Pensemos por un momento en una situación común en nuestro país. Hay una cantidad de niños en manos del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) abandonados, sin hogar y sin tener ningún familiar que los reconozca o los quiera unir a su seno familiar; el estado que no cuenta con una infraestructura social para atender a ese centenar de menores; una pareja de dos hombres o dos mujeres teniendo los recursos suficientes para sostener a ese menor y darle el afecto, protegerlo e incluirlo en una familia; el estado pone una restricción: es posible la adopción homosexual solo cuando uno de los dos es la madre o el padre biológico del menor.
Desde el párrafo anterior he nombrado ya en algunas situaciones la palabra familia, aún en pleno siglo XXI no tenemos ni idea de que significa esa expresión. Algunos se remiten a la Biblia para definirla, otros a lo natural y otros tantos a lo cotidiano, lo que tenemos en nuestro alrededor. Entonces encontramos multiplicidad de definiciones sin encontrar a ciencia cierta de que se trata tan fundamental palabra.
Al empezar por definir familia genera una discusión aún sin solución. Tal vez si nos olvidáramos de la preferencia sexual y pensáramos más en el niño que tiene todo su derecho a ser adoptado, encontrar afecto y protección, diríamos que dos hombres y dos mujeres también conforman una familia cuyo único objetivo es la sinergia de sus integrantes por un bienestar común.
Entonces hablar de familia no es hablar de un tema estático, es hablar de la evolución de una coyuntura social que tiene en la actualidad varios fenómenos relacionados. Cada vez es más baja la tasa de fecundidad en las grandes ciudades, el uso de anticonceptivos se ha generalizado, ha aumentado la capacidad de las madres o de los padres para decidir sobre cuando y en que circunstancias desean un hijo o una hija, aumentan los hogares monoparentales en cabeza de mujeres y las abuelas, tías y familiares cercanos ya son el centro de la crianza porque los padres jóvenes son los generadores de ingresos. Eso nos deja en una nueva definición de familia ¿había pensado usted en estos fenómenos?
La difícil situación de la niñez colombiana, su cuidado y apoyo a partir del deseo, debería ser responsabilidad de todos y todas. Pero cuando hablamos de paternidad y maternidad se nos cruza otra nueva palabra “natural”, aún prevalece la creencia de que los homosexuales y las lesbianas son enfermos y que van a trasmitir sus trastornos a quienes tienen a su lado. Hoy por hoy, 14 países en el mundo han aprobado la adopción por parte de parejas del mismo sexo: Argentina, Canadá, España, Israel, Uruguay, entre otros.
En 1973, la Asociación de Psiquiatría de Estados Unidos, y en 1974, la Organización Mundial de la Salud determinaron que la homosexualidad no es una enfermedad mental, mito que sigue latente entre algunos colombianos. Tanto que fue necesario en Colombia demostrar que no se afecta en el desarrollo psicológico ni personal la crianza de niños por padres homosexuales y las facultades de Psicología de los Andes, Javeriana, Nacional y del Valle entre el 2009 y el 2010 coinciden en su dictamen.
Me pregunto, ¿hasta cuándo quienes forman parte de este tipo de grupos familiares deben seguir aguantando exclusiones y discriminaciones? Sin embargo el pasado 28 de agosto de 2014, la Corte Constitucional resolvió a favor ante una acción de tutela presentada por una pareja de mujeres en Medellín que exigía a las autoridades que les permitieran figurar legalmente como madres de la hija biológica de una de ellas. Un avance gigantesco pero aún incompleto frente al contexto actual.
El tema no se termina aquí, activistas gay, organizaciones a favor de los derechos para las parejas del mismo sexo y hasta personas del común siguen en pro de situaciones igualitarias en nuestro país.
¿Por qué no?
Jue, 18/09/2014 - 11:48
Pensemos por un momento en una situación común en nuestro país. Hay una cantidad de niños en manos del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) abandonados, sin hogar y sin tener ningún