Con frecuencia escucho en distintos espacios a varias mujeres que al ver a otra triunfando atribuyen sus logros no precisamente a las capacidades, sino a una suerte de maniobras que distan mucho de su fuerza real para generar bienestar. Si esa mujer combina inteligencia, gestión y belleza la cosa se complica, pues parece que tanto hombres como mujeres dan más peso a la belleza como generador de logros genuinamente femeninos, que a su incuestionable talento. Ni qué decir si se trata además de una mujer joven, adjetivos como "trepadora" o "pitillo" aparecen y se descalifica a quien con hechos puede representar una amenaza para hombres y mujeres, para los primeros por ineptitud ampliamente demostrada a través de la historia y para las segundas por "enviditis verdosa" que no admite la presencia de una flor más perfumada en el jardín.
He escuchado también decir que las mujeres exitosas, entendido el término como aquellas que han ganado espacios tradicionalmente regentados por hombres, no pueden combinar inteligencia y belleza. Se tiene una o la otra, sentencian temerariamente a veces de forma irrespetuosa y se citan casos como la cortedad de Natalia, la modelo, a quien a pesar de ser empresaria reconocen su belleza pero no su inteligencia. Se menciona el caso de Frida, la Pintora Mexicana, muy talentosa pero poco agraciada, o el de Clara, la ex alcaldesa, que tratando de componer el desastre de su predecesor no impacta por su figura, como también le sucede a Dilma en Brasil o a Fernández de Kirchner en Argentina.
Pero ¿son acaso la inteligencia o la belleza los criterios más válidos para interpretar la capacidad de gestión y el talento de una mujer?, ¿Es acaso una cuestión de género la elección de un buen gerente? Hay quienes defienden una posición u otra, lo cual poco importa porque unos y otros han demostrado desde hace muchos años que los géneros son complementarios, y que solo en conjunto podremos hacer mejor las cosas.
Sin embargo, siendo en su gran mayoría buenas gerentes, como lo demostraron María Isabel Patiño, Ángela María Robledo o Liliana Caballero en Bogotá, hoy solo existen dos Gobernadoras en un país de 32 departamentos, y cuatro Alcaldesas en ciudades capitales, por eso dudo mucho que en el corto plazo podamos elegir más mujeres para gobernar las capitales del país, especialmente en una Bogotá compleja, inseguramente percibida, aún inequitativa en la generación de oportunidades y llena de huecos recorrida.
Entonces, ¿estamos preparados para que una propuesta de administración femenina gobierne los destinos de más capitales en el país? Si quiere pregúntese ¿quién podría hoy proyectarse como una candidata fuerte para ello? Aún dudo mucho que la mayoría de los colombianos estén dispuestos a confiar en una mujer bien preparada, bonita por el hecho de ser mujer, con ganas de aportar en la construcción de país con una mirada diferente y bien asesorada por un equipo técnico/político de primera línea.
En cambio seguramente votarán por buenos oradores sin experiencia administrativa o por amigos que solo ven el concreto y el metal como paradigmas de bienestar, o por cualquiera de los otros "prohombres" que conformarán la baraja.
Una cosa si es segura: tarde que temprano, creo que más temprano que tarde, los Colombianos que vimos la luz de esta tierra al nacer, y a quienes recibió por adopción, entenderemos que se necesitan más mujeres construyendo con su particular forma de proteger la vida, que hombres con su peculiar forma de generar la muerte. Por lo menos en el Comité Noruego ya lo han entendido al conceder el Premio Nobel de Paz 2011 a la presidenta liberiana Ellen Johnson Sirleaf, a la activista por los derechos de las mujeres Leymah Gbowee, también de Liberia, y a la activista prodemocrática Tawakkul Karman de Yemen, tres mujeres valientes como su mamá, su esposa, sus hijas o tantas otras que madrugan a preparar desayunos, alistar niños para el colegio, guerrear en buses para llegar al trabajo y regresar a casa para seguir en el trote. Mujeres así deberían gobernar nuestro país.
@maobayona
www.infopsicologica.com
Sin embargo, siendo en su gran mayoría buenas gerentes, como lo demostraron María Isabel Patiño, Ángela María Robledo o Liliana Caballero en Bogotá, hoy solo existen dos Gobernadoras en un país de 32 departamentos, y cuatro Alcaldesas en ciudades capitales, por eso dudo mucho que en el corto plazo podamos elegir más mujeres para gobernar las capitales del país, especialmente en una Bogotá compleja, inseguramente percibida, aún inequitativa en la generación de oportunidades y llena de huecos recorrida.
Entonces, ¿estamos preparados para que una propuesta de administración femenina gobierne los destinos de más capitales en el país? Si quiere pregúntese ¿quién podría hoy proyectarse como una candidata fuerte para ello? Aún dudo mucho que la mayoría de los colombianos estén dispuestos a confiar en una mujer bien preparada, bonita por el hecho de ser mujer, con ganas de aportar en la construcción de país con una mirada diferente y bien asesorada por un equipo técnico/político de primera línea.
En cambio seguramente votarán por buenos oradores sin experiencia administrativa o por amigos que solo ven el concreto y el metal como paradigmas de bienestar, o por cualquiera de los otros "prohombres" que conformarán la baraja.
Una cosa si es segura: tarde que temprano, creo que más temprano que tarde, los Colombianos que vimos la luz de esta tierra al nacer, y a quienes recibió por adopción, entenderemos que se necesitan más mujeres construyendo con su particular forma de proteger la vida, que hombres con su peculiar forma de generar la muerte. Por lo menos en el Comité Noruego ya lo han entendido al conceder el Premio Nobel de Paz 2011 a la presidenta liberiana Ellen Johnson Sirleaf, a la activista por los derechos de las mujeres Leymah Gbowee, también de Liberia, y a la activista prodemocrática Tawakkul Karman de Yemen, tres mujeres valientes como su mamá, su esposa, sus hijas o tantas otras que madrugan a preparar desayunos, alistar niños para el colegio, guerrear en buses para llegar al trabajo y regresar a casa para seguir en el trote. Mujeres así deberían gobernar nuestro país.
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