Amigos de la antidemocracia pueden ser víctimas de su propio invento

Jue, 22/06/2017 - 03:08
El bombazo en el  Centro Andino de Bogotá del pasado 17 de junio es un acto cobarde y miserable de los enemigos de la paz y sus propósitos mezquinos les fracasaron. La nación entera los condenó,
El bombazo en el  Centro Andino de Bogotá del pasado 17 de junio es un acto cobarde y miserable de los enemigos de la paz y sus propósitos mezquinos les fracasaron. La nación entera los condenó, se solidarizó con los heridos y familiares de las víctimas y dejó claro que de ninguna manera la ciudadanía se va arrodillar al terrorismo, cualquiera sea su origen. El acuerdo de La Habana ratificado en Bogotá, con el apoyo mayoritario de los compatriotas, el respaldo político de la mayoría del Congreso y protegido jurídicamente por la Corte Constitucional, se ha venido implementando con pequeñas dificultades y falencias pero con seguridad que termina bien, con entrega además del total de las armas, la vinculación a la vida civil de los combatientes, la participación en política de las Farc que serán partido político, y con tibias reformas que advertirán que solo un cambio serio al mando del Estado podrá implementar seria y responsablemente lo pactado, reparar las victimas hoy olvidadas, acordar con los Elenos un pacto de entrega de armas y reinserción a la sociedad y un combate sin clemencia ni concesión al narcotráfico, al paramilitarismo y la delincuencia organizada que tendrán todo el peso de la justicia y el castigo de la sociedad. Es evidente que los responsables de los males del país y que los siguen provocando, no pueden ser los que formulen los medicamentos para desaparecer las enfermedades que padece la nación porque son portadores de los virus que las engendraron y que corroen la sociedad. La violencia, el narcotráfico, el paramilitarismo, el surgimiento de grupos armados ilegales, la inseguridad, la pobreza, la miseria, la falta de educación y salud, servicios públicos básicos, el poco crecimiento de la industria y el agro del país, el desempleo, la entrega de la soberanía y el sometimiento a los dictámenes de los organismos multinacionales entre otros al lado de la maldita corrupción, son plagas creadas por los gobernantes actuales y solo es posible desaparecerlas si la ciudadanía se dispone a cambiar la conducción del Estado y elige un presidente y un Congreso que estén dispuestos a producir las transformaciones que se requieren con urgencia para sacar a Colombia de la sala de cuidados intensivos a la que la tienen sometidas quienes la han mal gobernado desde la existencia constitucional hasta hoy. La tarea de despertar la mayoría de la ciudadanía para que no siga durmiendo en medio de la podredumbre a la que está sometida, no es fácil pero tampoco imposible. Las sirenas, las campanas, los ruidos y mensajes nuevos para que cambien de bando y se dispongan a salir del doping es la labor más patriótica de los líderes del auténtico cambio y las transformaciones. Sin duda, el trabajo más honroso y estimulante que las fuerzas alternativas y sus candidatos deben emprender para ganar el apoyo de las mayorías ciudadanas es lograr una votación mayoritaria en marzo en las elecciones parlamentarias, la consulta y en mayo que nos permita elegir un Congreso nuevo, escoger un candidato presidencial y pasar en mayo a segunda vuelta, para ganar la presidencia en junio del 2018 y gobernar a con un programa auténticamente democrático. Las medidas que hagan efectivos los sueños de las gentes que quieren cambios significativos para vivir con soberanía, en paz y convivencia, con empleo y bienestar, con buena salud y educación, con buenos y seguros servicios públicos, con oportunidades de ser propietarios de su vivienda, su vehículo, de su recreación, de su descanso de su progreso y sus familias, de su empresa, de los beneficios de la democracia, de la libertad, de la justicia de la tranquilidad, la seguridad, de la vida sana, de gozar en un país como si fuera su paraíso, se logran si se cambia el capitán del barco que lo saque de las aguas estancadas y lo lleve a puerto seguro. La campaña por la sucesión presidencial se está calentando, los del establecimientos que se ahogan en el mar de la corrupción intentan nadar en orillas distintas pero en las mismas aguas infectadas por ellos mismos que son portadores de las genes de las enfermedades que los destruirán cuando el pueblo los fumiguen y le apliquen los anti plagas que los desaparezcan del mapa político y les den su merecido para que nunca más se propaguen y sigan destruyendo los buenos cultivos de los productores buenos y los dueños de los genes limpios que quieren sociedad sin males. Cuando los partidos no sirven se cambian se desechan, cuando los líderes se corrompen se derrotan y se proyectan nuevos y transformadores. La gente empieza a entender que las viejas estructuras partidarias y sus jefes son responsables de sus desgracias, que hay que dejarlos en sus aguas infectadas hasta que se pudran, y nadar en mares, ríos y afluentes limpios y sanos para poder beber siempre líquidos filtrados y de buena calidad y comer productos de las siembras de los campos y empresas hechas con el impulso y el músculo de las gentes buenas que elegirán gobiernos curados contra cualquier mala enfermedad que evite trasmitir virus que maten la democracia y la libertad. Las protestas, paros y movilizaciones de los trabajadores estatales, los educadores, los arroceros, los pueblos del Chocó y Buenaventura, las peleas de los mineros y petroleros, pusieron al descubierto una vez más el carácter represivo, antipopular y antidemocrático del gobierno del presidente Santos que cobijado en el cuento de la paz y el cumplimiento de los acuerdos, se dedica a desconocer los derechos de los trabajadores y productores del campo y la ciudad, y su maltrato a la educación pública su calidad y los derechos salariales y prestacionales del gremio docente y por supuesto favoreciendo los mezquinos intereses del gran capital y las multinacionales. La gente entonces ve por todos los lados los males de la política y de sus jefes, pero debemos enseñarles que es la política de ellos la que le favorece a sus intereses y que afectan los del pueblo. La política autentica y los políticos buenos son los que se preocupan por transformar las instituciones, por poner en práctica programas y medidas que profundicen la democracia y las libertades, que defienda los derechos humanos, y que logren ir resolviendo positivamente las necesidades y sueños de sus conciudadanos. Es la misión y el reto del dirigente, partidos, y movimientos alternativos e independientes que no son parte del establecimiento bipartidista que nos gobierna.
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