Érase una vez…
“…Hace mucho, mucho tiempo en un lejano continente al sur del mundo había una Nación a orillas del Mar Caribe que se presumía de poseer muchas riquezas como flora, fauna, ganado, maíz, pesca y minería entre otras cosas...paisajes únicos en el mundo y un don aún más preciado llamado Oro negro. En su corta historia había tenido poderosos gobernantes y otros más bien mediocres. Pero como todas las historias de las grandes naciones y pueblos están evocadas con un sino de tragedia, las cosas comenzaron a cambiar: un hombre de ambiciones desmedidas de apellido Maduro se había hecho con el poder de forma tan despótica y autoritaria que había logrado borrar de a punta de barbaridades toda la prosperidad conseguida en la corta historia de este joven país. Comenzó una época oscura de derroche, de pérdida de recursos y riquezas lo que condujo una crisis económica y social profunda.
El colmo de la historia es cuando este gobernante pierde sus cabales y comienza a confiscar el preciado pan para alimentar a toda una nación por lo que el pueblo explota de rabia. Hastiado de esta situación el pueblo comienza a protestar y a lanzarse a las puertas del palacio real con el objetivo de tumbar a este autoproclamado monarca con el fin de encontrar una salida justa a su descontento social.
A causa de esta situación muchos deciden optar por el destierro llegando hacia el país vecino cuya situación no había sido la más afortunada. Sin embargo, el tener una historia común los hermanaría y esta patria los recibiría con los brazos abiertos. Al día de hoy ellos siguen sobreviviendo esperando que llegue el momento en que el tirano del lado fuese depuesto y con ello regresara nuevamente una época de luz…”
Parece una historia sacada de un libro de ficción, pero se trata de la actual situación de la hermana Nación de Venezuela.
Hace unos diez años, antes de la explosión de la burbuja inmobiliaria y la caída de los precios del Petróleo, nadie ni siquiera el primer mandatario Hugo Chávez se hubiera imaginado las acciones funestas que emprendiera su sucesor Nicolás Maduro para mantenerse en el poder.
Hablando en palabras más coloquiales: Chávez en este mismo momento se debe estar “sacudiendo dentro de su tumba”
El vecino país aprendió la lección de que no se debe solo confiar en la producción de hidrocarburos como sustento de la economía, como si los tiempos de bonanza fueran siempre una garantía.
Los tiempos cambiaron y el país que vivo una bonanza y era referente de prosperidad durante la época de los 60 y 70 hoy en día es sinónimo de éxodo y desesperanza. El referente de prosperidad y estabilidad se resquebrajo, se destruyó la industria, hay una inflación extrema, las instituciones oficiales se deterioraron y el ciudadano de a pie vive un drama en el que es difícil alimentarse.
Colombia recibe como nunca antes ciudadanos de la hermana República que llegan en busca de escapar de la cada vez más asfixiante situación que los sacude.
Se viven tiempos difíciles a nivel económico, político y social, pero no por eso se debe dar la espalda a una Nación con una historia compartida. Es un contrasentido discriminar a una persona del vecino país muchas veces ignorando que se puede tratar de una pariente cercano o lejano que décadas atrás emigró en busca de nuevas oportunidades. No es difícil escuchar personas en las calles refiriéndose con adjetivos muy despectivos hacia los venezolanos tales como “veneco” o “chamo”, epítetos de muy mal gusto que deben ser rechazados de forma contundente.
Cansados de escuchar en el exterior las mismas referencias de Colombia relacionadas con violencia, guerrilla y drogas, se debe dejar de actuar con doble moral y comenzar a aceptar que también podemos ser un país receptor de migrantes. Cada vez es común ver negocios venezolanos o personas trabajando en las distintas áreas de la construcción y servicios. Los profesionales homologan sus títulos para poder desempeñarse en distintas carreras como medicina, docencia e ingeniería entre otras. Aun así una vez en el país ser inmigrante no es nada fácil. Los engorrosos procesos y la burocracia hacen que conseguir un permiso de permanencia les sea muy difícil. No ayudan mucho las condiciones laborales a las que se enfrentan, como el alto nivel de competencia, los salarios bajos y en muchos casos condiciones muy parecidas a la explotación laboral.
Durante las actuales protestas -que dejan más de 40 muertos en todo el país- es común ver como sus compatriotas en las calles de Bogotá, Medellín o Bucaramanga se agrupan en los consulados para hacer sentir su voz de solidaridad con lo que les está pasando a su familia y allegados. Mientras se organizan constantes colectas, bazares y donaciones para enviar a sus paisanos que viven abrumados por la falta de alimentos básicos e insumos médicos, la situación empeora y la reacción de las autoridades ante los manifestantes se traduce en total represión.
El mundo tiene que saber que en el vecino lo que existe es una auténtica crisis humanitaria aun cuando hay personas que no lo creen e intentan acallarlo. Recientemente el Presidente Maduro proclamo una reforma de la Constitución con el fin de tener la mayor posibilidad de perpetuarse en su mandato y continuar sumiendo a su país en la mayor crisis de su historia.
Mientras tanto la situación sigue su curso volátil y el tiempo parece ser el juez implacable y quien mostrara cual será el desenlace de esta crítica situación.
Amanecerá y veremos….