Suena romántico pensar en las inmensas y extraordinarias historias de amor que comenzaron con una copa de vino. No digo que no haya historias notables y apasionadas después de unos generosos rones con Coca-Cola, pero el vino tiene una mística que lo hace único y que debería estar presente todos los días de nuestras vidas.
¿Por qué doy tanta “lora” con el tema del vino?
Porque siento un disgusto infinito al ver sus precios en los supermercados por la forma tan irracional como le subieron los impuestos. ¿Por qué limitan al pueblo en su capacidad de comprar un buen vino? Lo único que le dejan a la mayoría de la gente, son “morapios” (Vinos corrientes), como los que venden a $13.000 pesos en tiendas cuyo nombre tiene “una consonante y un número”.
Un país con variedad de vinos es un paraíso, un paraíso lleno de historia por descubrir, un paraíso que enriquece nuestros platos y nuestro paladar. El vino siempre será el más noble de los invitados y siempre será bienvenido a una mesa.
Su presencia adorna con sabores, colores y aromas, los más distinguidos platos preparados por las atesoradas manos de su cocinero. El vino trae como edecanes, unos solemnes modales y una exquisita etiqueta que engalanarán a perpetuidad a su anfitrión. –“Olvídese de lo anterior si a usted le parece de ataque sacar el corcho con ese sonido criminal que hace brincar a toda la visita”.
“Sin vino no hay paraíso”. Esa es una cruda realidad. Aunque el título original habla de tetas, hoy el protagonista de esta historia es algo menos descubierto. Los vinos en Colombia deben tener menos impuestos y nuestros gobernantes deben ser menos ignorantes en esta industria. Es responsabilidad del gobierno abrir el mundo a su pueblo y no bloquear las fronteras de todo aquello que rodea la gastronomía.
En pocos meses comienza una nueva historia. Señores candidatos, no dejen la gastronomía a un lado. Colombia puede y estoy seguro que va a convertirse en un destino de turismo gastronómico pero requiere de más cultura y entendimiento.
Señor candidato, esta noche le recomiendo tomar una copa de vino al llegar a casa. Liberará endorfinas y adicionalmente sentirá una calma indescriptible en la razón y el corazón. Ahora, póngase la mano en el considere y evalúe la situación. No más impuestos altos a los vinos.
¡Salud y buen provecho!
Santiago D. Otero
Crítico Gastronómico
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Sin vino no hay paraíso
Mié, 24/01/2018 - 10:34
Suena romántico pensar en las inmensas y extraordinarias historias de amor que comenzaron con una copa de vino. No digo que no haya historias notables y apasionadas después de unos generosos rones c