Seamos todos amenazas

Lun, 25/08/2014 - 11:03
Las películas distópicas siempre me han gustado. La idea de estar viendo retratada  a una no deseada sociedad  resulta se
Las películas distópicas siempre me han gustado. La idea de estar viendo retratada  a una no deseada sociedad  resulta ser un gusto que combina algo de perverso, cínico y al mismo tiempo bello... es un guilty pleasure. Recientemente con la aparición de Divergent, vuelve a emocionarme la idea de ver a una sociedad totalmente jerarquizada y disciplinada siendo revivida en la pantalla grande (y chica de mi computador) y que, a cada minuto que pasa se vuelve más y más plausible. Mientras veía por tercera vez la película, con sus contras (banda sonora, el desarrollo de la historia no es simétrico en el tiempo, etc.) y pros cinematográficos (paisaje urbano propuesto, la fragilidad y poder de la cerca, el vestuario, los rituales, etc.) me dí cuenta que de las distopías que he tenido la oportunidad de ver, esta es la más clara que explica la genealogía de una sociedad de esta naturaleza permitiendo entender por qué es que siento esa fascinación por verlas. La idea de la sociedad ingeniada (por unos fundadores tras un momento histórico apocalíptico, un tiempo mítico que explica la existencia de la sociedad tal y como es) en donde se ordena por una división de castas o clases (llamadas facciones) con papeles y funciones puntuales dentro de la estructura social bajo la idea del mantenimiento deseado de la paz y la tranquilidad de los pocos habitantes de la sociedad (sobrevivientes de los tiempos de guerra pasados). Ellos, ocupando un paisaje urbano deteriorado pero al mismo tiempo adaptado a sus nuevas necesidades y funciones, es una imagen hermosa de lo que pueden llegar a ser las ciudades en unos cuantos cientos de años si seguimos en la dinámica depredadora actual. Los mecanismos discursivos e ideológicos que aglutinan a las células sociales (humanos), son de la mejor sofisticación ideológica al rezar la idea de "facción antes que la familia", que operan como mecanismos de conformidad social, conformidad a la función dentro de ella y conformidad con el destino de cada quien. Mientras que transcurría la historia logré identificar que había una perversión aún más grande que la de ver una sociedad totalmente controlada/controladora en la que la ingeniería social (en su aspecto biológico y relacional) era la regla; había una doble perversión de este mundo, siendo los mismos pilares/debilidades de las distopías mismas. 1. La idea de la especialización al extremo. Debe haber unos sujetos que se ocupan de vigilar y protegernos, otros en gobernar, otros en crear conocimiento, otros en cultivar y cuidar de la tierra, etc. 2. Inherente al primer principio, está a idea según la cual las personas que pertenecen a la sociedad son capaces de confiar y depender del otro (que se encarga de una función social de la qué uno mismo no podría ocuparse), sentándose en las petacas y confiando en que "es que otro ya hace eso". Que cosa más fordista! La especialización y la dependencia entre las áreas que producen una mercancía garantizan el control y la sostenibilidad del sistema. Y ahí, ahí mismo surge la perversión doble: la sociedad retratada en la distopía no está muy alejada de la que vivimos. Sociedades construidas y favorecidas por un modelo moderno en el que la separación, la especialización, la dependencia, la incapacidad de estar solos, el convencimiento de que no podemos estarlo y que debemos pensar nuestro destino a partir de lo posible y no de lo deseado... es un retrato mismo de la forma en como nos hemos acostumbrado a vivir, y no necesitamos un ritual de sangre que nos ubique en un lugar de la sociedad, ni tampoco necesitamos de un suero neurotransmisor para inducirnos comportamientos de aniquilamiento del otro para imponer "nuestro poder". Al final ser divergente es no conformarse con las imposiciones sociales, pero aún más interesante, es ocuparse uno mismo para construirse en un ser social complejo y no compartimentado que responde a funciones simples de la sociedad. Sí, las personas que terminan siendo así, simples engranajes de la sociedad representan la perpetuación de las estructuras y por ello, quienes piensan diferente son una amenaza (como lo han sido los y las grandes genios de la historia tachados de locos, deficientes, anormales o desadaptados). Seamos todos curiosos con nosotros, con la vida y seamos todos amenazas propositivas para nosotros y el mundo.  
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