Perdiendo la paciencia

Mié, 14/01/2015 - 12:46
Justo cuando las protestas del movimiento Pegida en Dresden contra la "islamización" de Alemania empezaban a atraer la atención internacional, no solo por que fueron

Justo cuando las protestas del movimiento Pegida en Dresden contra la "islamización" de Alemania empezaban a atraer la atención internacional, no solo por que fueron las primeras en años con tal acogida  en el país que tumbó el Muro de Berlín, sino porque el mundo no olvida el pasado criminal-nazi alemán que empezó con marchas antisemitas similares a las de Dresden, un par de fanáticos musulmanes se arrogan el derecho a vengar unos insultos a su profeta Mahoma, asesinando a una docena de iconoclastas parisinos, retroalimentando y justificando el discurso, no solo de los protestantes en Alemania, sino el argumento de los movimientos de ultraderecha europeos. Este, claro, no es el primer caso reciente de intolerancia religiosa: el humorista y director holandés Theo van Gogh fue asesinado hace ya 10 años por su cortometraje Submission en el que mostraba el abuso al que son sometidas algunas mujeres bajo el Islam.

Después de los ataques a las Torres Gemelas, se empezaron a escuchar voces contra la ¨arabización¨ de Europa, a tal punto que intelectuales como la periodista Oriana Fallaci iniciaron una cruzada contra la conversión del viejo continente a lo que Ella llamó Eurabia. Reclamaba a los musulmanes asentados en Europa no solo por no aceptar la cultura democrática de occidente, sino el querer imponer su modelo teocrático al resto del continente. Los casi cuatro millones de personas que marcharon en Paris, y los otros tantos alrededor del mundo, están quizás empezando a acoger el mismo sentimiento contra una cultura y una religión que tiene su peor cara en la intolerante violencia de creer que los que no están con ellos, están en su contra, convirtiéndolos, literalmente, en sus enemigos a muerte. Parece, pues, que occidente empieza a perder la paciencia, incluso antes de la carnicería del centro de París, como lo demuestran las marchas en Alemania,  y el hecho de que, según analistas políticos franceses, si las elecciones fueran hoy, la ultra derechista Marine Le Pen las ganaría con su agenda anti-inmigración. Hasta donde debe ser tolerante occidente con la intolerancia de algunos musulmanes? Donde se traza la linea? Se debe, en nombre de la libertad, permitir a grupos de musulmanes en occidente vivir bajo la ley del Sharia y prohibir, por ejemplo, que mujeres y niñas, nacidas bajo nuestra cosmovisión del mundo, se eduquen, manejen, se vistan como quieran o se casen con quien a bien tengan? No seria acaso sacrificar libertad en nombre de la libertad? Pero al mismo tiempo, no es hipócrita Occidente cuando acoge y anda de la mano de regímenes medievales como el de Arabia Saudita, donde las minorías, incluidas la mujeres por supuesto, no tiene derechos individuales por los que tanto dice luchar nuestra  cultura?

Si bien es cierto que no debemos equivocarnos y juzgar a todo un grupo religioso por los actos de unos cuantos desadaptados asesinos, también lo es que no estaría mal exigir una reciproca tolerancia a nuestras creencias y libertades, aún si a algunos les llegara a molestar. Empezar, por ejemplo, por exigir que así como en muchas ciudades de occidente se erigen mezquitas, se permita la construcción de la primera sinagoga y la primera iglesia católica en la mismísima ciudad de La Meca.

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