructura tridimensional de nuestra galaxia, discernir sus brazos espirales, y representarla como si la viéramos desde un punto privilegiado, fuera de ella y  lo suficientemente por encima de su plano medio para ver su estructura a gran escala: núcleo, barra central, brazos, etc. Dado el inmenso tamaño de la galaxia (cien mil años luz de dámetro), esto es imposible. Ni siquiera nuestras más avanzadas máquinas pueden viajar lo suficientemente lejos de la Tierra para hacer un retrato de la galaxia desde fuera del plano medio en el que estamos atrapados. La comparación que los autores del estudio hacen con el universo plano de Abbott no podría ser más adecuada: vivimos en Flatland, una galaxia de dos dimensiones contenida en un Universo de tres, y para  fotografiarla tendríamos que explorar esa tercera dimensión que nuestra precaria tecnología nos presenta utópica. A lo más que hemos llegado es a intuir la estructura de la galaxia observando la radiación transparente que atraviesa los brazos espirales y nos alcanza desde regiones diversas de la Vía Láctea, para luego comparar esta información con lo que vemos en galaxias distantes cuya estructura sí podemos estudiar en detalle. [caption id="" align="alignnone" width="518" caption="Desde nuestra posición en el plano galáctico sólo podemos discernir el perfil de nuestra Vía Láctea. Con algo de suerte no tenemos que resignarnos a vivir en Flatland. Crédito: A. Fuji."][/caption] Pero el nuevo estudio sugiere que no todo está perdido. Tras actualizar las coordenadas que definen las posiciones de los objetos galácticos (el Sol incluido) en el espacio tridimensional, que habían sido definidas de manera imprecisa en 1959 por la Unión Astronómica Internacional, es posible afirmar dos cosas: la primera es que el Sol y el Sistema Solar no se encuentran exactamente en el plano mismo de la galaxia, sino que se levantan ligeramente de ese plano ofreciéndonos una perspectiva que, aunque ínfima, nos permite en principio observar directamente la estructura de la galaxia, si podemos encontrar estructuras lo suficientemente delgadas para que no se superpongan unas sobre otras. No es una empresa fácil. Si la galaxia fuera del tamaño de un Long Play de vinilo, como aquellos en que escuchaba la mamá las canciones de Rocío Dúrcal, nosotros nos levantaríamos de la superficie de ese disco tan sólo un tercio de milímetro, y desde allí tendríamos que inferirlo todo. Por fortuna, la segunda cosa que la actualización de coordenadas revela es que algunas estructuras, largas y delgadas, de densísimo gas molecular que se han descubierto recientemente y que se pensaba se encontraban fuera del plano galáctico, parecen situarse en cambio justo en el plano, en el centro mismo de los brazos espirales de la galaxia, formando su esqueleto, su espina dorsal, el soporte más fundamental de su estructura. Aunque hasta el momento sólo conocemos unos cuántos de estos largos filamentos, los huesos de la vía Láctea, es posible que sean muchos más, y son lo suficientemente delgados como para permitir estudiarlos en toda la extensión de la galaxia. El surgimiento de la Anatomía Galáctica es sólo una cuestión de tiempo. Pocos descubrimientos astronómicos  tienen la belleza, la relevancia y la armonía lógica de este estudio. Pocos nos recuerdan de una manera tan clara nuestro lugar en el Universo y nuestra humilde capacidad de comprenderlo. @juramaga
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