Cambiar de bestia en la mitad del río

Mar, 19/02/2013 - 01:03
Estamos a un año de las elecciones de Congreso y algunos parlamentarios, aupados, al parecer, por los intereses reeleccionistas, insinúan que es necesario y urgente cambiar las reglas del juego elec
Estamos a un año de las elecciones de Congreso y algunos parlamentarios, aupados, al parecer, por los intereses reeleccionistas, insinúan que es necesario y urgente cambiar las reglas del juego electoral. Nada más odioso y equivocado, cuando no peligroso para la democracia, que estos cambios de última hora hechos a la medida de los intereses de los propios legisladores. Es mejor que se abstengan de semejante torpeza que sería tan riesgosa como cambiar de bestia cuando se está atravesando un caudaloso río. Ningún baquiano serio lo hace, pero nuestros congresistas no son ni baquianos, ni serios. Aquí lo que tenemos es arrieros oportunistas que nos tratan a los electores como bestias de carga y nos arrean sin consideración para meternos en cualquier remolino sin importarles las consecuencias. Porque si estaban descontentos con las condiciones del animal que los cargaba. han debido pensarlo mucho antes de meterse en las aguas turbulentas del proceso electoral. Hace muy poco se cambiaron las reglas del juego. Mejor dicho, se han cambiado tantas veces como elecciones ha habido. La última reforma electoral fue en el 2010 y prohibió la doble militancia, la anterior en el 2009 autorizó, en cambio, el “voltearepismo", eso sí, por una sola vez. Ambas reformas ocurrieron en vísperas de elecciones para confeccionar un traje a la medida que necesitaban los partidos de la coalición del gobierno de turno. Ahora, por supuesto, otra vez con la urgencia electoral se necesita cambiar las cosas para que el poder siga en manos de los mismos y no se ahoguen las posibilidades de reelección. Ahí están con la mayor desfachatez los congresistas midiéndose los trajes que van a necesitar: unos urgidos de que se prohíba el cambio de partido, para que no se les vaya la gente a otra tolda. Este podría ser el caso de La U, por ejemplo, que corre el riesgo de ver disminuida su bancada en pro del uribismo. Otros, en cambio, necesitan que se les permita juntarse para no desaparecer, eso sí, sin revolverse, es decir, unirse para obtener los votos necesarios para alcanzar el umbral pero manteniendo cada uno su respectiva personería. En esta situación podrían estar el Pin, los Verdes, el Polo, Mira, Cambio Radical, Aico y Asi. Por otro lado, habría algunos necesitados precisamente de lo contrario, es decir, fracturar una personería jurídica en dos partidos, para que cada fracción pueda presentar sus candidatos aparte. Este es el caso de los uribistas de La U que quisieran utilizar el aval del partido, pero lejos, bien lejos de los santistas y los petristas del Polo que harían lo mismo pero lejos, bien lejos del Moir. Y finalmente estarían los movimientos representativos de ciudadanos, como Pido la Palabra y Progresistas, con la necesidad de que les permitan participar sin tanta traba, lejos de los partidos existentes, pero con un umbral menor al actual. Mejor dicho, nadie está realmente satisfecho con las reglas electorales existentes. Fueron útiles en las pasadas elecciones, pero no parecen buenas para las del 2014. Habría que tramitar una reforma de emergencia, comprometiendo a todas las bancadas y consiguiendo el apoyo del gobierno y de las cortes. Como quien dice, otra vez nos quieren llevar de gancho ciego a unas condiciones acomodadas solo a los pequeños intereses de la clase política, esa clase que no aprende a respetarnos, sino que cada que puede se burla de la ciudadanía. Mejor que no se arriesguen, las aguas no están calmadas como para cambiar de bestia en la mitad del río, podrían ahogarse esos jinetes abusivos e impertinentes que están condicionando el trámite de las reformas de salud y pensiones, esas sí verdaderamente importantes y urgentes, a que se les acolite el trámite de una reforma electoral hecha a la carrera.
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