«La libertad de expresión es decir lo que la gente no quiere oír» es una frase del famoso escritor George Orwell, autor del libro 1984. Nada más alejado de la realidad. La libertad de expresión no puede ser una excusa para atentar con el bienestar de los ciudadanos, mucho menos en un país tan tranquilo y pacífico como nuestra bella Colombia.
La reciente oleada de telenovelas que recrean los crímenes de unos pocos ―ladrones, narcos, violadores, estafadores, sicarios, paramilitares, carteles, mafiosos, guerrillas, asesinos, capos, congresistas, entre otros― deja el nombre de nuestra patria hermosa en un charco de estereotipos falsos, manipulando las emociones y memorias de los colombianos de bien.
La excusa de esta manada de libertinos es, precisamente, «hacer memoria», recordar los males causados por unos cuantos antisociales para que, supuestamente, no vuelvan a ocurrir. Pero la verdad es otra: hablar de las cosas malas que han pasado en Colombia solo será causante de más y peores males. La única solución es vetar estos shows perversos, estas apologías del delito, y centrarnos en las cosas bonitas de nuestro país: sus mujeres, su folclor, la felicidad de sus habitantes (no por nada somos el país más feliz del mundo), su gente linda y emprendedora, la pasión de su fútbol. ¡Ya pronto regresaremos al mundial después de casi dos décadas! Con esto (y menos violencia en las ciudades y los campos, y un mejor sistema de salud, y más trabajo, y más educación, y si es posible, una que otra bala perdida menos en Navidad) la felicidad será completa.
Escobar, el patrón del mal y Tres Caínes son los últimos monstruos mediáticos producidos por las demoniacas y manipuladoras cadenas de televisión RCN y Caracol. Pero yo pregunto: ¿Queremos que las nuevas generaciones crezcan viendo los crímenes de algunos cuantos y descuiden, así, su formación como colombianos buenos, colombianos de bien? No señores, me niego, me niego a formar parte de esta apología del crimen y la inmoralidad. La libertad de expresión no puede ser una excusa para producir dinero, caricaturizando a narcotraficantes y asesinos que, si bien no fueron ciudadanos ejemplares, alguna virtud debieron tener tras esa máscara de maldad. La libertad de expresión no es eso, no señor, sino un mecanismo para decir lo que uno piensa, ¡y yo pienso que hay que censurar a todo el que hable más de la cuenta de estos episodios oscuros de nuestro bello país! ¡Censura inmediata, eso exijo!
Dice la revista Semana que la indignación que ha provocado la serie más reciente de RCN, Tres Caínes, puede tener su origen en dos razones: o se rebosó la copa, o los colombianos se hastiaron de violencia, o el paramilitarismo indigna más que el narcotráfico. Pero omiten la razón de fondo para nuestra indignación: no es correcto que se transmitan más apologías del delito, porque esto no está bien. Y ya.
Me han salido los desadaptados que defienden estas narconovelas y paranovelas con joyitas como ésta: «Si no le gusta lo que ve en televisión, pues cambie de canal». Pero yo no puedo hacer eso, por dos razones: Primero, que yo esté obligado a cambiar de canal por cuenta de la inmoralidad de un programa atenta contra mis derechos. Segundo, el control de mi televisión está dañado. Y tercero, cuando uno ya comenzó a ver, pues quiere saber qué va a pasar. Nos están manipulando, como lo hacen todos los medios de este país.
Así que, con la mano en el corazón, convoco a todos los colombianos cansados de esta violencia ilusoria, tergiversada, falsa, a que apaguen sus televisores el 9 de abril para protestar contra la maldad de los canales de televisión. Solo censurando a estos perros inmorales, ¡perros todos!, lograremos construir una patria justa y libre, y sobre todo, sin violencia.
Quiero aclarar, como dije antes, que yo no puedo apagar el mío porque tengo el control dañado. Eso sí, voy a tratar de arreglarlo de aquí a allá, pero es que con tanta serie y telenovela que le imponen a uno es difícil encontrar el tiempo. Nos manipulan. Perros todos.
¿Le gustó este texto? Tal vez le guste:
Cuídate
Imagínese que usted es importante
Tayrona Tropic
Imágenes: Meghan Howland
