El reciente estreno de la segunda parte de la película del director Francis Lawrence del que por título lleva ésta columna, coincidió con la designación de Santa Marta como sede de los XVIII Juegos Bolivarianos para el año 2017. Elección que se hizo el pasado 15 de noviembre en la ciudad de Trujillo-Perú. La nominación realizada en su oportunidad por el Comité Olímpico Colombiano y que contó con el beneplácito del Gobierno Santos, dejó a otras ciudades del país como Cúcuta, Tunja y Pereira con los crespos de punta, ya que también tenían la intención de realizarlos, per se de tener mejores ventajas en su infraestructura deportiva frente a la ciudad de Bastidas.
Es de aplaudir y respaldar no solo al alcalde de Santa Marta, sino a todos los samarios, por cuanto les espera una jornada maratónica en la reconstrucción de la ciudad, que por cierto carece del ambiente deportista, del agrado de la comunidad, de las condiciones e instalaciones físicas y de seguridad para cada una de las delegaciones que se presentarán en las competencias.
La gran pregunta que se le viene a la mente de muchos frente a la realización de ese evento, es que si en tan solo 3 años lograrán lo que en más de 30 años no han podido lograr: reconstruir a Santa Marta. La respuesta es indescifrable, ya que hoy y como ayer, el ambiente de la urbe se ha enrarecido y polarizado por la gran encrucijada que viven por décadas los herederos de los hermanos de la Sierra Nevada. Donde la autodestrucción ha sido notable por las malas decisiones que han tomado como ciudadanos; secuestrados por la permanente inseguridad que se disfraza entre desmovilizados, los condenados por parapolítica y sus herederos, los colaboradores de la delincuencia, la indiferencia, la arrogancia y la permanente vivencia y los continuos asaltos de los recuerdos de lo que pudo ser esa gran ciudad y de lo que algunos llamados ilustres representaron en su oportunidad para esa triste historia jacobina.
El actual alcalde, enfrenta una de las mayores oposiciones tanto en el concejo como con la ciudadanía. No solo por sus desacertadas actuaciones como dirigente, sino por la aparente arrogancia y prepotencia con que suele darle a su personalidad y a los intereses locales, generándole un rechazo absoluto entre los distintos estamentos, y que lo tratan con el mayor disimulo y aparente respeto para no entorpecer la cordialidad y la armonía de los favorecimientos que demanda esa relación. Sumándole que la coadministración que adelantan los ediles se ha debatido entre el espectáculo de palabras soeces y el poco aporte que hacen para la construcción, ya sea u oponiéndose a los proyectos o favoreciéndolos conforme a las necesidades propias y de la administración distrital. Situaciones que han sido expuestas en los dos años de trabajo que llevan y que hasta la fecha según denuncia de la ciudadanía y los medios de comunicación local no han podido estar a la altura de las verdaderas necesidades que demanda la segunda tierra más antigua de América, porque están privados de verdaderas intenciones.
Muchas son las situaciones que deben corregirse en el camino para que la ciudad esté preparada para la realización de XVIII Juegos Bolivarianos – 2017.
Para empezar, se deben rehacer cada uno de los centros deportivos que en la actualidad se encuentran completamente destrozados, reflejados como lugares de mala muerte y de migas de sustancias alucinógenas, adicionándole y aún más grave, que estos mismos centros deportivos fueron en administración pasadas objetos de aquellas contrataciones fantasmas en donde primó la malversación y la dilapidación de fondos, sin que a la fecha los órganos de control hayan responsabilizado a los funcionarios prevaricadores y acreedores del peculado. ¿Por qué será?
Otro inconveniente, es la inseguridad como Talón de Aquiles del gobierno municipal y los cuerpos de seguridad, por cuanto no han podido neutralizar a los delincuentes que mantienen en zozobra y en temor a los ciudadanos por el fleteo, la vacuna, el rasponazo, la extorsión y el homicidio. De nada ha servido la recién creada Policía Metropolitana, porque es más el presupuesto que exige que los resultados que muestra en su responsabilidad legal de aprehender a los delincuentes. Como decían los abuelos de antaño en esa ciudad: ¿Y la policía? –Muy bien muchas gracias-.
Sin embargo, muchas son las problemáticas que tiene Santa Marta, y que sus dirigentes junto con la ciudadanía no han podido resolver. Ya que los segundos, han sido y serán los responsables de su actualizada miseria y tragicomedia, porque han insistido por años en coadyuvar el cartel microempresarial de los que se han tomado, engañado y maltratado a la denominada finca de pocos. Y que solo después de elecciones y de forma tardía es que se ponen de bravucones y altaneros requiriendo soluciones, utilizando las redes y creando páginas para mezclarse en voces gaseosas sin aportes suficientes y poniendo al descubierto sus títulos de políticos de cafeterías.
Poner en marcha esta celebración de los Juegos Bolivarianos – 2017, le costará a la Nación la suma módica de $150.000.000 millones de dólares. Lo que representa un cumulo de expectativas y desafíos para quien posiblemente maneje la chequera, y de no hacerse la inversión correcta, el Gobierno Nacional fracasaría en su designación y en su intento de solucionar algunos problemas para Santa Marta, y pondría al descubierto frente a la comunidad mundial y latinoamericana unos verdaderos juegos del hambre traducidos en caos social y político de otrora con sus consecuentes vergüenzas.
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A propósito arrancaron las campañas presidenciales y parlamentarias, y se espera de ellas clase, altura, debate, respeto, propuestas y la conciencia del país nacional. @JorgePerezSolan