Para evitar que en los colegios, en especial los más pequeños, pidan cuanto se les ocurra en la lista de útiles, en los últimos años habían promocionado la idea de denunciar los abusos. Con el juego de palabras de 'útiles inútiles', los medios de comunicación completaron sus continuidades con notas de padres que se la jugaban para denunciar al colegio en donde les recibían a sus hijos durante el resto del año, pero que hacían señalamientos de forma anónima, para evitar represalias.
Pero a la supuesta eficiencia con que aparecían en los mismos medios las autoridades de cada ciudad, en una respuesta repetida, en Colombia hay que restarle crédito cuando tenemos en cuenta las acciones concretas que hubo en contra de los colegios que piden más papel higiénico que lápices o cuadernos.
Por más severo que parezca el anuncio de las autoridades, no hay cifras claras sobre las sanciones y menos este año 2018 cuando esas campañas desaparecieron de las agendas informativas. Quizá por eso mismo hoy siguen diciendo que los llamados bonos para ingresar o mantenerse en un colegio no están permitidos, pero los siguen cobrando con otros nombres y en las listas aparecen los marcadores de triple tinta escarchada, el rapidógrafo para prepárvulos, los bultos de pañales para estudiantes de 8°, los guantes de cirugía para los de kínder, el galón de desinfectante de neveras para todos los cursos y demás.
Ese es un motivo más para que a la larga hayamos perdido la fe en las denuncias. Nos resignamos, pagamos para evitar inconvenientes y entre los dientes protestamos. Porque además, falta ir a comprar la lista, a buscar uniformes, todo en esta temporada, cuando estamos en el guayabo de los gastos de diciembre y en el dolor de cabeza que representan los exiguos aumentos de sueldo, eso sí no anuncian que lo bajan (así también esté prohibido).
Recordaba en estos días cómo cuando mi hija estaba empezando su vida académica decidí ir a buscar los útiles a San Victorino, en el centro de Bogotá. Ya tenía la costumbre de preguntar en distintos sitios y luego de haber coleccionado varias cotizaciones, al calor de una empanada de típica preparación en un popular establecimiento, oí una osada propuesta que venía de una mesa vecina: su lista se la despacho por “tanto”. Y resulta que la cifra que anunció el hombre era la menor de todas las que acababa de coleccionar.
Yo me reí y le dije en tono sarcástico que le tocaba cumplir con su oferta y la ratificó bajando más el precio. Acepté, fuimos a su punto de distribución de cuadernos y todo tipo de lápices, escuadras, borradores y marcadores y le pagué lo que me dijo. Claro, en medio de sonrisas quedamos en que al año siguiente volvería y me aseguró que le importaba eso mucho más que haber ganado en esa lista.
Sagradamente durante 12 años cumplí esa cita de enero porque siguieron dando buenos precios, excelente atención y como reconocían cómo crecía mi hija estimulaban su sonrisa con algunos de esos marcadores de colores o con simpáticas libreticas. Supieron ganar un cliente y yo les llevé más amigos para que les siguieran comprando.
Al lado encontré atención similar en un puesto de libros. Me recibían los textos en buen estado del año anterior para reducir el precio de los nuevos. Esos que yo llevaba, como hacen muchos, sirven para que a precio más bajo se los lleven otras personas.
De modo que aprendí que no es necesario dejarse seducir por las ofertas de las grandes marcas de almacenes para encontrar mejores precios en los famosos útiles y que dentro de la comparación que en todo caso debemos hacer debe estar incluido un sector tan popular como ese.
Como desde hace dos años no tengo listas escolares pendientes, solo he ido a llevar amigos a quienes les hablo del sitio y ahora les cuento a los amables lectores. Me despedí de ellos agradeciendo la atención que por una docena de años supieron prestarme. Todo en medio de lo retrechero que puedo ser como cliente, tanto que me he dedicado en los últimos días a escribir de distintas estrategias que se me ocurren para gastar menos.
@jgiraldo2003
Los útiles escolares
Mar, 06/02/2018 - 10:56
Para evitar que en los colegios, en especial los más pequeños, pidan cuanto se les ocurra en la lista de útiles, en los últimos años habían promocionado la idea de denunciar los abusos.